Era agosto de 2016 y el flechazo que sintió Marc Jover por la veinteañera Julia Pastor no le hacía prever el infierno que se le vendría encima. Jóvenes, alocados. Enamorados. Quién le iba a decir al joven valenciano, residente en Godella —un municipio de algo más de 13.000  habitantes a apenas 15 minutos de Valencia— y profesor de pádel, que un par de años más tarde acumularía más de 20 denuncias por violencia de género, acoso y amenazas. Todas ellas falsas.

Siete detenciones injustas por violencia machista, dos noches durmiendo en el calabozo. Susurros, rumores, injurias en su lugar de trabajo. Acoso en redes. Todo por unos hechos que jamás cometió.

Ahora, hace apenas unos días, la investigación policial que hundió a Marc en un calvario injusto permitió su exoneración. Él, que antes era considerado un maltratador, hoy es víctima de un delito usurpación de la identidad: “Lo que han hecho conmigo es un insulto a todas las mujeres maltratadas que de verdad necesitan protección y ayuda”, clama el deportista en declaraciones a Las Provincias.

La estafadora de las mil caras

¿Qué pasó para que una relación idílica entre jóvenes acabara entre acusaciones falsas? Según argumenta Jover y corrobora la Policía, que Beatriz Marqués entró en sus vidas. Ella, la conocida como la estafadora de las mil caras, suplantaba identidades masculinas. Amenazaba, estafaba. Cogió el móvil de Marc Jover y se dedicó a enviarle mensajes amenazantes a su novia Julia. Y ella le denunció.

El profesor de pádel data como principio del fin el verano de 2017. Marc y Julia habían dejado su relación, pero, después de unos meses, quisieron retomarla. Todo parecía que sería igual, aunque algo había cambiado: Beatriz había entrado en la vida de Julia. La primera tenía un perfil falso de la red social Instagram en la que se hacía pasar por Massimo, un chaval italiano.

Julia quería conocer al chico, quizás, incluso, tener algo más con él. Quedaron. Era una cita a ciegas. Pero en vez de Massimo, quien se presentó fue Beatriz. El encuentro tuvo lugar en una tetería, pero fue de todo menos agradable. Julia denunció a Beatriz por abusar de ella y la detuvieron. La joven llegó incluso a comprar un coche de renting a nombre de la empresa su padre para Massimo, con la promesa de que se lo pagaría. Jamás sucedió.

Sin embargo, pasado el tiempo, cuando Julia había vuelto con el valenciano, volvieron a ser amigas. Marc le advirtió. Y, en ese momento, se convirtió en la diana de Beatriz. Julia se posicionó con su amiga.

Denuncias por malos tratos; persecución en el trabajo

Primero fueron unas denuncias por malos tratos: que la agarró del cuello y le soltó un puñetazo. Marc lo negó en su día, pero lo cierto es que el caso se archivó por falta de pruebas. Continuaron con amenazas y acoso, principalmente por redes. Él lo denunció. Pero después se crea el perfil “Info sobre Marc Jover”, en el que se publican fotos del deportista seguido de “acusado de maltrato y violación”.

Marc, que es graduado en Ciencias de la Educación Física, trabajaba en esa época en un centro deportivo. De repente, llegó un email anónimo: Hola, uno de vuestros trabajadores es un violador y tiene varias denuncias por ello. Y por maltrato. No creo que os convenga mucho tenerlo. ¿No os interesa saber quién es? No estaba firmado, pero detrás estaba su exnovia, Julia. El ahora profesor de pádel cambió de trabajo, pero los mensajes siguieron.

Fue detenido a los pocos meses, esta vez acusado de amenazas. Quedó libre. Dos días más tarde, se repitió. Su expareja esgrimía que le había vuelto a amenazar, esta vez por Facebook. Volvió a quedar en libertad. Era mayo de este año.

Llegó a entregarle su móvil a la jueza

En octubre todo se intensificó. Beatriz continuaba enviando graves amenazas a Julia mediante SMS, quien se pensaba que su exnovio era un agresor machista. Marc fue detenido una y otra vez, pero siempre quedaba en libertad. Finalmente, le imponen una orden de alejamiento de 200 metros de Julia. Pero todo continúa igual: sigue siendo detenido, a pesar de que le entregó su propio móvil a la jueza. Al final, y tras pasar la noche en los calabozos una séptima vez, acusado de romper la orden, él propone que le coloquen una pulsera de localización

Ese fue su salvoconducto. La investigación de la Policía Nacional y de la Guardia Civil cerca a Julia y Beatriz como sospechosas de un delito de usurpación de estado civil y denuncia falsa. La Justicia, por fin, se pone de su lado: ahora es a él a quien intentan proteger, otorgándole una orden de alejamiento de ambas chicas de 200 metros y la prohibición de comunicarse.