Por desgracia, se fijó en ella muy pronto. Poco después de llegar a la Jefatura de Policía Autonómica de Vigo, Carolina (nombre ficticio) empezó a soportar sus comentarios. Al principio, sibilino, los lanzaba en privado. Con el tiempo empezó a soltarlos delante de más compañeros o durante las reuniones previas al comienzo del servicio. Muchos días, durante cuatro años, Carolina tuvo que escuchar y soportar el sexismo latente en las palabras de su superior. El agente era el inspector Torres.

Un día se interesaba por el color de su piel:

-Pero qué morenita estás, seguro que ese morenito es de solárium. ¿Es integral? ¿Tú a qué playa vas? Que sepas que yo voy a la playa nudista de Barra, con mis hermanas.

También le parecía relevante el modo en que vestía:

-A ti el uniforme no te queda como a los demás, seguro que lo llevaste a la modista para entallarlo.

Otras veces insistía sin rubor alguno, sin cortarse, en la extensa lista de novios que, a su juicio, debía de tener su subordinada:

-Tú, ¿cuántos novios tienes Carolina?. Porque claro, tú eres una chica muy liberal. Tú y Leonor deberíais tener una chorboagenda.

Había ocasiones en las que directamente le sugería que se fuera a vivir cerca de él.

-“Oye Carolina, ¿por qué no te compras un chalet en Canido? ¿Quieres un inspector de 3.000 euros al mes que te ayude a pagarlo?”.

Aquel hombre no era un hombre cualquiera. Quizá por eso pasó este martes a disposición judicial. Se trata de Antonio José Torres Rodríguez, jefe de la Policía Autonómica de Vigo. Apareció en los juzgados luciendo corbata, cabeza afeitada y junto a su abogado, maletín en mano. Está imputado por acoso sexual y laboral a Carolina.

Comisaría de la Policía Autonómica de Vigo.

La joven víctima, que acaba de llevar a su superior a juicio, explica cómo “comenzó a realizar continuos comentarios humillantes, degradantes y sexistas” hacia la agente de policía. EL ESPAÑOL ha tenido acceso a la denuncia, así como al documento forense que avala el relato de la víctima. Este informe realizado por el Instituto de Medicina Legal de Galicia (IMELGA), afirma que la mujer “presentó un trastorno adaptativo depresivo-ansioso reactivo a problema laboral grave de acoso laboral y sexual”.

Entretanto, Torres declaró este martes ante el juez. Negó todos los hechos que se le imputan y también aportó algún que otro testigo respaldando su versión. Negó también el delito de acoso sexual que se le imputa y aseguró que el problema con la agente comenzó a raíz de algunas faltas de puntualidad de Carolina. Esto llevó, según su versión, a que se le abriese un expediente, que ya está archivado.

Toda la denuncia de la joven está respaldada por la declaración jurada de diversos compañeros de trabajo y testigos. Junto a ella, algunos policías de la comisaría de Vigo han ido declarando ante el juez sobre la actitud del inspector Torres.El relato que sigue se basa en los documentos a los que ha accedido este periódico y en los que se versa sobre el presunto acosador.

“Como te llevas tan bien con Carolina”

La mujer llegó a su puesto en 2012. Allí conoció al inspector Torres. Un hombre no muy alto, calvo y delgado. Desde que llegó a la Comisaría de Vigo, explican el informe forense y la denuncia de la policía, Carolina no dejó de recibir todo tipo de ataques.

Esto ocurría cuando estaba y cuando no estaba delante. Porque claro, según el inspector Torres, su “aspecto físico y su forma de ser descentraba” a algunos policías de la Unidad.

En una ocasión, el jefe se pasó de la raya. Y no fue hablando con la propia Carolina, sino con uno de sus compañeros. Se atrevió a preguntarle, directamente, delante de más personas, si se había divorciado de su mujer. Él dijo no, y por qué me lo preguntas. Ni corto ni perezoso, el inspector Torres se encogió de hombros y, entre dientes, deslizó:

- “Bueno… es que como te llevas tan bien con Carolina”.

