“Salimos de trabajar un viernes por la tarde, cruzamos la frontera, compramos tabaco para llevarnos a Francia, cenamos y nos vamos de putas. Si vamos muy puestos de cocaína nos saltamos lo de la cena”. Lo cuenta riendo Mokhtar, un marroquí de 30 años, apoyado en la barra del puticlub más grande de Europa. Mokhtar reside en Perpignan y habla sin rubor de una de las principales actividades de ocio de la juventud francesa: irse de putas a España. Es algo que está tan normalizado como jugar una pachanga de fútbol-sala los jueves con los amigos. Los burdeles están prohibidos en Francia. En España, la oferta es inacabable. Dando un saltito, se acaban las restricciones. Y con ese saltito, se cae en La Jonquera.

Si buscas “París” en Google, la primera foto que sale es la Torre Eiffel. Si tecleas “Roma”, la imagen que ilustra la ciudad es el Coliseo. Si pones “La Jonquera”, lo primero que aparece es el Paradise, el puticlub más grande de Europa. Es la seña de identidad del último pueblo de España; de un municipio en el que, según la temporada, hay una prostituta por cada diez habitantes. De una especie de Disneylandia del sector, con cuatro macroburdeles y una carretera del vicio como principales reclamos turísticos. Cada día cruzan la frontera centenares de franceses para ir con prostitutas sin temor a ser multados. Los fines de semana, incluso, llegan autocares organizados, igual que viajes del Imserso. El anterior alcalde de La Jonquera lamentaba que su propio pueblo es “el burdel de Francia”. Y a pesar de los esfuerzos del Ayuntamiento por revertir la situación, cada día hay más oferta y más demanda. El negocio cada vez tiene más volumen y más aspirantes a controlarlo.

Acaban de cumplirse cinco años de la colocación de un coche bomba en la puerta del Paradise, ese puticlub cuya foto ilustra La Jonquera en Google. Es el macroburdel más grande el continente. Los explosivos para volarlo por los aires los puso Xavi Jaume “El Gordo”, un delincuente muy conocido por las autoridades españolas. Al Gordo lo mataron hace un mes aplicándole su propia medicina: poniéndole una bomba en su coche. Esta guerra a petardazo limpio ilustra bien la pelea por el control de los prostíbulos en la frontera; un lucrativo negocio cuyo control se reparte entre empresarios españoles e italianos, mafiosos marselleses y proxenetas del este de Europa. Cada año mueve cientos de millones de euros. Y sigue creciendo. Pero… ¿Por qué en La Jonquera?

Una prostituta conversa con un mosso d'esquadra en La Jonquera.

El último pueblo de España

La Jonquera es el último pueblo de España. Y aunque sea español, se habla francés, los carteles de los menús de los bares están en francés y en la plaza del Ayuntamiento ondea la bandera catalana… y la francesa. Ni rastro de la española. Este afrancesamiento se debe a que es el pueblo al que han venido siempre los franceses a hacer sus compras y llevárselas de contrabando a su país. En las calles, sin embargo, ahora reina el mestizaje: en cualquier calle es fácil encontrar tiendas especializadas en productos rumanos, latinos y marroquíes, que son los nuevos habitantes del pueblo. La prostitución tiene bastante que ver con esta nueva fisonomía.

Las banderas de Cataluña y Francia en la plaza del Ayuntamiento de La Jonquera. Ni rastro de la española Foto: David López Frías

Putes sempre hi hagueren, però ara sembla que les reguen” (“Putas siempre hubo, pero ahora parece que las riegan”), relata Jaume, un sexagenario de La Jonquera, nacido y criado en el pueblo. Ilustra así el incremento de la prostitución en su pueblo en los últimos años. La clientela está conformada, en un 90%, por ciudadanos de Francia. Para entender por qué La Jonquera es algo así como el paraíso de la prostitución para los franceses, hay que valorar varios factores.

Los factores principales

El primero es su ubicación geográfica: es un paso fronterizo. Eso ha provocado que históricamente haya sido considerada una de las capitales europeas del contrabando. Así, las estructuras delictivas, las que suelen controlar este tipo de negocios en subterfugios, no son recientes, sino que están bien consolidadas.

Ahora, además, los puestos policiales están abandonados. Nadie controla el paso desde 1995, cuando se suprimieron las fronteras. Pero como la Unión Europea no significó igualdad salarial entre europeos, las cosas siguieron siendo más baratas en España. Los franceses siguen viniendo a hacer sus comprar a este lado de la raya. 

