Ciudad de México

Vista desde el cielo, la escuela Enrique Rébsamen es dos mundos. La tierra, de nuevo, ha vuelto a hacer de las suyas y el terremoto de México ha querido que nos hagamos una idea de su devastadora magnitud con mirar sólo una fotografía. La instantánea de un centro educativo privado -que quedará como símbolo del terremoto que ha azotado la ciudad- partido en dos: a un lado -donde estudiaban los adolescentes- la mitad de un edificio intacto; al otro, el resto del colegio -donde daban clase los más pequeños- hecho pedazos. Pupitres destrozados, pizarras rotas, sillas amontonadas y muchos, muchísimos, niños desparecidos. Hay al menos 37 personas muertas: 32 menores y cinco adultos.

El 19 de septiembre de hace 32 años, entre sus al menos 15.000 muertos y decenas y decenas de edificios derrumbados en el terremoto que atizó a México hubo símbolos para elegir. Puede que el hotel Ritz en la colonia Juárez. O las multiviviendas de la plaza de Tlatelolco. Quizá el Hospital General de la Doctores. Pero este 2017 parece claro que este centro en Coapa y sus alumnos de clase acomodada serán la imagen para el recuerdo y la historia en 7,1 de la escala Richter.

De las más de 280 vida que hasta ahora se ha cobrado el terremoto, 37 están en este espacio minúsculo muy al sur de la ciudad. Si solo contamos los 148 de la capital, son más de una quinta parte. La cifra puede subir. Añadan la edad media de los fallecidos con el teledrama montado en directo por Televisa y el resto de medios por una niña que mandaba mensajes entre los escombros que nunca existió. El cóctel es mortal.

La mitad de la escuela, donde estudiaban los niños más pequeños, fue destruida por completo por el terremoto C.C.

Dentro del cordón de seguridad, Gabriela Rodríguez lleva un identificador con un número. Es una de las víctimas. Madre de Diego, un chaval de 13 años que logró escapar. Un niño milagro, dice. “Solo fue el susto, ya está en casa, bendito Dios. Está durmiendo con nosotros, en la misma cama. Llora, se sobresalta. Realmente las imágenes que ha vivido, sus amiguitos ahí”. Para. “Yo no me había atrevido a preguntar. Tenía miedo a su reacción. Hoy por fin me habló. Me dibujó la escuela, un mapa, me contó como salió después de que ya estuviese derrumbado gracias a que unos vecinos rompieron una cerca y les ayudasen”. Para. “Su clase está completa, pero una de sus maestras, miss Gema, murió cuando entró a buscar supervivientes”.

Diego llega al rato de comenzar la conversación con su madre. Es un chaval alto para su edad, con el pelo rapado a ambos lados y la nuca. El resto, largo y con gomina. Polo violeta con franja blanca, pantalón de chándal. Habla con su hermana. Se le ve retraído. Preguntarle a un chaval en plena adolescencia por el trauma que le obliga a dormir abrazado a su madre parece completamente fuera de lugar.

Aspecto de la escuela Enrique Rebsamen de Coapa en diciembre 2016 C.C.

La supuesta niña Frida Sofia

Él es uno de los 347 alumnos que tiene la escuela. Hay 185 en Primaria, 130 en Secundaria y 32 en Preescolar. También 27 trabajadores, principalmente maestros. No se sabe cuantos estaban dentro en el momento en el que la tierra tembló. El nombre del centro, con buen nivel educativo, se debe a un educador reformista nacido en Suiza que marcó el sistema educativo que tiene hoy México.

La cuenta que hacen los vecinos del lugar como Néstor Daniel Casals, que se pasó 24 horas sin dormir el primer día apuntando los nombres que le iban diciendo los efectivos de emergencias, hablan de muchos desaparecidos. Le ha tocado dar la noticia a algún familiar. En cartulinas, una blanca y una azul, apuntó los nombres de los muertos, afuera del segundo cordón de seguridad custodiado por militares. Valentina Rull. Diana González. Karla Regina. Eduardo Díaz. Y miss Gema, la maestra. De ella se dice que murió abrazada a un niño.