Todos estos comentarios, explican los abogados de la joven, la hacían sentir molesta e incómoda. No eran cosa de un día. Aquello era continuo. No tenía fin. La mayoría de sus compañeros conocían la situación y eran testigos a diario de las palabras que esta mujer tenía que soportar. Alguno de ellos le manifestó que no debía seguir consintiéndolos. Durante mucho tiempo aguantó y no quiso interponer ninguna denuncia ni ponerlos en conocimiento de sus superiores. “Primero por vergüenza, segundo porque confiaba en que estos comentarios terminarían al comprobar el inspector Torres que la denunciante no estaba en absoluto interesada en su persona”. Pero su paciencia llegó a un límite.

El momento en que todo se torció

El inspector Torres, a su llegada a los juzgados de Vigo.

El 15 de marzo de 2013 todo se torció. Ese día Carolina trabajaba. Iba con un compañero en uno de los coches oficiales. De pronto, en plena carretera, un accidente. Un vehículo impactó con el suyo por la parte de atrás. No quedó otro remedio que atenderla tanto a ella como a él. El médico de cabecera les expidió una baja médica que requería de reposo y de rehabilitación.

Pronto le dieron el alta. Al volver al trabajo, se enteró -según relata la denuncia- de lo que el inspector José Antonio Torres había ido diciendo por ahí a varios compañeros: “A Carolina, cuando se dé de alta, la voy a castigar un poquito, porque es muy buena niña, pero a X -el otro compañero- lo voy a castigar mucho más”.

De abril a junio de ese año, el mismo del accidente en el coche patrulla, Carolina estuvo apartada del grupo en el que trabajaba, el de investigación de menores. Durante esos meses realizó servicios medioambientales. No recibió ninguna explicación.

En aquel entonces, la agente recibió elogios por su constancia, por su capacidad de trabajo, por su intensidad y por su buen hacer. Palabras de este tipo le llegaban de sus compañeros y de algunos superiores. Muchos sabían lo que la mujer estaba pasando debido a las palabras y al trato del inspector Torres.

Meses después, Torres llamó a Carolina a su despacho. Allí cerró la puerta y le dijo: “Ha llegado a oídos de los Jefes de Santiago que yo ando detrás tuya y que como de tu mano, y esto no puede ser, ya que me puedo meter en un problema". Desde entonces, se explica en la denuncia, todo acto del inspector Torres en el que estuviera la agente involucrada iba a ir en su detrimento.

Por eso Carolina recuerda una situación que se produjo tiempo después, en 2015. La agente está trasladando a un menor a un centro médico. Junto a ella iba uno de sus compañeros. Ella iba de copiloto, y él conducía el vehículo. En un momento dado, les saltó un radar en la autopista, a la velocidad aproximada de 135 km/hora.

Cuando llegó la multa a comisaría, el Inspector Torres les llamó y les ordenó que fuesen a su despacho. La responsabilidad, dijo, es la misma para los dos. Después, se dirigió solo a Carolina. Las siguientes palabras fueron confirmadas bajo declaración jurada por el agente que conducía aquel vehículo. También él escuchó al inspector Torres decir: “Algo le harás a los compañeros cuando vas tú de copiloto, que le pisan mucho al acelerador..., y ya es la segunda vez que salta un radar cuando vas tú de acompañante...".

El 28 de mayo de 2016 falleció la abuela de Carolina. A la agente le correspondían cuatro días hábiles para poder estar con su familia en aquellos momentos de luto, así que los pidió a los jefes de la comisaría. Se trasladó a la ciudad en la que en aquel momento residía su abuela para arreglar los papeles de la herencia, para asistir al entierro. La mujer llamó por teléfono desde allí para solicitar un día más por asuntos propios para terminar de arreglar la situación familiar. Uno de sus compañeros le dijo que el inspector Torres denegaba su solicitud.

La ciudad de Vigo, vista desde el aire.