Eran poco más de las seis de la tarde cuando el sonido de un tiro perturbó la normalidad de los vecinos del barrio madrileño de Tetuán. Lo que en principio parecía "un petardazo" rápidamente se convirtió en un estruendo de sirenas y gritos. Un hombre de 36 años y de origen dominicano -según ha podido saber EL ESPAÑOL- había disparado en la cabeza a otro, que se hallaba consciente y agonizando en plena acera

"Salimos tras escuchar el ruido y sólo pudimos ver al hombre disparado en el suelo, sangrando y dando golpes en el suelo", relatan los vecinos de la misma zona en la que sucedieron los hechos, la intersección entre las calles Marqués de Viana y Hierbabuena. 

Los viandantes no podían creerse lo sucedido. Un vecino de la zona, por todos conocido, había sido disparado a bocajarro. La víctima era David D. "Vino de Colombia a vivir a Madrid hace más de diez años", cuenta uno de sus amigos más próximos. De momento, permanece con vida pero en estado crítico en el Hospital de La Paz. El impacto de la bala le causó una herida en la cabeza sin orificio de salida.

En plena calle y a la luz del día

Todo sucedió en la acera frente a un bar de comida peruana recientemente abierto, hace escasos tres meses. Era el cambio de turno: el camarero estaba en el baño dada la tranquilidad de la sala, vacía en esos momentos. En el exterior, la terraza del restaurante estaba recogida. El mal tiempo y las primeras gotas del otoño que se derramaban sobre la capital no habían permitido el despliegue de las mesas y sillas, según comenta la dueña del establecimiento a la reportera. 

La cocinera también se encontraba en el interior. Tampoco notó nada extraño. "Y, de repente, el jaleo. Escuchamos los gritos y salimos, pero ninguno de los dos estaba consumiendo nada en el bar. Iban andando por la acera".

El pistolero salió corriendo por la calle Müller, pero su objetivo no era huir. Según han confirmado fuentes de la Jefatura Superior de Policía a Efe, el supuesto agresor se entregó en la Comisaría del distrito de Tetuán, a escasos quinientos metros del lugar del crimen. Allí confesó el crimen.

Un muchacho "tranquilo y un poco engañoso"

Los vecinos se arremolinaban comentando lo sucedido en los comercios más cercanos mientras oscurecía. Pocos detalles se sabían de lo ocurrido. David, al que sus habituales no le conocían oficio fijo, solía pasarse las tardes rondando de bar en bar. Allí lo conocían bien. "Era un muchacho tranquilo y un poco engañoso con las cuentas del bar, pero al final siempre se solucionaba y nunca había dado ningún problema", indica la dueña de un bar al que solía acudir la víctima. Fuentes policiales manifiestan a este periódico que todo apunta a que se trate de un asunto de celos

David permanece ingresado en el hospital madrileño. Sus amigos, que velaban el escenario del crimen donde le descerrajaron el tiro, no eran muy optimistas con respecto a su evolución. "Nos lo matan, nos lo matan", lamentaban. Sus esperanzas ahora residen en su fortaleza y en los equipos médicos. La Policía Nacional investiga lo sucedido.