Este hombre del casino provinciano

que vio a Carancha recibir un día,

tiene mustia la tez, el pelo cano,

ojos velados por melancolía.

Antonio Machado, “Del tiempo efímero” (1912)

Está seis años mayor que la última vez, cuenta con algo más de experiencia política, pero sigue siendo el mismo. Mariano Rajoy volvió este fin de semana a recuperar una de sus tradiciones estivales, a la que fue asiduo durante años: la cena y el baile de gala que cada año, desde hace más de un siglo, se celebra en el Liceo Casino de Pontevedra, durante las fiestas de la Peregrina, en pleno mes de agosto, cuando el verano gallego se encuentra en pleno apogeo.

El sábado, Rajoy volvió a participar de una tradición discutida por machista en los últimos días. No iba desde el verano del año 2011. En aquel entonces, todavía no era el mandatario de todos los españoles. Tan solo el líder del PP en la oposición. Se extrañó su presencia en los últimos años porque hacía mucho tiempo que era uno de los  invitados fijos en aquella fiesta.

La cena de gala aglutinó, como cada año, a lo más granado de la sociedad pontevedresa. 600 personas disfrutaron de la cena y más de 4.000 acudieron al baile posterior en el recinto de A Caeira, al otro lado del río Lérez, que delimita la ciudad. Todos acompañaron a las 27 jóvenes que realizaron su puesta de largo, la entrada a la mayoría de edad, la presentación en sociedad entre propios y extraños. Rajoy disfrutó, junto a su mujer, Elvira Fernández (y otros famosos miembros del llamado “clan gallego” como Ana Pastor y su marido), de la velada, de la comida y de la compañía de los más cercanos en la ciudad en la que vivió hasta los 15 años.

Bien podría parecer que Mariano Rajoy es el hombre del que Antonio Machado hablaba cuando incluyó “Del tiempo efímero” en Campos de Castilla en 1912. El presidente del Gobierno, sin embargo, no es ese señorito andaluz que el poeta sevillano retrató verso a verso. Aunque, salvando las distancias, le venga al pelo. El Presidente del Gobierno nunca ha escondido sus aficiones y sus querencias, su arraigo por su tierra. Cada verano volvía a veranear a su piso de primera línea de playa en el arenal de Silgar, al borde del mar en Sanxenxo. Hace varias semanas, Rajoy recuperó su exilio estival en las arenas gallegas. También ahora ha vuelto a sorprender con su presencia en el tradicional y criticado baile.

“Los escoceses pueden ir en faldas y no les decimos lo mismo”

Rajoy, charlando durante la velada con Ana Pastor. Pontevedra Viva

Rajoy llegó a la fiesta al filo de las diez de la noche, sin que casi nadie lo supiese. Su presencia se mantuvo oculta hasta el último momento. Pero allí llegó rodeado de los suyos a disfrutar del banquete y de la fiesta en su ciudad, mientras 27 jóvenes desfilaban de blanco con la mayoría de edad.

Pero, ¿en qué consiste exactamente la puesta de largo? Se trata de un evento muy especial, según cuentan los vecinos de la capital de provincia gallega. Es el momento en el que las jóvenes “se consagran como señoritas” y “entran en sociedad". A los dieciocho años, y como sigue ocurriendo todavía en otros lugares frecuentados por la alta sociedad, las jóvenes celebran esa llegada a la mayoría de edad.

En la noche del sábado, las 27 chicas que aparecieron en el lujoso convite lo hicieron vestidas de blanco, con unas rigurosas normas de etiqueta marcadas por una tradición de tres siglos en el casino de la ciudad. “Vestido de gala, entendiéndose por tal aquél que, como mínimo, cubra los tobillos. Quedan excluidos otros como smoking femenino, falda-pantalón, mono, etc. Los complementos deberán ser acordes con la elegancia del vestido de gala”.

Al terminar la cena -brandada de merluza con dulce de tomate y crujiente de cebolla, langostinos sobre hojas deluxe y vinagreta de naranja, Medallón de rape con salsa verde de almejas y Bombón de ternera con su jugo trufado, con postre de Mousse de fresas con nata a la vainilla con crujiente de frambuesa. Todo ello al precio de 65 euros el cubierto-, comenzó el acto de la presentación en sociedad.