Control fronterizo de la Policía Nacional, abandonado desde 1995 Foto: David López Frías

Un ejemplo es el tabaco. Un paquete de Marlboro en Francia cuesta 7 euros. En España no llega a 5. Por este motivo, el estanco número 1 de La Jonquera es el que más tabaco vende de toda España. “El 90 por ciento de nuestros clientes son franceses” cuenta la chica que atiende, en un español chapurreado. Lo mismo pasa con los hipermercados y grandes almacenes. La Jonquera tiene al menos ocho grandes superficies; una barbaridad para un pueblo cuyo censo es de algo más de 3.000 habitantes. Perfumes, ropa, alimentos… Todo es más barato en España. Los franceses llegan, cargan, pagan y se van. Como en la época del contrabando, pero sin controles en la frontera. Todo legal.

Otro punto a tener en cuenta es la cantidad de camioneros que pasan por allí cada día. La Jonquera es un nudo de transportes y la principal vía de acceso a España. El lugar en el que circulan y pernoctan la mayor parte de los camiones que van o vuelven de Europa. El sector del transporte, aunque suene a tópico, siempre ha sido el principal consumidor de sexo en ruta. Por ello, las carreteras de la comarca del Alt Empordà siempre suelen tener una alta oferta de prostitución.

La salida de la crisis también ha motivado que haya un repunte del consumo de prostitución en el sur de Europa. Tras unos años muy malos económicamente, la zona se vuelve a reponer y el ocio (en todas sus variantes) vuelve a llevarse más dinero. 

También influye la normalización de la prostitución entre los jóvenes franceses del sur. Con la construcción de burdeles similares a discotecas, han cambiado sus hábitos. Antes, la prostitución era una cuestión más clandestina. Se escondían. Ahora se ha socializado. Los viernes es habitual ver a grandes grupos de franceses de excursión en los burdeles fronterizos. “Antes los chicos iban a la discoteca. Ahora se van a los burdeles” resumía la concejal Francina Vila al New York Times. Y es que el fenómeno de la prostitución en La Jonquera es tan vasto, que hasta en Estados Unidos le prestan atención y le dedican reportajes.

Cuentan las propias prostitutas que, dentro de los franceses, los principales clientes son los de origen norteafricano. “Tienen dinero y vienen a follar. Los españoles sólo toman copas”, resopla Sara, una rumana que trabaja en el Paradise. “Aquí, aunque la chica sea dominicana, te saluda diciéndote “bon soir”. Si le contestas en español muchas veces se da la vuelta”, explica un cliente gerundense del Paradise.

La última clave es la legislativa. La ley en España en materia de prostitución es bastante más laxa que la de nuestros vecinos. En Francia están prohibidos los burdeles, sancionan con dureza a los clientes que contratan sexo y a las prostitutas que lo ofrecen en la vía pública. La oferta en España es casi inacabable. Entre los franceses siempre hay demanda, por lo que la tendencia siempre ha sido ponérselo fácil al consumidor. Y si el consumidor principal es francés... ¿dónde más fácil que en el pueblo más próximo a Francia?

Nacional II: la carretera del vicio

El dato del censo de 3.000 habitantes es incierto. El número de personas que residen allí temporalmente es mucho más elevado e incalculable. En cierto modo es por el gran número de prostitutas que vienen del Este de Europa y no se empadronan. Sobre todo en verano, la época fuerte de la prostitución en la comarca. Es ahí cuando se llena la zona de meretrices buscando hacer el agosto. Tanto el municipio como los pueblos aledaños, Tanto los grandes lupanares como la carretera nacional N-II. 

Fachada principal del club Paradise con los coches de los clientes aparcados delante. Foto: David López Frías

Este verano, sin ir más lejos, se ha registrado un preocupante incremento de chicas en la carretera. Según un estudio de la Fundación Apip-Acam y avalado por el Institut Català de les Dones, el número de chicas ejerciendo en la calle en ese municipio ha crecido en los últimos años. Este verano han atendido a 76. Son cifras históricas. La carretera, en julio y agosto, se convierte en algo así como el barrio rojo de Amsterdam pero a la intemperie y con casi 40 grados de calor.

