Cuando Lidia Reyes decidió inyectarse tinta rosa en los ojos, tuvo que ir a Suiza a hacerlo porque en España es ilegal. “En realidad cualquier modificación del cuerpo es ilegal. Como mi lengua viperina”, dice. Y la enseña. En efecto, tiene una raja en la lengua que se la parte en dos. Cada punta se mueve de forma independiente y es inquietante. También quiere afilarse las orejas como un elfo. Pero eso tendrá que esperar, porque momento se está centrando en cambiar de cara.

Esta catalana de 32 años es la mujer más tatuada de Europa. Tiene casi el 90% del cuerpo pintado. “Un ochenta y largos largos”, cuenta a EL ESPAÑOL. Pero ahora ha decidido pasarse una toallita desmaquillante por el rostro. En este caso, un láser desmaquillante. El motivo es que se ha aburrido de su cara. Eso le pasa a mucha gente, pero ella, acostumbrada a las modificaciones, puede cambiársela.

“Me estoy borrando los tatuajes de la cara, sí. Pero no es porque me haya arrepentido, como he leído por ahí. Es que me he aburrido de este aspecto y quiero cambiar. Me voy a hacer dibujos nuevos”, aclara. Va a volver a tuneársela, pero para ello tiene que limpiarla primero. En ello anda desde principios de año. La idea le empezó a rondar en verano del año pasado, pero no fue hasta el 25 de enero cuando empezó a borrarse tatuajes de la cara con láser.

SE UNIRÁ LAS CEJAS CON PUNTOS

Lidia en pleno borrado de sus tatuajes en los ojos. D. López Frías

El primer tatuaje que se hizo en la cara fue el nombre de Barbie. No se lo va a quitar, ni tampoco las palabras “descarada” y “atrevida” que lleva en cada mentón. Tampoco unas estrellitas alrededor del ojo izquierdo. Eso es lo que se mantiene. “Todo lo demás va fuera”, avanza. Todo lo demás es, por ejemplo, el 1984 (año de su nacimiento), los palos de la baraja francesa en el bigote, un diamante en el entrecejo, el año de fundación de los Boixos Nois, unas cruces invertidas de anticristo sobre la barbilla o la leyenda “Warrior woman” que luce bajo sus ojos. “Ese me lo voy a cambiar. Lo borraremos y me tatuaré “Guerrera” en letras chicanas”, adelanta. También ha decidido unirse las cejas con una línea de puntos.

Para hacerse esa limpieza ha acudido a un centro de Sant Boi que se llama Tattoo Cleaner, el único sitio donde se atrevieron a aceptar el reto. “Pregunté en otros sitios pero no me lo hacían, no me aseguraban que quedase bien. Aquí llevo ya unos meses y estoy contenta. De momento me he borrado una telaraña en la mejilla y se ve muy bien”, cuenta. Las sesiones se hacen cada 15 días, duran una hora y ella las retransmite en directo por Instagram.

LA ESQUELA DE SU MADRE

Para ella, todos sus tatuajes tienen significado. Todos salvo, curiosamente, el primero que se hizo en su vida. “Era una araña en la espalda y me la hice por moda. Así que más tarde decidí tapármela con la cara de Cleopatra”, recuerda. Dice que del que está más orgullosa es de un pergamino que lleva la esquela de su madre y de una frase dedicada a su amigo fallecido.

Lidia pelea por ser la mujer más tatuada del mundo. D. López Frías

Ahora tiene 270 tatuajes. Reconoce que es algo así como una adicción. “Lo mío es extremo. Siempre recomiendan dejar un par de meses de reposo entre tatuaje y tatuaje, pero yo me he llegado a tatuar dos o tres veces por semana. Y eso es malísimo, porque la piel tiene memoria y tiene que descansar. Cuanto más tatuajes tienes, más te duelen los siguientes. La suerte que yo tengo es que tengo una resistencia al dolor muy alta. Aguanto mucho”.