En ese momento, las 27 jóvenes salieron al aire libre, al jardín que se encuentra al lado de la carpa habilitada por el Liceo Casino para el convite. “Es una ceremonia muy sencilla”, explica a EL ESPAÑOL Jaime Olmedo, el presidente del Liceo Casino. Salen, una por una, de la mano de sus padrinos, vestidos de rigurosa etiqueta, y son conducidas ante la dirección de la sociedad. “Simplemente saludan al presidente, que en este caso soy yo. Y al final, bailan un vals con los padrinos”, detalla Olmedo.

Olmedo observa en los últimos días la polémica que se ha generado a raíz de la presencia del Presidente del Gobierno en un convite y un baile discutido por anticuado y por, dicen sus críticos, poseer un aire rancio. “No tenemos que pedir perdón a nadie para celebrar la fiesta tradicional. Si algún día queremos modificar las tradiciones seremos nosotros quienes las modifiquemos. Este año han venido cuatro mil personas. Y han venido porque han querido”, insiste.

La fiesta reúne cada año a lo más granado de la sociedad pontevedresa. Como las fiestas de la Peregrina, la cena y el baile del Liceo cuentan con un férreo arraigo en la ciudad y con buena cantidad de fieles que acuden todos los años. “ No tenemos que pedir excusas a nadie por mantener unas tradiciones. Los escoceses pueden ir con faldas y nosotros no les decimos lo mismo”.

¿De dónde viene la fiesta?

Las 27 jóvenes que hicieron la puesta de largo en el Liceo Casino. Pontevedra Viva

“ Yo tengo cuarenta y seis años y mi madre me dice que ya de pequeña ella hacía la puesta de largo”. Lo dice una pontevedresa de toda la vida. De los de siempre de A Ferrería. Como la fundación del casino, la fiesta del Liceo Casino se pierde atrás en el tiempo. Todos en la ciudad recuerdan que es una fiesta “de siempre”, de las de toda la vida, cuyo origen prácticamente nadie recuerda.

El Liceo Casino es la sociedad cívica más antigua de la ciudad.  Primero nació como Liceo Artístico Literario, en el año 1855. Según cuentan en la propia institución, las sesiones musicales y de baile se celebraban en el primitivo teatro de la ciudad, en la calle de Isabel II. Durante las décadas siguientes, el Liceo Casino fue creciendo, ampliando terrenos y comprando edificios entre los cuales se encuentra el inmueble situado en el parque de A Caeira, donde el sábado, como muchos otros años, tuvo lugar la presentación en sociedad de las jóvenes pontevedresas. Ahora, reúne en su asociación a lo más florido de la sociedad del sur de Galicia. Para entrar en ella, es necesario abonar una entrada de 2.780 euros. Las cuotas mensuales son de 38,40.

Es el propio director del Liceo Casino quien apunta un poco más cerca al origen de la tradición del baile, y de la puesta de largo: Jaime Olmedo asegura que la tradición procede de los tiempos de la fundación de una de las asociaciones más antiguas de Pontevedra. No es capaz de precisar exactamente, puesto que la sociedad “tiene 166 año de historia”.

Sin embargo, sí que por la tradición familiar que le precede es capaz de afirmar que el baile pudo comenzar a mediados del siglo XIX. “Tranquilamente, puede venir de ese siglo a partir de 1850. En aquel entonces era normal que hubiera en todas las capitales de provincia una sociedad de este tipo. El ánimo de los fundadores era el ánimo y el fomento de la cultura. Yo soy nieto e hijo de socio y vamos, siempre lo he conocido. El baile y la presentación es algo muy habitual”,explica Olmedo.

El problema para certificar la fecha exacta en que comenzaron a realizarse los bailes de puesta de largo es bien sencillo. El 14 de abril de 1980, un enorme incendio destruyó el noble edificio social del Liceo Casino. Quedaron solo las paredes de piedra maestras. Más de cien años de historia fueron devorados por las llamas. De ese modo, los archivos de la sociedad quedaron totalmente calcinados.

