Corre en el patio a diario. Levanta mancuernas en el gimnasio. Suda. Lanza alaridos cuando ya no puede más. En el último año, José Ángel Prenda ha estilizado su figura. Atrás quedaron los kilos de más. Piensa que pronto, cuando se celebre el juicio, quedará libre y quiere darle un cambio a su vida. Al menos eso es lo que comenta con sus compañeros de prisión.

Joselito el gordo, como le apodan, ha perdido “entre 20 y 30 kilos” desde que entró en la cárcel de Pamplona. Allí continúa junto a otros dos de los cinco acusados de violar a una joven madrileña de 19 años en los Sanfermines de 2016. “Su cambio físico ha sido tremendo. Se ha quedado delgadísimo. Parece otra persona”, cuentan a EL ESPAÑOL varios funcionarios del centro penitenciario navarro.

Este próximo viernes 7 de julio se cumplen 365 días de aquella violación. Los presuntos autores son cinco amigos sevillanos de entre 25 y 28 años que habían ido a Pamplona a disfrutar de San Fermín. Pero la primera noche de fiesta acabó mal para una chica madrileña de 18 años que viajó en coche junto a un amigo a la capital navarra.

De madrugada, cuando la joven quiso retirarse a descansar, la Manada, como así se hacían llamar los presuntos agresores sexuales, la convencieron para acompañarla paseando. Pero durante el camino a pie la introdujeron en el patio de un edificio de viviendas y la violaron entre los cinco. Se les detuvo a la mañana siguiente, tras el primer encierro. A las 72 horas ingresaron en prisión.

La Manada, el primer día de los Sanfermines 2016.

Tres de ellos, José Ángel Prenda, Ángel Boza y Jesús Escudero, continúan en la cárcel pamplonica. Los otros dos, el guardia civil Antonio Manuel Guerrero Escudero y el militar Alfonso Cabezuela Entrena, solicitaron cambiar de centro de penitenciario a las pocas de semanas. Ambos, tras pasar por Logroño, solicitaron su traslado a Alcalá Meco (Madrid), donde hay módulos para cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado.

Los cinco amigos han pasado ya 12 meses en prisión preventiva. El juicio, que se preveía para la primavera de 2017, aún no tiene fecha fijada para su celebración, aunque es probable que sea en octubre. En mayo de 2017 la Fiscalía presentó su escrito de acusación, en el que pedía 22 años y diez meses de cárcel para cada uno de ellos. El Ayuntamiento de Pamplona, que se personó en la causa, solicitó 25 años y medio. El abogado de la víctima, 24 años y nueve meses.

Mientras, en la cárcel… “Ninguno parece mostrarse muy afectado por aquello. Se llevan bien con el resto de presos. En el que caso de Prenda y los otros dos que siguen en Pamplona, los chicos se han hecho amigos de otros reclusos y parecen no ser conscientes de la repudia que se les tiene en la calle”, explican las fuentes consultadas.

Este lunes, EL ESPAÑOL se desplazó hasta la vivienda de la joven, ubicada en la zona oeste de Madrid, en el entorno del Manzanares. Sin embargo, la familia rechazó mantener una entrevista con nosotros.

¿Qué sucedió aquella noche?

A las 3.45 de la madrugada del 7 de julio sonó el teléfono de la Policía Municipal de Pamplona. Una persona informó de que se había encontrado a una chica en un banco de la calle Roncesvalles, junto al monumento del encierro. La joven, de 18 años, lloraba y decía que la acababan de violar.

La chica había viajado la tarde anterior desde Madrid hasta Pamplona. Le acompañó un amigo. Como no había plazas de hotel disponibles en la capital navarra decidieron que dormirían en el coche con el que se desplazaron.

Al llegar, aparcaron el vehículo en una zona residencial cercana al centro, el Soto de Lezkairu, un barrio al que acudir a dormir sin estar muy alejados de la zona de fiesta. Por la noche acudieron a la Plaza del Castillo, donde había instalado un escenario para conciertos. Aquella noche, la primera de San Fermín, actuaba la orquesta Vulcano Show.

El concierto acabó a las 2.30 de la madrugada del 7 de julio. Media hora antes el amigo de la chica se había marchado al coche a dormir porque estaba cansado del viaje. Sin embargo, ella no estaba sola. Se había encontrado con unos amigos de la Universidad de Madrid. Pero terminó el concierto y, con el movimiento de la gente, se separó de sus amistades.

Antonio M. Guerrero (D1), Alfonso J. Cabezuelo (D4), Jesús Escudero (D5), Ángel Boza (D2) y José Ángel Prenda (D3).

A las 3 de la madrugada, con el centro de Pamplona abarrotado, la chica madrileña no conseguía ver a sus amigos. Se sentó en un hueco que encontró libre en un banco de la Plaza del Castillo. En el banco también estaba sentado José Ángel Prenda. Otros tres más estaban frente a él de pie charlando y bebiendo animadamente.

