El mundo del fútbol español no lo sabe, pero está en deuda con Jorge. Gracias a él y unos amigos, el espíritu atrevido del Madrid de los años ochenta y una borrachera a cuenta de una victoria de la selección española de fútbol en la Eurocopa de Francia 1984 se empezó a normalizar el ir a bañarse en la madrileña fuente de la diosa Cibeles para celebrar triunfos futbolísticos.

Repetir una celebración como la del pasado 21 de mayo en la fuente de la Cibeles por el triunfo en La Liga del Real Madrid es precisamente lo que están deseando ahora mismo los aficionados del club 'blanco'. Este sábado 3 de junio el Real Madrid juega la final de la Liga de Campeones ante la Juventus de Turín en Cardiff. A buen seguro la mayoría de los seguidores del equipo 'merengue' creerá que la tradición de acudir en masa al monumento del centro de la capital de España es algo inalienable de la identidad madridista. Pero no lo es. Ahí está, para demostrarlo, el testimonio de Jorge.

A este hombre de 59 años nacido en Daimiel (Ciudad Real) y afincado en la localidad de La Zubia, muy cerca de Granada capital, le gusta más la lectura y el teatro que el fútbol. Nunca ha sido, sin embargo, ajeno al deporte 'rey'. Si este peluquero de perros criado en Madrid tuviera que elegir un equipo entre todos los clubes de La Liga, se quedaría con el Atlético de Madrid. Con este perfil de colchonero ilustrado, en sus días de veinteañero, Jorge disfrutaba a menudo tomando cañas con amigos en el Dóberman, un bar de su barrio.

El 24 de junio de 1984, Jorge estaba justamente con cuatro amigos en ese bar de Moncloa, situado en la calle Andrés Mellado pero que ya hace tiempo que cerró y reabrió con otro nombre y dueño. Él, otro Jorge, Dani, Emilio y Eloy bebían unas cervezas mientras veían o escuchaban, de fondo, el partido España-Dinamarca de las semifinales de la Eurocopa de Francia 1984.

El colchonero Jorge junto a sus amigos fueron los primeros en celebrar un triunfo en la Cibeles. E.E.

El duelo de La Roja de Arconada, Señor, Santillana y el 'Lobo' Carrasco, entre otros, acabó en empate (1-1) tras disputarse el tiempo reglamentario. España se impuso en la lotería de los penaltis (5-4). Ese triunfo daba la oportunidad a España, veinte años después de haberse hecho con el título continental jugando como anfitriona, de disputar su segunda final en una Eurocopa.

Jorge todavía se acuerda de la alegría con la que se vivió aquel triunfo. “Todo el mundo estaba súper contento, gritaban por la calle '¡Olé!,¡Olé!'”, cuenta a EL ESPAÑOL este peluquero de perros. Contagiados por la euforia del ambiente y sin duda inhibidos por las cervezas, él y sus compañeros de barra decidieron poner rumbo a la Cibeles. “Nosotros nos fuimos del bar diciéndole al que lo llevaba: 'déjanos una botella de whisky Dyc y mañana te la pagamos'. Nos la dio y nos fuimos dando un paseo hasta la fuente”, prosigue Jorge.

Él no sabe muy bien por qué pusieron dirección a ese punto de la ciudad. “Algo habríamos escuchado”, apunta, aludiendo al tradicional ambiente festivo de esa zona cuando hay victorias futbolísticas de importancia. Ante triunfos de la selección o del Real Madrid, el Paseo de la Castellana ya era un lugar tradicional de celebraciones. En las oficinas del Real Madrid recuerdan a este periódico que por allí “de siempre” se ha paseado con los coches, haciendo sonar el claxon, cuando ganaban ambos equipos. No obstante, festejar triunfos dentro de la fuente de la diosa Cibeles era otro nivel de celebración. Jorge y sus amigos fueron los primeros en dar el paso, pero su atrevimiento no está reconocido en los libros de historia.

UN CAPITULO DE LA HISTORIA OLVIDADO

Tanto es así que para el Real Madrid y el Ayuntamiento de la capital, ir a la Cibeles a celebrar éxitos es algo que empezó en 1986. Desconociendo la historia de Jorge, ambas instituciones sitúan el origen de esta práctica festiva en la victoria por 5-1 de España sobre Dinamarca en los octavos de final del Mundial de México 1986.

En aquel partido la estrella del Real Madrid Emilio Butragueño firmó cuatro de los cinco goles españoles. “La fuente de Cibeles pasó a convertirse en lugar exclusivo de celebración de los triunfos del Real Madrid a partir del año 1986, año en la que el club ganó La Liga y en la que Butragueño marcó los cuatro goles en Querétaro [México]”, dicen a EL ESPAÑOL desde el consistorio. Ese relato, sin embargo, se olvida de que Jorge y sus cuatro amigos, dos años antes de que Butragueño tocara el cielo en México, celebraron con la diosa Cibeles la clasificación para la final de la Eurocopa de Francia 1984.

Jorge habla mostrando las fotos tomadas en la noche del 24 de junio de 1984 que prueban que él y sus amigos del bar fueron los primeros en utilizar esa fuente como lugar para celebrar triunfos deportivos. “Al principio lo contaba entre mi círculo de amigos y conocidos pero me decían: 'Ya está éste inventándose cosas'. Nadie me creía, se reían de mí, y por eso hasta dejé de contarlo”, asegura este hijo de militar que creció en Madrid desde los nueve años.

