"Voy a llegar hasta el final con el juicio", dice rotunda la joven. "No quiero hundir a nadie, pero sí que se haga Justicia".

La mujer que habla sabe bien por lo que ha pasado la chica de la que abusaron sexualmente los cinco miembros de 'la Manada'. Ella sufrió una situación similar dos meses antes con cuatro de ellos. Fue el 1 de mayo de 2016. Dentro de un coche, con ella dormida, quizás drogada, la toquetearon, la besaron y se grabaron. En sólo unos días se cumplirán dos años de aquello.

Tres amigos de la Manada declaran por mofarse en un grupo de Whatsapp de un vídeo abusando de otra mujer

El pasado jueves, cuando esta mujer que habla con el periodista escuchó de boca del presidente del tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia de Navarra el fallo que los condenaba a nueve años de prisión, un profundo sentimiento de indignación recorrió su cuerpo. Pero quizás quedó más decidida que nunca a reclamar justicia. "La chica de Pamplona no está sola. Yo estoy a su lado".

Los cinco miembros de 'la Manada' no han terminado, a priori, su periplo por los juzgados. Tras conocerse este jueves la sentencia que los condena a nueve años de prisión por abusar sexualmente de una joven de 18 años, el siguiente juicio que les espera es el de los presuntos abusos sexuales cometidos sobre otra mujer dos meses antes de los hechos de Pamplona.

En este caso fue en Pozoblanco (Córdoba) el 1 de mayo de hace dos años. Aunque el caso está aún en fase de instrucción y ellos están siendo investigados, fuentes judiciales explican a EL ESPAÑOL que dan por segura su celebración. Tras cerrarse el caso de Pamplona, éste se reactivará en las próximas semanas.

Como en la capital navarra, cuatro de los cinco condenados grabaron un vídeo de camino a Pozoblanco tras pasar la noche en las fiestas locales de un pueblo vecino, Torrecampo. Fue dentro de un coche.

En el interior del vehículo aparecen el militar Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena, el guardia civil Antonio Manuel Guerrero, que es el que conduce, José Ángel Prenda y Jesús Escudero. De los que están en prisión sólo falta Ángel Boza, que en esta ocasión no viaja hasta tierras cordobesas.

Fotograma del vídeo en el que José Ángel Prenda toca los pechos de la chica. E. E.

En el asiento trasero, sentada entre el militar Alfonso Cabezuelo -en la foto de portada, con camisa azul- y el peluquero Jesús Escudero -con barba castaña-, hay una joven de 21 años en estado de inconsciencia. Es la mujer que primero sufrió a 'la Manada'. Cabezuelo la tiene agarrada por detrás del cuello.

En el vídeo, que dura 46 segundos y se grabó con el móvil del agente de la Benemérita, se ve que los cuatro amigos se mofan, que todos tocan los pechos de la joven y que uno de ellos, el que la abraza, la besa sin que ella haga muestra alguna de acompañamiento.

Al final de las imágenes, el guardia civil, que estaba destinado en prácticas en Pozoblanco y es quien convoca a sus amigos, dice: "Esto es Pozoblanco y esto es la manada". Fue su forma de estampar la firma del grupo. El distintivo de los lobitos, como así se hacen llamar ellos mismos desde niños.

Esa primera víctima de 'la Manada' ha roto su silencio con EL ESPAÑOL dos años después de sufrir los abusos descritos. Lo hace bajo la condición de que se explique que no va a volver a hacer declaraciones ni a conceder ninguna entrevista a otros medios de comunicación. "No voy a responder a las llamadas", insiste. "Pido respeto y que se me deje tranquila".

"Si sales viva, dicen que ibas drogada"

Sólo un día más tarde de conocerse la sentencia de la Audiencia de Navarra, la joven se muestra "indignada" como mujer con el sentido del fallo. Sus palabras son en caliente. Con rabia. Pero sabe que sólo la Justicia le pueda ayudar.

El vestido que la joven llevaba aquel día quedó con rasgaduras. Al llegar a casa, confundida y sin saber lo que le había ocurrido, le hizo fotos a la ropa que vestía. E. E.

La chica cordobesa se muestra contrariada con los argumentos dados por el tribunal de Pamplona. Los respeta, pero no los comprende. A su juicio, los jueces, más allá de interpretar las leyes, han de ser capaces de ponerse en el lugar de las víctimas. La joven dice que éstas se bloquean y que son capaces de ceder su cuerpo para evitar daños mayores debido al miedo que llegan a padecer en situaciones similares a las descritas.

"Si sales viva, dicen que ibas drogada o que tú te lo has buscado. O que tienes la culpa por ser simpática y que ellos han confudido las cosas. Parece como que si no hay violencia evidente, no existe violación".

El vídeo de Pozoblanco tiene una duración de 46 segundos. Lo encontró la Policía de Pamplona tras detener a los cinco amigos sevillanos el 7 de julio de 2016. Al analizar sus teléfonos móviles, vieron que los ahora condenados habían distribuido dos meses antes unas imágenes en las que aparecía otra joven. Era la chica de Pozoblanco.

La Policía Foral narró así en su informe el comportamiento del grupo mientras se produce el presunto abuso sexual investigado: “Se ríen y gesticulan mientras se producen dichas acciones, participando todos activamente en los tocamientos y palpaciones sobre los senos de la mujer”.

Ese vídeo lo habían difundido por dos chats de Whatsapp llamados Peligro y Manada. Inmediatamente, los agentes se pusieron en contacto con la víctima, quien hasta ese momento no había denunciado porque sus recuerdos de aquella noche eran muy vagos.

Además, se sentía avergonzada. Tan sólo había guardado y hecho fotos a las prendas de ropa que llevaba puestas aquella noche, entre ellas unas medias y un vestidos rotos. También fotografió la moradura que le salió al día siguiente en un muslo, justo debajo de un lunar.

Moradura en uno de los muslos de una pierna de la víctima de Pozoblanco. E. E.

"Es otro caso Marta del Castillo"

La denunciante sospecha que sus presuntos abusadores la drogaron, pero es consciente de que le será casi imposible demostrarlo ante el juez porque, al no denunciar en su fecha, no se le practicó ninguna prueba que determinase la existencia de trazas de medicamentos o de estupefacientes en su organismo.

Durante el más que probable juicio, la víctima sólo contará con el contenido del vídeo y con el de las conversaciones de dichos chats. Después de recibirlos en sus móviles, varios integrantes de los dos grupos de Whatsapp llegaron a preguntarles a los cuatro miembros de 'la Manada' si a la chica le habían suministrado “burundanga” o “cloroformo”. Incluso, uno se atrevió a decir: “Es otro caso Marta del Castillo, jajaja”. “¡Qué habilidad! Conduciendo con una mano y con la otra cogiendo una teta atrás" soltó un tercero al ver los movimientos del guardia civil.

En diciembre de 2017, el fiscal jefe de Córdoba, Juan Calvo-Rubio, señaló que "es complicado" que se pueda determinar el uso de la sustancia burundanga. Pese a todo, la chica de Pozoblanco se muestra confiada. "Voy a ir hasta el final en este caso", dice la joven. "No voy a hundir a nadie, pero sí quiero que se haga Justicia".

La chica cuenta al periodista que, en cierta medida, denunció no sólo para tratar de demostrar que abusaron de ella. También para intentar ayudar a la víctima de San Fermín y hacer ver a la sociedad que no era la primera vez que 'la Manada' actuaba de esa forma.

"Me encantaría que ella esté bien y que sepa que no está sola. Yo siempre quise ayudarla, aunque fuera indirectamente".

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