Claudia Iturbe Sofía C. Rodríguez

Pedro Castrillo Martín, de 74 años y aficionado al cicloturismo, salió a dar un paseo en bicicleta por Palencia. La mañana pintaba tranquila hasta que el hombre, a su paso por un camino entre las localidades de Meneses y Belmonte, se vio rodeado por un enjambre de más de 500 abejas que le acribillaron a picotazos.

El afectado tuvo que ser evacuado del lugar del suceso en un helicóptero que le trasladó al Hospital Clínico de Valladolid. Allí le extirparon el medio millar de aguijones que se le habían quedado clavados en su piel y le trataron con Urbasón, corticoides y antihistamínicos. Esta cantidad de picaduras puede ser letal para un adulto debido a la alta cantidad de veneno que se introduce en su cuerpo, pero Pedro sobrevivió.

El hombre, vecino de Meneses (Palencia), pedaleaba por un camino asfaltado en dirección a Belmonte cuando una abeja le rozó la cara. No le dio importancia y continuó con su recorrido. En la zona hay varios panales de apicultores que viven de la miel, con lo que no le sorprendió.

Al poco tiempo, un enjambre de más de 500 de estos insectos le envolvió por completo. Pedro iba bien tapado, pero llevaba la cara y las manos al descubierto. Además, las abejas empezaron a meterse por dentro de su ropa. Por suerte, pudo coger su móvil para llamar a su mujer, María Iluminada Granado, y pedirle ayuda.

Pero su verdadero salvador fue un desconocido: Juan Herrezuelo, un instalador eléctrico que se dirigía en coche hacia el castillo de Montealegre, en Valladolid, y tenía que atravesar el mismo camino que Pedro. Según cuenta a EL ESPAÑOL, vio como una “nube negra” había rodeado a un hombre que “se tambaleaba” y “hacía esperpentos con las manos” a pocos metros de una bicicleta tirada en el suelo.

Inmediatamente detuvo su vehículo para socorrer al hombre. Cuando vio que eran abejas, se quedó “en shock”. Los insectos muertos que ya le habían picado se amontonaban al lado de Pedro. Juan cogió unas mantas que llevaba en el coche y se las echó por encima. También le ofreció su chaqueta para que se tapara. De esta forma, las abejas se alejaron de Pedro y el héroe imprevisto aprovechó para llamar al 091. Tras pasar dos días ingresado, Pedro recibió el alta el pasado domingo consciente de la suerte que había tenido: “Me han quitado 500 aguijones de abejas en el hospital, pero puedo contarlo”, dijo a El Norte de Castilla.

Reacciones por picaduras de abejas

Pedro Castrillo sufrió el ataque de 500 abejas que provenían de panales de los apicultores de la zona. Había pasado por la zona varias veces y los había visto, pero nunca le ocurrió nada hasta aquella mañana.

Las picaduras de avispas y abejas producen dos tipos de reacciones: local o generalizada grave (shock anafiláctico). Emergencias trata el primer tipo con una pomada o con un antihistamínico, mientras que el segundo lo contempla como un problema respiratorio grave y se aplica el tratamiento correspondiente. Que se produzca una u otra reacción depende del cuerpo, de cómo actúe ante el veneno inyectado. No hay un número de picaduras a partir del que se pueda hablar de muerte. “Cuanto más veneno es más fácil que se produzca el shock, pero este tampoco significa que el paciente vaya a fallecer”, explica un portavoz de Emergencias Madrid a EL ESPAÑOL. Una persona puede recibir 2 picotazos y entrar en shock, mientras que a otras, como Pedro, le pican 500 y no sufre esta reacción grave.

La reacción local viene acompañada de picor, inflamación y enrojecimiento de la zona en la que ha picado el insecto. Si la superficie inflamada supera los 10 centímetros de diámetro, lo más probable es que se trate de una reacción alérgica. Sin embargo, en el momento en el que el afectado sufre mareos, dificultades para respirar o pierde el conocimiento, la reacción es grave y puede entrar en un shock anafiláctico.