RAJARSE LA LENGUA

Hablando de dolor, uno de los más intensos que recuerda es cuando se rajó la lengua para ponérsela como la de una serpiente. “Esa noche lo pasé fatal, como muchos dolores de muelas a la vez. Y estuve a punto de liarla. Mientras está cicatrizando no puedes mover la lengua, porque podrías romper la sutura y rajártela. Pues yo empezaba a moverla”, recuerda.

También lleva un corazón de silicona implantado por encima de los senos. Una figura en relieve que también va a sustituir. “Como también tengo los pechos operados, este corazón aquí no se aprecia bien, y lo sacaremos para poder colocarlo más arriba y que se vea”:

Para pintarse de rosa los ojos hizo venir a un tatuador canario hasta Suiza. Hacerlo en España hubiera sido delito. Sorprendentemente, ese fue uno de los que menos le dolió: “Te ponen un colirio anestesiante y no te enteras de nada”, explica.

A POR EL 99% DEL CUERPO

Lidia se limpia con gasas durante el proceso de borrado. D. López Frías

Tatuarse los ojos es una de las bazas que ella preparaba para convertirse en la mujer más tatuada del mundo, que sigue siendo su objetivo. Su idea es “pasar el 95% de piel tatuada que tiene ella, la actual récord Guinness. Se llama Julia, creo que es norteamericana y ella no tiene los ojos tatuados”. Lidia tendrá que actualizar la ficha de sus rivales: Julia Gnuse se murió en 2016. En la actualidad, la mujer más tatuada del mundo es la mexicana María José Cisterna, que tiene el 98 por ciento de su cuerpo tatuado. En breve se estrenará un documental sobre su vida. Y sí, también lleva los ojos tatuados, en este caso de negro.

Sea como sea, su objetivo sigue siendo el mismo, así que su meta es tatuarse el 99% de su cuerpo. Para ello, como le quedan muy pocos centímetros de piel que decorar, tendrá que valerse de los huecos entre dibujo y dibujo y hacer fondos, hasta no dejar ni un sólo centímetro de piel sin tintar.

SATANISMO Y POLICÍA

¿Cómo es su vida diaria? Tiene dos hijas. La mayor, de 13 años, ya ha decidido que quiere tatuarse. Es normal: su padre también tiene casi todo el cuerpo tatuado. “Ella me ha visto casi toda la evolución. La pequeña ya me ha conocido así de tatuada, porque va a cumplir 3 años”. En cuestión laboral nunca se ha planteado pedir trabajo en una tienda, por ejemplo. Es consciente de la particularidad de su aspecto y sus trabajos se orientan siempre a su imagen. Eventos, anuncios, etc.

Lidia se señala uno de sus tatuajes.

Tiene algunos tatuajes que podrían comprometerla, como el de ACAB (All cops all bastards – Todos los policías son unos bastardos) en los dedos, pero cuenta que “una vez me paró una patrulla de la policía pero para pedirme el teléfono”, cuenta. Bajo los labios tiene tatuado el número 777, que asegura que es un número satánico, como el 666: “Soy miembro de una secta satánica argentina, soy la responsable en España”.

QUE OS JODAN

¿Y la gente qué dice? “Pues hay de todo, pero a mí ya me resbalan las críticas. Al principio, sobre todo por redes, me decían barbaridades y lo pasaba fatal. Me quedaba hundida. Tengo algunos vídeos colgados en los que salgo ahí como justificándome por lo que estoy haciendo. Pues lo hago porque me da la gana y porque me gusta, Lo mismo que ahora me los borro, porque me da la gana. Hay gente que se dedica a criticar porque sí, y de esos hay que pasar”.

Mientras le borran los tatuajes, retransmite la sesión en directo por redes sociales con el móvil. Algunos de sus vídeos han alcanzado las 300.000 reproducciones. En el chat, sus fans y sus críticos se enganchan constantemente en violentas discusiones. Lidia, muy serena, aconseja a los suyos: “No les hagáis caso. Pasad de esta gente, que son trols y no merece la pena que les hagáis caso. Os mando a todos un besito. Adiós”, se despide. Pero se queda mirando el móvil unos segundos. Lee unos insultos en voz baja, se desdice y acaba despidiéndose con un mensaje a sus trols: “Que os jodan”

Hasta las piernas tiene tatuadas Lidia. D. López Frías

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