Nueve horas de coche. Más de 700 kilómetros. El camino que une Pamplona de Sevilla se ha convertido en una peregrinación constante para los familiares de la Manada. Ir, venir. La cárcel de la capital navarra les acoge semana sí, semana no. Pero por poco tiempo. José Ángel Prenda, Ángel Boza y Jesús Escudero ya han solicitado el traslado desde el penal a otro centro de su ciudad natal, según han confirmado EL ESPAÑOL fuentes penitenciarias.

Era cuestión de tiempo. Los tres sevillanos, que llevan entre rejas casi dos años, desde los Sanfermines de 2016, lo tenían claro. Querían estar cerca de su casa, de los suyos. Al principio les daba igual —“El primer día entraron cantando, porque pensaban que era cosa de dos días”, admiten desde el penal—, pero, con el paso de los días, su determinación cambiaba. La puntilla fue el traslado de módulo de Boza, separado de sus amigos por participar en una paliza a un violador.

“Han solicitado el traslado de prisión mediante una instancia”, especifican las fuentes consultadas por este periódico. El procedimiento a seguir es el habitual, pero también se puede acompañar de alguna acción legal presentada por su defensa. Prenda, Boza y Escudero están representados los tres por el mismo abogado, el letrado Agustín Martínez Becerra.

Sin límite de tiempo para la concesión

No hay límite de tiempo para que se les conceda o deniegue el cambio de centro penitenciario. “Puede tardar quince días o tres meses, es igual”. Tampoco es óbice de nada el periodo que emplee Instituciones Penitenciarias para tomar la decisión. Todo apunta a que se les concederá. Sería distinto si el traslado lo solicitara la dirección de la prisión de Pamplona I por cuestión de comportamiento y los plazos se acortarían sensiblemente. Pero no es el caso. 

Los tres miembros de la Manada han mantenido una buena actitud en estos casi dos años encerrados, quitando el incidente de Boza. Al principio se encontraban en el mismo módulo y pasaban todo el rato juntos. Desde ese momento, el menor de los sevillanos está solo y vive en otra sección del recinto. Quería desesperadamente volver a su Sevilla natal, cuanto antes, mejor. Quizás también tenga que ver que, de este trío, es el que peor se ha adaptado a la rutina en prisión. “Es el que más exterioriza la protesta contra su causa”, esgrimen desde la cárcel.

La Manada fue condenada por abuso sexual por la Audiencia Provincial de Navarra el pasado mes de abril. La sentencia, que se había hecho esperar, tuvo un gran impacto social. Gritos en las calles, jaleo político. El rugido feminista no ha cesado desde entonces: pese a que el tribunal considera probado que la víctima no tenía escapatoria y que la vejaron, el fallo dictaminó un delito de abuso, no de agresión.

Dos años desde los incidentes de San Fermín

En un mes se cumplen dos años desde que cinco jóvenes sevillanos, autodenominados la Manada, llegaron a los Sanfermines. No iban a perder el tiempo: horas después, la mañana del día siete, relataban lo ocurrido -y ahora sentenciado- en los grupos de whatsapp a sus amigos: “Follándonos a una entre cinco, jajaja. Qué putada pasada de viaje”. 

Prenda, Escudero y Boza “siguen pensando que están viviendo una caza de brujas”. De Cabezuelo, militar, y Guerrero, guardia civil, creen lo propio. Ellos, en cambio, están internos en la cárcel de Alcalá Meco, en Madrid, al no ser civiles. Pero también han interpuesto un recurso contra la sentencia.

De momento, los internos en Pamplona “sí que comentan que tienen esperanzas en que les dejen en libertad antes del recurso”. Aún así, no se quejan del ambiente de su cárcel actual. No se puede decir que estén cómodos, pero tampoco a disgusto. “Si no fuera por la familia, a ellos les daría igual seguir en Pamplona”.

La cárcel de Pamplona, un centro moderno

El de Pamplona es un centro nuevo, moderno, pequeño. Desde que la Manada cambió su estatus penitenciario de preventivo a penado, ni siquiera fue necesario que se mudaran dentro del recinto, porque en la prisión pamplonica no hay diferencias en los módulos. Así que Prenda y Escudero continuaron compartiendo habitación. Ángel Boza tampoco alteró su rutina.

La cárcel de Pamplona se creó para facilitar el reagrupamiento de presos etarras, según fuentes de Instituciones Penitenciarias a este periódico. Es uno de los centros más modernos del país: en junio de 2012 fue inaugurada entre críticas por sus magníficas instalaciones. Dispone de piscina olímpica, gimnasio, frontón y biblioteca, entre otros.

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