La agente Rosa Peral está inmersa en mil historias, y a cual de ellas más turbia. A saber:

Un vendedor ambulante muerto mientras ella lo perseguía. El presunto asesinato de su novio Pedro y la posterior incineración y ocultación del cadáver en el maletero de un coche. Una felación a su jefe mientras ella estaba casada con un Mosso d'Esquadra, que corrió por las redes sociales y acabó en los tribunales. Una denuncia por malos tratos contra su expareja que nunca se demostró. Una mujer que se intentó suicidar después de que ella la conminase a tirarse por la ventana. Y ahora, la búsqueda desde dentro de la cárcel de un sicario que asesine al padre de sus hijas. Es el último capítulo de la novela negra que protagoniza Rosa Peral, ex gogó de la noche barcelonesa, agente de la Guardia Urbana, presunta asesina y personaje de novela.

Rosa sólo ve una solución para ajustar cuentas con sus exparejas: asesinarlas. Presuntamente ya lo hizo en mayo con su novio Pedro Rodríguez y por eso está en la cárcel. Rosa convenció a su compañero de patrulla, el agente Albert López Ferrer, para que matase a Pedro. Después de asesinarlo, lo metieron en el maletero de un coche, lo llevaron a un pantano y le pegaron fuego al vehículo.

Rosa está acusada de haber matado a su novio Pedro Rodríguez

Rosa entró en la prisión de Wad Ras acusada de ese crimen, pero no ha tenido suficiente. Y es que dentro de la cárcel ha intentado hacer algo parecido con otra de sus exparejas: ha querido contratar a un sicario para que mate a Rubén, un Mosso d'Esquadra con el que estuvo casada y que es el padre de sus dos hijas.

En la cárcel se obsesionó con la idea de liquidar a su exmarido. “Le odio. Tengo que matarle. No deja que mis hijas vean a sus abuelos. Tengo que acabar con él”, cuenta La Vanguardia que decía a todas horas refiriéndose a Rubén. Este extremo no es cierto, dado que las niñas seguían viendo cada fin de semana a los padre de Rosa, pero era la excusa que le daba a sus compañeras para que le ayudasen a encontrar a un asesino a sueldo.

30.000 euros por matar al padre de sus hijas

Al principio, ninguna de las reclusas le dio más importancia de la que se le otorga a una bravuconada dentro de la cárcel. Pero Rosa iba en serio. Se ofuscó con la idea y se empezó a relacionar con presas latinas que creía que le podían poner en contacto con un matón. Aseguraba que en dos visitas íntimas en el vis-a-vis lo tendría convencido y que le pagaría 30.000 euros.

Una de las reclusas se lo confesó a un funcionario de prisiones. Él se puso en contacto con Rubén, el exmarido de Rosa, que cuando fue conocedor de los planes de su exmujer, procedió a poner una denuncia. Cuando los Mossos dieron veracidad a las intenciones de la Peral, ella fue detenida (a pesar de estar en prisión) y ha prestado declaración en los juzgados de El Vendrell (Tarragona).

Durante la investigación se tomó declaración a dos reclusas, colombiana y venezolana respectivamente, que confirmaron que Rosa les pedía insistentemente que le consiguieran un sicario. Tras los interrogatorios, sacarona Rosa de ese entorno. La agente fue trasladada de la cárcel de Wad Ras al módulo femenino la de Brians 1, que es donde se halla presa actualmente.

Lo quiso incriminar en un asesinato

El odio de Rosa contra Rubén es irracional. Supuestamente fue ella la que dejó la relación, aunque durante su matrimonio, ella había cometido varias infidelidades. Y aunque cada uno había rehecho su vida, Rosa seguía teniendo presente a Rubén como objetivo de sus rencores. Prueba de ello es que intentó incriminarlo en el asesinato de Pedro. Ella misma fabricó una serie de pruebas, que después se demostraron falsas, para implicarlo en el crimen.

El historial de esta antigua gogó de discoteca es largo y complicado. Durante su juventud trabajaba en la noche barcelonesa, bailando en las principales salas de la ciudad condal. Ingresó en la Guardia Urbana en 2006. En 2008 protagonizó la primera polémica: fue objeto de una pornovenganza: Estando ella casada, mantuvo relaciones sexuales con un subinspector de la Guardia Urbana. Este hombre difundió por redes sociales una imagen de ella practicándole una felación. Ella tardó en presentar denuncia. El juicio, de hecho, se acaba de celebrar y está visto para sentencia.

De Rubén, el Mosso d'Esquadra con el que tuvo dos hijas y ahora ha querido matar, se separó tras una presunta infidelidad. Pero no lo hizo de forma pacífica, sino que presentó contra él una denuncia por presuntos malos tratos que jamás se demostraron.

El mantero muerto en extrañas circunstancias

El episodio más oscuro de su trayectoria profesional tuvo lugar en 2014, cuando ella y su excompañero Albert López Ferrer perseguían por las calles de Barcelona a un mantero pakistaní. Misteriosamente cayó por un barranco y se mató. Ese caso jamás quedó esclarecido y tanto Albert como ella salieron absueltos.

Sus compañeros la definen como una persona con mucho carácter y un trato complicado. Crónica Global recoge el testimonio de un agente que recuerda un caso curioso. Sucedió hace sólo dos años en un actuación relativa a un intento de suicidio. Una mujer amenazaba con lanzarse desde un tercer piso al vacío, Peral, sin esperar a la actuación de los mediadores, inició una conversación con la mujer que acabó derivando en malos modos y a grito limpio: “Pues si tienes tantos ovarios, tírate de una puta vez”, dicen que le chilló. Y la mujer se lanzó. La actuación de dos guardias que la recogieron antes de que se estrellase contra el suelo evitaron que la mujer se matase. Peral fue recriminada por ello. Pero ella parecía satisfecha. “La hemos bajado, ¿no?".

Rosa en una imagen de archivo

Ahora la acusan de querer matar a su exmarido. Después de demostrarse las intenciones de Rosa, Rubén cuenta con escolta policial. Este agente de Mossos ha sido autorizado a llevar su arma reglamentaria durante las 24 horas del día. A pesar de todo ellos, dicen que sigue permitiendo que sus hijas vayan a visitar a sus abuelos todos los fines de semana y que continúa dejando que Rosa hable con las niñas siempre que llama.

En los últimos días salió de prisión para la celebración del juicio de la pornovenganza. Dicen que rompió a llorar durante la sesión, y que incluso la magistrada le propuso suspender la vista, pero que ella misma fue la que se recompuso y decidió acabar la sesión, que ya está vista para sentencia.

Entretanto, tanto ella como Albert López Ferrer siguen a la espera del juicio por el presunto asesinato de Pedro Rodríguez, del que se dice que algo sabía sobre el turbio pasado de Rosa Peral, para que ella acabase por liquidarlo.