“Ese es el principal problema, las chicas que se ponen en la carretera”, lamenta la alcaldesa Sonia Martínez. “Las condiciones en las que ejercen son pésimas. Y es muy peligroso. No existe un control de las chicas que vienen, de las que están, de las que se van… Es todo muy clandestino. Me preguntas si la prostitución en esta zona provoca muchos incidentes en materia de agresiones… y lo malo es que no lo sabemos, porque es imposible tener un control; estas chicas sólo existen para sus proxenetas. Si les pasa algo, no lo podemos saber”.

El Jack el Destripador del siglo XXI

Tal y como explica la alcaldesa, las prostitutas de carretera son un blanco fácil para los maltratadores y los asesinos en serie. Tristemente famoso se hizo el camionero alemán Volker Eckert, conocido como “El Jack el Destripador del siglo XXI”, que fue detenido y condenado por haber asesinado al menos a cinco prostitutas. Estrangulaba a sus víctimas mientras mantenían relaciones sexuales con él en la cabina de su camión cisterna. Luego les cortaba el pelo como trofeo y fotografiaba los cadáveres en posturas sensuales para colgarlas en su vehículo. A tres de ellas las mató en Cataluña y a dos en el sur de Francia. Sucedió en 2006 y se supo de sus atrocidades porque reincidió en numerosas ocasiones. Si se hubiera limitado a matar a una o dos mujeres, tal vez nadie se hubiese enterado.

Las prostitutas de carretera en La Jonquera es la opción low-cost. Un servicio en un burdel no baja de los 75 euros. En la calle puede obtenerse por 20. Por ese motivo, también concentra a la clientela de más baja calidad. El cliente tiene la posibilidad de llevarse a la chica retenida contra su voluntad, cosa que no sucede en los burdeles. Para evitar la proliferación de este tipo de prostitución, el Ayuntamiento tomó medidas en 2012: publicar los nombres de los clientes a los que sancionaba en la vía pública. Colgaba sus nombres, vía edicto, en el tablón de anuncios del Consistorio. Ni siquiera así se logró reducir.

Los cuatro macroburdeles, marca La Jonquera

El problema de las prostitutas en carretera es estacional. En invierno hace frío y la carretera está casi desierta. Ahora la oferta sólo está dentro de los clubes. En el entorno de la frontera hay cuatro: Paradise, Love, Lady Dallas y Gran Madame (que acaba de cerrar por una cuestión administrativa, pero su reapertura ya se está preparando). Y hay que decirlo así, en el entorno de la frontera, porque es incorrecto decir que los burdeles están en La Jonquera. De hecho, en ese término municipal sólo hay uno, el Paradise. Los otros se reparten entre municipios: Agullana, Cantallops y Capmany. Sin embargo, están a menos de un kilómetro entre ellos. Y todos, en su página web, ponen que están ubicados en La Jonquera. Porque en el sector de la prostitución, como en cualquier otro, la marca es la marca. Y La Jonquera es una marca y vende más.

Esta concentración de locales de lenocinio provoca una densidad de prostitutas por habitante mayor que en ningún otro lugar de Europa. Si en invierno hay en torno a una prostituta por cada diez habitantes, en verano se dispara: sólo dentro de los cuatro locales de alterne ya se pueden concentrar medio millar de mujeres ejerciendo la prostitución. En la calle, la cifra se aproxima al centenar. Se pueden reunir 600 o 700 meretrices con facilidad. Todo eso, en un pueblo de 3.000 habitantes.

La meca de los puticlubs

La estrella es el Paradise. Es el único de verdad ubicado en La Jonquera y el más grande de Europa. La meca de los puticlubs. Mide 3.000 metros cuadrados y en verano llega a albergar a 350 prostitutas. Sólo con ese número ya se supera la media de más de una prostituta por cada diez habitantes de La Jonquera. El Paradise es un pequeño pueblo en sí mismo. Tiene restaurante, bar, gimnasio, peluquería, zona de recreo... “Realmente tienen tantas cosas dentro que las chicas apenas salen a comprar fuera. No se puede decir que estén aportando mucho a la economía del pueblo”, explica la alcaldesa Sonia Martínez.

Los Mossos precintaron el Gran Madame, uno de los grandes burdeles de la zona.

¿Y en cuestión de impuestos? ¿Paga un pastón al Ayuntamiento el Paradise? “Pues tampoco. Pagan más, por ejemplo, los supermercados de 800 metros cuadrados que hay en el pueblo. El prostíbulo paga la tasa de las basuras y poco más. Está exento de pagar el impuesto de actividades porque teóricamente no factura más de un millón de euros al año”, especifica la alcaldesa.