En España, un 3% de la población es alérgico a las picaduras de abejas y avispas, pero pocos acuden a un alergólogo para ser tratados. La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) ha explicado en un informe que se trata de la alergia que mejor se cura. Tan solo deben inyectar una vacuna con el veneno del insecto en el paciente y en el 90% de los casos la reacción desaparece.

Los aguijones, uno a uno

Con la llamada de Juan, los Servicios de Emergencias se pusieron en marcha. Tanto la Guardia Civil como personal facultativo de Medina de Rioseco llegaron al lugar de los hechos para atender a Pedro. Debido a la gravedad de las picaduras, tuvo que acudir un helicóptero medicalizado para trasladarle al Hospital Clínico de Valladolid. Una vez allí, las enfermeras del centro le quitaron uno a uno los aguijones que tenía clavados. “No me cabía un aguijón más ni en la palma ni en el dorso de las manos. Las tenía tan hinchadas que parecían guantes de boxeo”, explicó Pedro. Para bajar la inflamación tuvieron que administrarle Urbasón, corticoides y antihistamínicos. 

Juan también tuvo que recibir atención médica en el Centro de Salud de Medina de Rioseco. Al ayudar a Pedro, le picaron 25 abejas y tuvieron que sacarle una del oído. Pero a él los picotazos no le duelen.

Cómo actuar ante picaduras de abejas

Las avispas y las abejas están más activas durante los meses cálidos, de ahí que en verano se produzca el mayor número de picaduras. Lo que recomienda la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) para evitar los ataques de estos insectos es no comer al aire libre, no vestir de colores llamativos, no perfumarse con olores intensos, no correr o montar en bici en zonas en las que hay muchas flores para evitar colisiones con insectos y no acercarse a zonas en las que haya panales. Si una avispa o abeja se posa en tu cuerpo no se debe intentar matarla o espantarla, lo recomendable es quedarse quieto y hacer movimientos lentos.

Helicóptero en el que tuvieron que trasladar a Pedro al hospital.

Si a pesar de seguir estas indicaciones te pica uno de estos insectos, se debe lavar la zona con agua y jabón. Las abejas pierden el aguijón en la picadura, por eso recomiendan retirarlo con unas pinzas desinfectadas sin apretar la zona para evitar que el veneno se disemine. Tras realizar estos pasos, para evitar el dolor o el escozor por la picadura, se debe aplicar hielo en la zona y, si es necesario aplicar una crema o tomar antihistamínicos.

En el caso de Pedro, al sufrir tantas picaduras, fue necesario solicitar ayuda médica para que le atendieran en la zona. La SEAIC recomienda también que se avise al personal sanitario cuando la persona afectada sufre mareos, bajada de tensión, pérdida del conocimiento o problemas respiratorios tras la picadura.

La heroicidad de Juan

Juan pasaba por la zona de camino al castillo de Montealegre cuando vio a Pedro en el suelo cubierto por una “nube negra”. En aquel momento detuvo su vehículo para socorrerlo. De no haber sido por él, Pedro no estaría narrando su historia y él mismo lo reconoce: “Si no llega a ser por ese hombre, me habrían matado. Estoy vivo de milagro”. Juan también recibió picotazos, pero poco le importó, había salvado la vida a un hombre. El SAMUR le atendió en la zona, pero tan solo tuvieron que ponerle “hielo en la frente”. Posteriormente fue trasladado a un centro de salud para ser examinado.

Pasados unos días, la hija de Pedro fue a visitarlo para agradecerle su actuación e informarle del estado de su padre, que tenía “la cara como una pasa”. Juan ha recibido el agradecimiento de muchas personas por su acto heroico; pocos hubieran sido capaces de auxiliar a Pedro ante semejante situación. Aunque Juan le resta importancia. “He hecho un bien a una persona, y encima mayor”, comenta el instalador eléctrico. Con eso le basta.

Pero Pedro no es el primero al que Juan salva la vida. “Hace cuatro años auxilié a un compañero que se estaba electrocutando, tiré una cadena, provoqué un cortocircuito y le salvé la vida”, explica. Ante situaciones semejantes hay que ser valiente y no pensárselo dos veces. Esta es la máxima de Juan: “Hay que ayudar a la gente siempre que se pueda”.