Sevilla

“Rabia”. “Desprecio”. “Asco”. “Indignación”. “Miedo”. La puesta en libertad y el posterior retorno a Sevilla de los cinco miembros de 'La Manada’ no ha sentado bien entre la mayoría de vecinas del distrito hispalense de Amate, donde viven los condenados por abusar sexualmente en los Sanfermines de 2016 de una joven madrileña de 18 años.

El viernes pasado, los cinco condenados a nueve años de prisión ingresaron los 6.000 euros que la Audiencia les imponía para salir en libertad. Mientras, las partes esperan la respuesta del Tribunal Superior de Justicia de Navarra a sus recursos. El sábado, todos ellos ya habían retornado con sus familias. Este martes, sólo un día después de que ‘fichasen’ por primera vez en los juzgados de Sevilla, EL ESPAÑOL recorre las calles de Amate para pulsar la opinión de las mujeres que residen allí.

En el auto de puesta en libertad, el tribunal asegura que ya no existe riesgo de fuga ni tampoco de reincidencia. Además del pago de una fianza, les imponía la obligación de personarse ante la autoridad judicial los lunes, miércoles y viernes de cada semana. Por cada diez personaciones, ‘La Manada’ restará un día de prisión a la condena. Aunque José Ángel Prenda organizó una fiesta el día de su llegada, en su barrio no les quiere nadie, salvo los suyos.

"El Prenda" celebra la libertad provisional en su domicilio de Sevilla

María Lozano, 47 años: “Si les veo, les señalaré como lo que son, violadores”

María Lozano ha pasado media vida en Los Pajaritos, uno de los tres barrios que componen el distrito de Cerro-Amate. Tiene una hija de ocho años. Su casa sólo está separada por una amplia avenida de la de uno de los condenados por abusos sexuales.

María explica que su hija le contó por primera vez en su vida que tenía miedo “real” cuando vio por televisión las calles que ella recorre a diario. Fue hace un par de días. “Me dijo: ‘Mamá, ¿le van a hacer algo malo a la abuela?’ Ese es mi mayor temor. Que mi hija sufra por la vuelta de estos tipos a Sevilla”, asegura la mujer.

María Lozano, de 47 años, ha crecido por las calles del distrito de Amate. A. L.

Esta madre explica que en las últimas horas le han llegado mensajes al teléfono móvil con las direcciones de los miembros de ‘La Manada’. Dice que, en cierta medida, eso le ha hecho “bien”. “Están estigmatizando un barrio, cuando los únicos culpables son ellos”, asegura.

“Si alguna vez los veo por la calle, les diré que son violadores, porque eso es lo que describe la sentencia en los hechos probados. Se lo diré a la cara. Porque insisto, ellos son los que han hecho daño y no el resto, como pretenden hacernos creer ahora con esa imagen de santos”.

María asegura que no conoce a nadie que “no sienta impotencia por tener de vuelta a estos indeseables”. Dice que “la indignación” entre sus vecinos “es generalizada”.

Feminista por convicción, esta madre afirma que los jueces deberían tener una mayor sensibilidad con las mujeres. Indignada, añade: “¡Cómo que no hay riesgo de reincidencia, pero si no es la primera vez que lo hacían! Ahí está Pozoblanco”. Se refiere a los presuntos abusos sexuales cometidos en mayo de 2016, dos meses antes de San Fermín, con una joven en estado de inconsciencia en el interior de un coche.

Rosario Sánchez, 68 años: “No me gusta que estén campando a sus anchas”

Rosario tiene tres hijos (dos hombres y una mujer) y dos nietas. Una de 16 años y otra de 9. La mayor fue el viernes pasado a la manifestación que se celebró en Sevilla en contra de la vuelta de ‘La Manada’ a la capital andaluza y de la decisión de poner en libertad a los cinco abusadores sexuales.

Rosario vive y trabaja cerca de las casas de dos de los miembros del grupo. Sin ambages, la mujer dice que “son violadores”. Se queja de que “ahora estén campando a sus anchas” por la ciudad. “No me gusta. No es justo que estén ya en la calle. Será la ley la que les facilita eso, pero la ley no tiene sensibilidad”.

