Desde 1990 el Gordo de la Lotería de Navidad no había tardado tanto en salir del bombo. Tan sólo ocho minutos antes de que terminase el sorteo en 2014, los niños de San Ildefonso Ismael Rastrelli y Janna Flores cantaron la lluvia de millones que se avecinaba en Lugo: 13.437, cuatro millones de euros. Allí, a 500 kilómetros del Teatro Real donde se celebrara el sorteo, la gallega Rosalía -por el entonces 63 años-, se apresuró por ir a cobrar su décimo premiado antes de que cerrase esa misma mañana su banco. Su cuenta engordó aquel 22 de diciembre 320.000 euros -después de restar el pico para Hacienda-. Ahora, casi tres años más tarde y cuando ya “no queda nada”, ha sido condenada a devolver su Gordo que, según el juez, se encontró y cobró.

El bullicio del bar que regenta a sus 67 años esta lucense que volvió a su Galicia natal en 1990 después de emigrar durante más de una década a Venezuela apenas le deja escuchar al periodista al otro lado del teléfono. No se habla de otra cosa después de que se conociese la sentencia que da por probado que Rosalía se encontró un décimo de la Lotería de Navidad, lo presentó en una entidad bancaria y lo cobró. Una versión que ella niega -entre nervios y chillidos por el ruido del local- de manera tajante: “Yo no lo robé, no y no, lo compré en la administración”.

Gordo Loteria Navidad 2014

Se refiere a la administración de las galerías de Santo Domingo del centro de Lugo, donde se vendió aquella navidad de 2014 una serie íntegra del 13.437. Rosalía explica a EL ESPAÑOL que era una cliente habitual y que “ocho días antes” del sorteo de Navidad compró tres décimos. Uno de ellos, como le gusta, empezado o acabado por 13. El número que resultó premiado. Así, aquel mismo día al que al resto de españoles les quedó la salud, fue a la oficina a cobrar 320.580 euros que ahora un juez le reclama.

Luego vinieron los tópicos: el tapar agujeros, darse algún capricho y repartirlo entre sus dos hijos. “Ya no me queda nada. Nada”, repite una vez en conversación con este diario. Según su relato, tras morir su marido, decidió retomar el negocio familiar y ocuparse del bar, pero eran tales los desperfectos que habían ocasionado los anteriores alquilados que tuvo que invertir gran parte del premio en reparar el local. También se compró dos coches, admite después de que este diario le pregunte dónde han ido a parar tantos millones.

Meses de felicidad y dígitos de más en su cuenta bancaria que se vieron interrumpidos cuando en abril de 2015 -cuatro meses después del Gordo- conociese que una vecina la había denunciado por haberse apropiado -de manera indebida- de un décimo que no le pertenecía. Según la sentencia del Juzgado de lo Penal número 2 de Lugo la propietaria legítima compró siete décimos de la Lotería de Navidad “extraviando en fecha indeterminada”, entre el día 18 y 21 de diciembre, uno de ellos, en el que había escrito a lápiz “Inés” en la parte posterior.

UNA INSCRIPCIÓN BORRADA

Una huella del delito que la propia Rosalía -según lo probado ante el juez- intentó borrar. La pericial caligráfica afirma que en el décimo que ingresó la lucense de 67 años figuraba una inscripción parcialmente borrada, fruto de una maniobra “evidentemente tendente a evitar su identificación como el billete de lotería extraviado”.

Ella insiste: “Ese décimo no tenía ningún nombre. Lo tuvo en la mano el director del banco que también declaró que no tenía nada [escrito].

Y añade: “El delito es de ella por no denunciar en su momento. Yo no lo robé”.

Efectivamente, la sentencia descarta que se produjese una “sustracción” del décimo. También que el número premiado fuese “adquirido legalmente” porque al tener la inscripción en el reverso a lápiz indica que ya había sido vendido. Así lo afirmó “con rotundidad” durante el juicio la representante de la administración: “En modo alguno” se pone a la venta un billete que “haya aparecido perdido”.

La Administración de las galeras de Lugo vendió una serie íntegra del Gordo en 2014 EFE

Una semana después del juicio y el mismo día en el que ha conocido la sentencia -no firme y contra la que cabe recurso ante la Audiencia Provincial-, Rosalía admite estar “consumida” por estos meses en los que ha tenido que escuchar cómo la llaman “ladrona”, “chorizo” y “delincuente”. “Yo soy una persona honrada”, asegura mientras explica cómo lleva toda su vida trabajando “de 7 de la mañana a 12 de la noche de lunes a domingo” para poder sobrevivir. Sólo cuatro meses le duró la alegría y la esperanza de una jubilación “sin hipotecas” ni otros pufos.

Esta señora está acabando con mi vida”, lamenta Rosalía, quien confiesa que no duerme “ni de noche ni de día” desde que recibió la primera notificación judicial. Dice tener diabetes, haber sufrido un desprendimiento de retina y estar en lista de espera para operarse un tobillo. Por eso entona al final de cada frase un “no puedo más”. En estas condiciones deberá -si se confirma la condena- hacer no sólo frente a la condena de devolver los 320.580 euros del décimo premiado, sino sumar la pena de seis meses de multa con cuota diaria de seis euros: 1.080 euros.

-¿Y cómo hará frente a esa cantidad?

-Tendré que vender mi casa...