Sorprende que la cifra sea tan baja, pero es fácil falsearla. Se estima que el Paradise factura unos 26 millones al año. ¿Cómo lo hace? Por ejemplo, actuando como un hotel. Las chicas pagan su habitación. El servicio sexual no queda registrado en ningún sitio como ingreso del local. También cobrándolo todo en negro. El Paradise no acepta tarjetas de crédito. Tiene unos cajeros propios en el interior. Metes la tarjeta, te da un ticket que luego pasas por un lector y te da el dinero en metálico, previa comisión de 1,20 euros. Pagas con el mismo dinero que ellos te han proporcionado. Todo negro, todo blanco.

Guerras entre prostíbulos

Por este asunto de los cajeros automáticos ingresó en prisión su propietario, José Moreno. Este empresario granadino había estado acusado de trata de blancas e inmigración ilegal. Pero, como le pasó a Al Capone, acabó con sus huesos en prisión por un delito de fraude fiscal.

Moreno fue el visionario que decidió abrir un macroburdel en la zona de mayor concentración de prostitutas de España. Su llegada en 2010 levantó ampollas entre la competencia. Moreno iba por libre y no estaba inscrito a ninguna asociación de propietarios de burdeles. Enseguida se granjeó la enemistad de los otros empresarios de la noche y se desató la guerra entre clanes. Aquel conflicto desembocó en el lanzamiento de granadas contra el Paradise primero, y en un coche bomba en la puerta un par de semanas más tarde. La que puso El Gordo. Sucedió en diciembre de 2012.

El Lady Dallas es otro de los clubes de referencia de la zona

Se dijo primero que se trataba de una coacción de la competencia. De hecho, uno de los acusados confesó a los Mossos que el encargo venía de los propietarios del Lady Dallas, el otro gran burdel de la zona. También se habló de la potente mafia marsellesa, que quería entrar en el juego. Si la zona está tan cerca de Francia y la clientela es eminentemente francesa, ¿por qué no llevarse parte del pastel? Luego se habló de una venganza por un extraño incidente acontecido en una de las habitaciones del Paradise: un ciudadano francés apareció muerto en una habitación del Paradise tras alternar con una prostituta. Unas versiones hablaban de un infarto. Otras de un apuñalamiento. 

En el Paradise no quieren hacer declaraciones respecto al reciente asesinato del Gordo. “Hay que dejar trabajar a la policía. Los medios de comunicación enseguida nos han vinculado en estos asuntos y no tenemos nada que ver. Bastante difícil es ya sacar adelante un negocio tan grande como para que encima se nos relacione con esto en la prensa”, se defiende Matía, el director. Es uno de los hombres de confianza de José Moreno y no quiere hablar del tema.

Drogas, falsificaciones... y coral rojo

¿Qué opinan los vecinos y el Ayuntamiento de que su pueblo sea conocido por la prostitución? Hay malestar. Los vecinos se quejaron recientemente de que la prostitución llama a la droga, y que por eso se ha incrementado el número de traficantes, toxicómanos y delincuentes de todos los pelajes en el municipio. Lo denunciaban hace unos meses vecinos y comerciantes en un reportaje de 8TV. Y más allá de las denuncias ciudadanas, ahí están las cifras: los Mossos han desarrollado numerosas operaciones contra el crimen organizado en La Jonquera en los dos últimos años: desde desmantelar organizaciones de falsificadores de ropa, hasta incautar el mayor cargamento de coral rojo de Europa, casi cien kilos de esta especie protegida. Todos los delitos caben en este pequeño pueblo de 3.000 habitantes.

¿Y el Ayuntamiento? En la corporación están hartos de este estigma, y de que incluso en los medios de comunicación confundan los roles. Este ño, la antropóloga Silvia Cabello declaró en un programa de la radio pública catalana que “Hay un pueblo entero que vive de la prostitución y es La Jonquera”. El Ayuntamiento presentó una queja formal. “Nosotros fuimos los primeros que intentamos que no se abriese el Paradise”, recuerda la alcaldesa Sonia Martínez, que insiste en que “si al final se abrió fue porque lo permitió una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña”.

Es legal. Finalmente son los jueces los que permiten que este pequeño pueblo de la frontera, aunque ya no haya fronteras, siga teniendo todos los elementos para seguir siendo considerado la capital del contrabando, del narcotráfico y de la prostitución en Europa. Para que siga siendo el escenario perfecto de una novela negra. La ley española lo permite y los clientes de Francia lo aprovechan.

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