Prenda le preguntó a la joven qué hacía por Pamplona, su nombre… Estuvieron hablando, bailando y bebiendo pero unos 15 minutos después la chica decidió que era hora de irse a dormir. Los chicos insistieron en acompañarla y le dijeron que ellos también iban a descansar en el coche con el que habían ido hasta Pamplona. No le dijeron dónde lo habían estacionado, pero estaba en el barrio de San Jorge, muy lejos del suyo.

Durante el camino pararon en varios hoteles para buscar habitación, aunque la chica no sabía por qué. Tampoco preguntó. Pero como no había camas continuaron caminando. La joven empezó a incomodarse. La agarraban por los hombros, la abrazaban bruscamente. Ante este cambio de actitud de los cinco sevillanos la chica les dijo que iba a acortar por la calle Paulino Caballero para llegar antes al coche, aunque en realidad su intención era librarse de ellos.

Los jóvenes no consintieron que ella se marchase. Le dijeron que querían acompañarla para no dejarla sola y la siguieron. Al llegar al número cinco de la calle Paulino Caballero se detuvieron. Una vecina llamaba al timbre esperando a que le abrieran en su casa. Tres de los ahora detenidos se acercaron al portal y, cuando abrieron a aquella mujer, sujetaron la puerta para acceder al edificio. Al aviso de “vamos, vamos” de uno de ellos, otros dos agarraron a la joven y la metieron dentro del portal. Ella intentó zafarse de ellos y gritó, pero un miembro de la Manada le tapó la boca.

De izquierda a derecha, Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena, José Ángel Prenda y Ángel Boza, el día de su detención en Pamplona.

Una vez en el interior del patio, en un descansillo debajo de una escalera, la rodearon y la tiraron al suelo, le quitaron el sujetador y el pantalón. Uno le agarró de la cadera y otro la cogió del cuello. En la violación participaron los cinco amigos. Tomaron dos fotos y grabaron siete vídeos en los que aparecen jaleándose y animándose entre ellos. Cuando terminaron le quitaron el móvil, le sacaron las tarjetas SIM y de memoria, que tiraron por el portal. En el lugar de los hechos la policía encontró huellas, colillas y vasos con restos de los cinco hombres. 

Horas después, tras el primer encierro, se detuvo a los cinco amigos. Los agentes de Policía vieron que iban vestidos como la chica los había descrito. Y algo clave: les pidieron a todos que se levantaran las camisetas para ver si alguno de ellos llevaban algún tatuaje en el pecho o en el abdomen. Uno de ellos era José Ángel Prenda, que lleva tatuado su primer apellido en el vientre. Cazados.

Pamplona: medidas para evitar violaciones

“Aquí hay sitio para la euforia, el jolgorio, la adrenalina… y para la responsabilidad, la solidaridad y el respeto”. El spot promocional para la edición de este año de San Fermín no sólo se viste con el pañuelo de la fiesta, la música y los toros. Es un llamamiento a la responsabilidad ante las agresiones sexistas de años atrás. Con el fondo musical del vals de Astrain, una multitud porta manos rojas con el lema “no es no”.

El espíritu que encierra el audiovisual forma parte de la estrategia que han emprendido el Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Pamplona para proyectar a nivel internacional una imagen “positiva y respetuosa” de San Fermín que contribuya a desterrar las agresiones sexuales. Con este objetivo, ambas instituciones han creado una nueva web, sanferminoficial.com, que ofrecerá información “adecuada y veraz” sobre las fiestas y en la que lucha contra las agresiones sexistas adquiere una gran importancia.

Pamplona: "No es no"

En las fiestas que arrancan esta semana, será la Junta de Protección Civil -órgano mixto de Gobierno de Navarra y de Delegación del Gobierno- la única fuente oficial de información sobre los casos de agresiones sexistas. La idea es que el organismo centralizará la información, confirmaría posibles casos y activaría la puesta en marcha del protocolo de respuesta conjunta entre las instituciones y ciudadanía.

Este jueves 6 de julio comenzarán las fiestas grandes de Pamplona con el tradicional ‘chupinazo’. Se cumplirá justo un año de la llegada de la Manada a la capital navarra. Al día siguiente se les detendría por violar a una chica. Desde entonces pasan sus días en prisión.

Pese a que todos aseguran que son inocentes, sus fechorías indican lo contrario. Por eso tendrán que rendir cuentas ante la Justicia por otra agresión que cuatro de ellos –a excepción de Ángel Boza- cometieron sobre otra joven en mayo de 2016, un mes antes de la de San Fermín. Fue en las fiestas locales de un pueblo próximo a Pozoblanco, donde estaba destinado el guardia civil del grupo. Si de ambos juicio salen condenados, el futuro de Prenda y sus amigos ‘lobos’ pasa por estar entre rejas durante muchos años más.