Mientras se desarrollan las labores de rescate, los rumores y bulos se han apoderado de la ciudad. El caso que mejor ejemplifica esto es el de la supuesta niña Frida Sofía. El miércoles por la noche, la historia en todos los medios, alimentada por Televisa, la única televisión con acceso directo a la pura zona de rescate, era la suya. El coordinador del operativo, el almirante de la Marina José Luis Vergara, dijo a Televisa que habían detectado a una niña con vida.

Cartulinas en las que vecinos del barrio voluntarios iban apuntando el nombre de los niños fallecidos C.C.

El agente confirmó a los medios de comunicación que tras cuatro horas de maniobras de rescate habían detectado a una niña con vida. Un marino dijo que una niña llamada Frida había pedido agua desde los escombros. Alguien dijo que tenía 12 años. De repente se había creado un símbolo y todos los noticieros se centraron en la escuela, dejando al margen el resto de aristas de la catástrofe.

Pero resultó que no había niña ni nada y la Marina pidió disculpas por el error. José Luis Vergara ofreció sus disculpas. “Ofrezco a los mexicanos una disculpa por la información vertida esta tarde. La información que prevalece hasta este momento no asegura si se trata de una persona mayor o una niña”, dijo su segundo. En 1985 hubo un caso similar, Monchito, un niño que supuestamente estuvo atrapado con su abuelo durante casi un mes en los escombros. Cuando se llegó a ellos, solo había el cadáver de un anciano.

Desde la azotea de su edificio negro, donde tiene una visión privilegiada de la zona de rescate, el médico y motero Leoncio Reinosa cree que es imposible encontrar a nadie allí con vida. “Es demasiado tiempo ya. Hipotermia. Deshidratación. Lesiones. Asfixia por polvo. Yo no creo. Me encantaría. Nada más los pienso. Quiero llorar”, dice antes de subir al techado. Y se le humedecen los ojos. “Yo los veía pasar todos los días. Con sus papás”.

"Tú que puedes leerme, evita hacer bromas"

Reinosa es de los mexicanos que alaba la labor de los militares. “Son una maravilla los marinos, qué organizados”, dice. Otros se preguntan hasta donde pueden llegar sus atribuciones y critican el control que están ejerciendo de la situación. Hay desplegados 8.000 efectivos por las zonas afectadas.

Numerosos voluntarios han estado colaborando en las tareas de auxilio

Y es que, aunque el centro informativo de todo esté en la Ciudad de México y sus más de 40 edificios derrumbados, este terremoto ha afectado a muchas más partes. Jotutla, en Morelos, a unas dos horas y media escasas de la capital y a 70 kilómetros del epicentro del terremoto, acumula la mayor concentración de muerte y destrucción por habitante. Un lado son cientos de muertos y algunos edificios entre 20 millones. Allí viven 25.000 y hay decenas de cadáveres y barrios arrasados. Los muertos que se cuentan hasta ahora se distribuyen entre 148 en la Ciudad de México, 73 en Morelos, 45 en Puebla, 13 en el Estado, seis en Guerrero y uno en Oaxaca.

Tampoco hay que olvidar que hace dos semanas hubo otro terremoto, de 8,2 grados, pero mucho más lejos de la capital, al sur del país, y afectó Chiapas, Tabasco y Oaxaca. Dejó cerca de 100 muertos y muchísimos edificios y casas destruidos. Pero al ser en zonas más rurales, con tendencia a construir viviendas bajas, las víctimas mortales no fueron tantas.

Este sismo también se sintió en la Ciudad de México, pero mucho más leve. Los chilangos, con una especie de doble rasero, entonces hicieron memes y bromas virales. Este 19 de septiembre, aniversario de la peor tragedia de la Ciudad de México, cuando el suelo volvió a temblar, circulaba este mensaje: “Oye, tú que puedes leerme, evita por favor hacer bromas del sismo. Siéntete afortunado de estar vivo y poder comunicarte”. Los del terremoto de hace dos semanas eran imágenes jocosas con la frase hecha “un bolillo pal susto”.