José Manuel Quintana Santana tiene un currículum brillante. Es doctor en Ingeniería Industrial y profesor titular de hasta diez titulaciones diferentes en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en la que trabaja desde hace casi 25 años. También fue secretario de su departamento durante un tiempo. Pero hay una gran mancha en su expediente: José Manuel siente “atracción sexual hacia los menores de edad” y ha sido condenado por ello a dos años de cárcel.

El docente fue procesado por abusar sexualmente de una niña desde que tenía cinco años hasta que cumplió diez. Los hechos, como ha adelantado Canarias 7, tuvieron lugar entre los años 2003 y 2008, pero el juicio oral no se celebró hasta el pasado lunes. En él, el acusado ha reconocido su delito.

La magistrada Ivana Asia Muiños del Juzgado de lo Penal número 6 de Las Palmas de Gran Canaria le ha condenado a dos años de prisión y a una multa de 25.000 euros con la que indemnizará a la familia de la víctima. Además, no podrá acercarse a más de 300 metros de ella en cuatro años.

Los abusos de José Manuel Quintana comenzaron en 2003, cuando su víctima no tenía más que cinco años. Durante ese año y el siguiente, el hombre acudía al domicilio familiar de la niña, se metía con ella en el baño y “se masturbaba delante de la menor”, según recoge la sentencia a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.

Al año siguiente y ya en la vivienda personal del profesor, el condenado aprovechó que la pequeña “jugaba a darse masajes con sus hermanos” para introducirle las manos bajo la ropa y tocarle los pechos.

La universidad se entera por la prensa

Además, durante los cincos años que pasó abusando de la menor, el hombre le pedía “en numerosas ocasiones” que ella le metiera la mano en los bolsillos de su pantalón so pretexto de “coger unas llaves u otro objeto”. Esta actividad provocaba en el pederasta un “placer sexual” que le generaba erecciones. De acuerdo con el texto de la sentencia, la menor era consciente de estas reacciones.

Ahora, la joven tiene 20 años y un “trastorno depresivo”, según el médico forense que la examinó.

La universidad ha conocido estos hechos a través de la prensa local canaria. Según han contado fuentes de la institución a este periódico, Norberto Angulo, el director de la Escuela de Ingenierías Industriales y Civiles en la que trabajaba José Manuel, se siente “totalmente desconcertado” ante la noticia.

A pesar de que Angulo se ha negado a hacer declaraciones a la prensa, desde la universidad aseguran que elevarán el caso a los servicios jurídicos del centro “para determinar si será o no inhabilitado de su cargo”. Remarcan, de todas formas, que la condena de José Manuel no le incapacita como empleado de la Administración pública. Por el momento, el pederasta confeso continuará trabajando y cobrando los casi 40.000 euros anuales que le corresponden como funcionario del subgrupo A1.

Antecedentes penales y prisión eludible

Sin embargo, este no es el primer escándalo en el que se ve envuelto el profesor Quintana: en mayo de 2017 fue condenado a dos años de prisión por prostitución y corrupción de menores. Una operación llevada a cabo por la Policía Nacional acabó con su detención por poseer material pornográfico de menores que había descargado de internet.

Según la sentencia de dicho procedimiento judicial, el pederasta se bajó fotos y vídeos de menores en actitudes sexuales en el portal de descargas E-Donkey, a través del programa E-Mule. Estos hechos se prolongaron desde octubre de 2015 hasta junio de 2018. Los archivos gráficos, en los que los niños participaban en felaciones y penetraciones, fueron incautados por la policía.

José Manuel Quintana no pasará un sólo día en prisión. Esto se debe a que la primera condena que tuvo, en mayo de 2017, cumplía con tres requisitos: era inferior a dos años de prisión, por un delito no violento y el acusado carecía de antecedentes penales. Esta sentencia ya cuenta como antecedente, pero el segundo procedimiento judicial en que se ha visto inmerso el profesor hace referencia a un delito cometido antes que el de su primera condena. Por tanto, este año se le ha juzgado como si estuviera limpio y podrá eludir la cárcel de nuevo.

Difícil reinserción social

El pederasta ha reconocido durante el juicio oral su “atracción sexual hacia los menores de edad”. Actualmente, el hombre participa en un programa de reeducación para adultos pedófilos. Bárbara Zorrilla, psicóloga consultada por EL ESPAÑOL, explica que este tipo de personas “son difícilmente reinsertables”. Los pedófilos “no son enfermos y pueden discernir el bien del mal” y eligen con plena consciencia y control de la situación abusar de menores y convertirse en pederastas.

Según el informe del médico forense, la víctima de Quintana padece un “trastorno depresivo”. De acuerdo con Bárbara, “eso es lo mínimo que puede tener”, ya que lo más duro para las personas afectadas por este tipo de conductas es superar el sentimiento de “culpa” que les queda. Aunque son inocentes, ellas se sienten “cómplices” del pederasta por haber ocultado los abusos que han recibido. Todo esto afectará a sus relaciones futuras.