Ahora, Olmedo y el resto de la directiva echa mano de los vecinos para recuperar material gráfico de aquellos años lejanos. “Desde aquella perdimos toda la pinacoteca, toda la hemeroteca, toda la fototeca. Estamos tratando de recuperar a partir de fotos de los socios”. El Liceo ha pervivido junto a su ahora discutida tradición durante tres siglos diferentes. No faltan quienes la pongan en duda.

Coincidió con la familia de su agresor

Rajoy, con algunos de los asistentes. Pontevedra Viva

El banquete se celebró por todo lo alto. Estuvo Rajoy, la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Santalices, el general jefe de la Brilat, Antonio Romero Losada; el presidente de la Academia de Medicina y Cirugía de Galicia, José Carro Otero, y el presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra, Francisco Javier Menéndez Estébanez. Todos compartieron mesa y conversación. Pero había más invitados cuya presencia el presidente del Gobierno no pudo advertir previamente. 

Rajoy volvió a Pontevedra, el lugar que le vio crecer y que, en marzo de 2016, le declaró ‘persona non grata’ tras prorrogar por sesenta años la concesión de la empresa de celulosa ENCE, en tela de juicio desde los últimos años. El líder popular no renunció nunca a su ciudad. Ni siquiera después del puñetazo de Andrés de Vicente, el chico que quebró las gafas del presidente al propinarle un fuerte puñetazo durante la campaña de las elecciones de diciembre del 2015. Era el día 16 de aquel mes.  En aquel entonces, Andrés tenía 17 años. Ahora se encuentra en un correccional de Ourense.

Lo cierto es que Pontevedra, pese a ser capital de provincia, no deja de ser un pueblo. Todos acaban coincidiendo en uno u otro lugar. Resulta inevitable. Por eso, lo que Mariano no sabía, o no podía intuir, es que allí se encontraba la familia de quien le asestó el mandoble que le enrojeció la cara en aquel paseo a pie por las calles de Pontevedra.

Mariano y Elvira coincidieron en la misma sala con los padres y la hermana del agresor, una de las 27 chicas que iba a participar de la puesta de largo. No estaban sentados cerca entre sí, pero lo cierto es que allí estaban. En el mismo pabellón con ventanales a un lado y a otro y rodeados de más de 600 personas.

Rajoy se mostró sonriente, no eludió la conversación ni los selfies, ni tampoco las fotos con jóvenes y adultos. Su noche, no obstante, no se alargó hasta las tantas, como sí lo hizo la de las 4.000 personas que se agruparon en el recinto. Como cada verano por esas fechas, surcaban el cielo las Perseidas, la lluvia de estrellas conocida como las lágrimas de San Lorenzo. Entretanto, la velada y el baile posterior al banquete fueron amenizados por la Orquesta Chattanooga, en la pista principal, dirigida por el maestro Leiva. 

La noche se alargó hasta que se juntó con la mañana. Cuando se hizo de día, los jóvenes seguían en el casino, bailando, charlando, riendo. Quizá de ahí las quejas de los vecinos de la zona a las ocho de la mañana, tal y como se señaló desde el gobierno local. Carmen da Silva, concejala de fiestas de Pontevedra, aseguró que es ya la tónica habitual. “Son quejas reiteradas porque es fiesta, pero igual hasta las ocho de la mañana es un poco excesivo”, explicó.

Y así, el Rajoy de provincias volvió a su retiro estival en el noroeste, ese en el que hace sopas con el aceite y el pimentón con el que baña el pulpo a feira. Ese en el que todavía perduran tradiciones que hoy son tan criticadas. Él, entretanto, sigue saliendo a la calle en Pontevedra, la ciudad de las tertulias de Castelao y Bóveda, la ciudad de la estatua de bronce de Valle Inclán, la ciudad (casi) sin coches. Rajoy, dice, no quiere quedarse en casa. Al fin y al cabo, son las calles que le vieron crecer. 

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