María de San Juan, 20 años: “La justicia está en decadencia total” 

María estudia segundo curso de Trabajo Social en la Universidad de Sevilla. Cuando EL ESPAÑOL habla con ella, la joven se dirige hacia uno de sus últimos exámenes antes de las vacaciones de verano. La chica cuenta que no tiene miedo de la presencia de La Manada en Amate porque “no suele estar en los ambientes por lo que se mueven estos tíos”. “Es difícil que pueda coincidir con ellos”, dice.

La estudiante asegura que le produce “más asco y dolor” el hecho de que los miembros del grupo hayan vuelto a sus casas. “Demuestra que la Justicia está en decadencia. Si había argumentos para mantenerlos en prisión al igual que había para ponerlos en la calle, que los hubieran dejado en la cárcel. Hubiera sido una forma de lanzar un mensaje a la ciudadanía. Por un lado, de que la gente normal está protegida. Por otro, de que actitudes y roles como la de estos violadores son asquerosas y despreciables”.

María de San Juan, estudiante sevillana de 20 años. A. L.

María tampoco entiende que el tribunal que primero condenó a 'La Manada' y ahora les ha permitido volver a ser libres -al menos, hasta que se pronuncie el TSJN- niegue la existencia del riesgo de reincidencia. “Tenían chats hablando del uso de burundanga, se les investiga por lo de Pozoblanco… ¿qué más quieren?”, se pregunta la joven estudiante, quien asegura que siente “cabreo y desprecio” cuando “todavía hay quien los defiende”.

María García, 52 años: “Usan a las mujeres como muñecas”

María tiene 62 años. Va con prisa, pero cuando el reportero le explica el motivo de su reportaje, la mujer aminora el paso. Mientras camina despacio, cuenta que tiene tres hijas de entre 15 y 30 años. La mayor ya se ha independizado, pero las otras dos siguen viviendo con sus padres y saliendo por Amate.

La mujer, más allá de la decisión judicial de dejarlos en libertad, centra sus críticas en las formas de actuar de los cinco condenados. “No entiendo que para divertirse usen a las mujeres como objetos, como si fueran muñecas”, dice.

“Me resulta bochornoso que puedan alardear de ello, como se demuestra en todas las conversaciones que han ido saliendo a la luz”, incide la señora. “Supongo que tendrán madres, hermanas, o que alguno querrá ser padre y puede que tenga una hija. ¿Les gustaría que trataran así a las mujeres que están en sus vidas? Son asquerosos. No los quiero cerca de mí. Yo sí tengo miedo. Que se vayan”.

María Aragón, 62 años: “Recibiría a mi hijo con dos guantazos en la cara”

Esta otra María camina junto a su marido cerca del parque Amate, que da nombre al distrito. Se instaló aquí hace tres años. Su hermana vive en el barrio “toda la vida”.

La mujer dice que si se cruza con alguno de los miembros de 'La Manada' por la calle, “ni los miraría”. “Siento rechazo total por ellos”, dice María. “No deberían llamarse personas”.

La señora no entiende que los jueces hayan dicho que los condenados no van a reincidir. “Ya lo han hecho antes”, asegura. “¿Por qué no ahora o dentro de un par de meses?”.

María Aragón, 62 años. Afea a las familias y amigos de los cinco condenados que les recibieran como si fuesen inocentes. A. L.

A la mujer le indigna que, “visto lo visto”, los amigos y familiares de los miembros de 'La Manada' les sigan defendiendo. “Yo tengo un hijo. Si llega a hacer eso, al volver de prisión a casa lo recibo con dos guantazos y no con una fiesta. Eso es lo que se merecen”.

El pleno del Ayuntamiento de Sevilla aprobó el viernes por unanimidad una moción de urgencia promovida por IU para declarar "no gratos" a los cinco excarcelados. Porque a 'La Manada' no sólo no se le quiere en Amate. Tampoco en la capital hispalense.

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