• 1 de 13

    El único inquilino que el cementerio ha tenido ha sido un peregrino que se instaló en él durante unos meses, en 2011 / Mónica Ferreirós

  • 2 de 13

    Se piensa que la gente mayor es la que más en contra está de usar este cementerio, pero Manuel Fraga Fernández, exmarinero, es un ejemplo de que no: él estaría encantado / Mónica Ferreirós

  • 3 de 13

    El cementerio cuenta con 14 cubos y otros tres en la parte de arriba que sirven como sala de autopsias, tanatorio y capilla. Esta es la sala de autopsias, totalmente abandonada y descuidada / Mónica Ferreirós

  • 4 de 13

    Los caminos que llevan a los cubos son los que originariamente usaban los percebeiros y ganaderos; la gente de Finisterre se queja de que no son accesibles para la gente mayor / Mónica Ferreirós

  • 5 de 13

    Paul Garland es de Inglaterra pero pasa la mitad del tiempo en Galicia / Mónica Ferreirós

  • 6 de 13

    El arquitecto César Portela en su estudio de Pontevedra / Mónica Ferreirós

  • 7 de 13

    El cementerio consta de 14 cubos con 12 nichos cada uno / Mónica Ferreirós

  • 8 de 13

    El cementerio mira hacia al mar y hacia el Monte Pindo, sagrado en la cultura popular gallega; A Nita Rivas le encantaría ser enterrada aquí / Mónica Ferreirós

  • 9 de 13

    Teresa tiene 33 años y es de Finisterre; opina que no es concebible que el cementerio esté en desuso y aboga por abrirlo / Mónica Ferreirós

  • 10 de 13

    Juan Bautista Ladu Insa es uno de los mayores detractores del cementerio; no le gusta ni su arquitectura ni el lugar en el que fue construido / Mónica Ferreirós

  • 11 de 13

    Muchos marineros de ahora ya no siguen las supersticiones de antaño. Por ello, a muchos de ellos no les importaría ser enterrados en un camposanto que mira hacia el mar, algo que se consideraba que daba mal fario / Mónica Ferreirós

  • 12 de 13

    La vegetación y la maleza han crecido entre los huecos de los cubos tras dos décadas de abandono / Mónica Ferreirós

  • 13 de 13

    Manuel Fraga Fernández, en la puerta de su casa / Mónica Ferreirós