En el número 8 de la calle Mimosa (El Vendrell, Tarragona) vivía Francisca, de 49 años, con su hijo Derek. Un chico de 19 años diagnosticado con un trastorno del espectro autista. Francisca precisaba ayuda para el cuidado de su hijo. Algunas tardes venía una amiga a echarle una mano. Fue esa amiga la que se encontró con el macabro hallazgo. Desde la cancela de fuera vio el cadáver ensangrentado de Francisca con un fuerte golpe en la cabeza. A su lado Derek, limpiando la sangre y justificándose a su modo: “A mamá la ha atropellado un autobús”.

Todavía no se conocen las causas definitivas del deceso. Lo único claro es que la extraña muerte de Francisca ha convulsionado la apacible vida de Nou Vendrell, una urbanización solitaria a las afueras de El Vendrell. Una zona de chalets en la que nunca pasa nada y donde los habitantes apenas hacen vida social. “Esto es una zona en la que cada uno vive en sus casas y a los vecinos les dice hola y adiós”; explicaba una de las vecinas de la calle.

A pesar de eso, la mayoría de los vecinos conocían a Derek. Un chico de 19 años, corpulento y sociable… a su manera. Su grado de autismo es moderado, por lo que puede hablar y relacionarse. Pero su comportamiento era siempre impredecible. “A veces estaba yo en el jardín y me lo encontraba mirándome desde la valla de su casa. Otras veces estaba por el patio y el crío me asustaba diciéndome hola sin que yo me lo esperase. A veces me percataba de que él me estaba mirando porque oía su respiración”.

Jugando a ser Superman

Derek vivía en su mundo. Era habitual verlo salir al jardín por las noches, con un trapo anudado al cuello diciendo que era Superman. Otras veces era Spiderman. “De vez en cuando se ponía a pegar gritos, pero nunca tuvo problemas con su madre. La quería con locura. De hecho, a veces discutían porque el niño se empeñaba en no hacer caso. Por lo que fuera; porque no quería quitarse los calcetines (una de sus obsesiones) o porque no quería subirse en el coche. Montaba jaleo, pero en cuanto la madre le obligaba y conseguía montarlo en el coche, el niño cambiaba su actitud enseguida, le decía “Mama te quiero mucho” y la abrazaba”.

La puerta de la casa, precintada por Mossos DLF

Su madre, Francisca, era una persona que conocía el sufrimiento en primera persona desde hacía mucho tiempo. Hace cerca de 10 años que su exmarido se fue de casa. Cuentan los vecinos que alguna vez habían tenido que venir los Mossos y que había alguna denuncia puesta por presuntos malos tratos. Pero aquello ya se acabó: “Hace tiempo que el marido se desentendió de ellos y no le pasaba ni la pensión”, cuenta otra vecina de la calle Mimosa.

Dedicada a su hijo en cuerpo y alma

Francisca se repuso y tiró adelante sola. O lo que es más difícil, sola… y al cuidado de un niño autista. Tenía otra hija de 21 años, pero vive en Barcelona que es donde estudia y trabaja. Francisca también estaba estudiando ahora. Según sus amistades, ahora estaba realizando un curso de enfermería; hay quien dice que era para ejercer laboralmente, otros cuentan que era para cuidar lo mejor posible de su hijo Derek. A él se dedicaba en cuerpo y alma. Ni pareja, ni nada que le distrajese del cuidado de su pequeño.

No se sabe todavía lo que sucedió el lunes 21 por la noche. Los Mossos d’Esquadra siguen trabajando en resolver este caso. Una vecina asegura que habló con Francisca esa misma tarde y que no percibió nada raro. Charlaron con total normalidad. Sobre las 7 de la tarde, Francisca entró en su casa. Nadie más volvió a hablar con ella.

“A mamá la ha atropellado un autobús”

Una hora más tarde, la chica que le ayuda a cuidar a Derek se presentó en la puerta del chalet con piscina. No le hizo falta ni siquiera atravesar la cancela de la entrada para darse cuenta de la tragedia. Francisca yacía en la puerta interior de la vivienda. Un charco de sangre alrededor suyo, brotando de una tremenda herida de la cabeza. No hubo bronca previa. No hubo pelea. Nadie en la calle escuchó nada.

Derek estaba junto al cadáver de su madre, tratando de achicar la sangre. Cuando el chico se encontró de frente con la chica que le cuidaba y fue preguntado por lo que había pasado, Derek no dudó: “A mamá la ha atropellado un autobús” fue la única respuesta que salió de su boca.

Descartado el robo y la violencia machista

La chica avisó a los Mossos d’Esquadra, que se personaron en el lugar antes de que ningún vecino pudiese ver la macabra escena. Ellos son los que abrieron diligencias y han descartado ya varias hipótesis. Fuentes próximas a la investigación desechan ya la idea de que se haya tratado de un robo con fuerza. Nadie más entró en la casa; nadie había nás que Francisca y Derek. También han descartado la línea de investigación que contemplaba la violencia machista. El padre del chico tampoco apareció por la casa esa fatídica tarde.

Sí que se especula con la posibilidad de una muerte accidental: “Que la madre le estuviera regañando por algo, que estuvieran discutiendo por las cosas que hace el niño a veces. Él, que es fuerte y corpulento, le pegaría un empujón con tan mala suerte que Francisca tuvo una mala caída, se pegó en la cabeza y se mató”, sostiene una de las vecinas.

Una mancha de sangre en la puerta del domicilio. Allí se encontraron el cuerpo sin vida de Francisca

“Yo creo que el niño no era muy consciente de lo que había pasado, porque cuando yo pasé por la puerta, el estaba ya dentro del coche policial y pegó unos toques al cristal para saludarme”, cuenta, con un hilo de voz, la vecina de la casa contigua. “Estoy muy afectada. Esa mujer había luchado muchísimo. Era una luchadora desde siempre. Primero los malos tratos del exmarido, luego tener que sacar adelante a un niño con ese problema. Y ahora...”

Ahora, a esperar la autopsia. El análisis forense determinará cuál fue la causa de la muerte de Francisca. Su hijo Derek, entretanto, ha sido trasladado al hospital psiquiátrico Institut Pere Mata de Reus, donde permanecerá hasta que se determine su responsabilidad en el suceso y se sepa qué va a ser de él, ahora que su madre ya no está.