LAS FOTOS, PRUEBA CONTRA LOS INCRÉDULOS

Recientemente desempolvó una vieja caja de zapatos con fotos donde pudo rescatar las pruebas gráficas de su fiesta monumental con el fútbol como excusa. A él se le ve en una de las imágenes sobre la Cibeles sin pantalones, en camisa de cuadros y haciendo el signo de la victoria. En otra de las fotografías está montado sobre uno de los leones. Han pasado 33 años de aquello, pero ahora quiere contar cómo estuvo implicado en un episodio desconocido por la historia de las celebraciones deportivas españolas.

Jorge con sus amigos -y un espontáneo- subidos a la estatua de Cibeles en 1984 E.E.

“Hace poco me abrí una cuenta en Facebook, y me puse a buscar ahí a amigos de aquella época de la infancia, del colegio y esas cosas”, explica. “Di con uno de mis amigos de la historia de la Cibeles. A él le pasaba lo mismo que a mí. Contaba a sus amigos que fue el primero en celebrar en la Cibeles un triunfo de un equipo de fútbol pero no le hacían ni caso. Pero claro, yo tengo aquí las fotos, y se las mandé”, añade. “En realidad, las encontré para que me crea la gente a la que se lo cuento ahora”, explica este hombre afincado en Granada desde hace casi tres décadas.

En las fotos se ve a los chicos disfrutando junto a la inmutable representación de la diosa. Eloy permaneció fuera de la fuente. Él hizo las fotos de lo que Jorge hoy llama “una gamberrada”. “Dani es el calvo con bigote, Emilio es el que lleva un cartel con el número 44 y por ahí está el otro Jorge”, explica el peluquero de perros. El cartel con el número 44 era el de un autobús de línea de Madrid. El joven Emilio lo robó camino de la Cibeles. En una de las imágenes se ve a otro chico, sin pantalones ni camiseta. Se trata de un espontáneo que se sumó a la fiesta de Jorge y sus amigos sobre el monumento.

Jorge tiene todavía las fotos y es una suerte para él. Porque la alegría con la que bebió aquella noche le impide tener un recuerdo nítido de la experiencia. “No recuerdo nada del tacto ni de la sensación de estar allí subido, la verdad es que estábamos algo colocados, pero claro, yo recuerdo que me lo pasé muy bien, y que me quité los pantalones y los dejé muy dobladitos”, sostiene.

EL MADRID DE TIERNO GALVÁN

“El Madrid en que aquello ocurrió era el Madrid de Tierno Galván”, precisa el peluquero de canes. Él recuerda que en aquel tiempo el ambiente en la capital de España era muy permisivo. No olvida aquella frase que Tierno Galván lanzara a los rockeros madrileños en un pregón de fiestas: “¡El que no esté colocao [sic], que se coloque y al loro!”. “Como alcalde, era muy permisivo, rompedor”, comenta Jorge.

Vista aérea de Cibeles en el momento de la celebración

El político socialista fue alcalde de Madrid entre 1979 y 1986 y vivió lo más intenso de la Movida madrileña. “Era un alcalde enrollado, ideal para los tiempos de la Movida, en los que había una libertad en Madrid que no se había visto antes”, rememora Jorge. “Con Franco hubiera sido impensable hacer lo que hicimos en la Cibeles. De haberlo hecho con Franco en el poder seguro que nos habrían dado el toque”, abunda. Nadie trató de impedir que Jorge y sus amigos subieran a la Cibeles. En las celebraciones de hoy día, al monumento sólo acceden los deportistas.

COMO 4 AUSTRALIANAS SEMIDESNUDAS

La crónica madrileña da cuenta de que ocho años antes del baño de Jorge y compañía, cuatro veinteañeras australianas se metieron semidesnudas en la Cibeles una calurosa noche de principios de junio causando un “colapso circulatorio”, según los términos con los que el diario ABC relataba aquel suceso. Abundantes coches y viandantes se pararon para ver cómo se bañaban las jóvenes.

El incidente acabó con las cuatro turistas siendo identificadas en una comisaría después de haber tratado de “zanjar” el escándalo con un soborno. Ofrecieron 300 pesetas de la época al cabo del 091 que se presentó allí tras hacer caso omiso a las indicaciones iniciales de una sargento de la Policía Municipal para que las chicas salieran de la fuente.

El baño de Jorge y sus amigos no tuvo tanto impacto en el tráfico. No hubo colapso, ni escándalo. “Allí ni apareció la policía ni apareció nadie ni nada”, cuenta. “Los coches pasaban como si nada, éramos cuatro colgaos que nos subimos allí, nada más y, de hecho, cuando nos cansamos de hacer el ganso, nos fuimos cada uno a su casa”, adhiere.

Para él, aquella noche de fiesta pasada por agua resulta difícil de olvidar en vista de los habituales éxitos deportivos del Real Madrid. Cada vez que el club 'blanco' gana un título y se celebra como es debido en la fuente de Cibeles, Jorge piensa en la noche en que se subió a horcajadas sobre uno de los leones del monumento madrileño. Y no sale de su asombro cuando piensa que la gamberrada de borrachera que hicieron él y sus amigos se ha convertido en un ritual madridista. “Me quedo sorprendido de que aquello que hicimos nosotros, esa gilipollez de ir allí a celebrar con la excusa de una victoria de España, se haya transformado en una tradición del Real Madrid”, concluye.

Ramos y Marcelo, capitanes del equipo, con la Diosa Cibeles.

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