El prometedor delantero Cheikh Saad no metió ningún gol en el último partido de fútbol que jugó. Ni él, ni el resto de su equipo: todo lo contrario. Los colores de su Eldense recibieron 12 goles del Barça B el pasado sábado en el Miniestadi. Sin embargo, la vergonzosa goleada sirvió para que este mauritano de 26 años destapase -con tan sólo tres tuits- el amaño del encuentro: sólo la punta del iceberg de una supuesta trama de apuestas ilegales controlada por la mafia calabresa. Pero ¿quién es este honrado futbolista que “sin pensárselo ni un minuto” ha puesto sobre la mesa una de las vergüenzas del deporte patrio?

Es mitad de la tarde del miércoles y han pasado cuatro días desde que el escándalo empezase a acaparar titulares en los medios de comunicación. Cheikh, por fin, ha vuelto a entrenar con sus compañeros de vestuario en el Estadio Nuevo Pepico Amat de Elda (Alicante). Termina el entreno y sin tiempo para pasar por la ducha, varios responsables del club lo meten en una pequeña sala de prensa en la que los habituales periodistas locales -que son capaces de enumerar los hasta 52 futbolistas que han defendido la camiseta del Eldense la presente temporada- se mezclan con plumillas enviados desde Madrid.

Cheikh Saad con los colores del Eldense EFE

No ha pisado -aún- un terreno de juego para disputar un encuentro de Primera División, pero la soltura con la que se desenvuelve ante los medios bien puede estar a la altura de apellidos que venden millones de camisetas. “Feliz de volver a entrenar con aquellos compañeros en los que confío”, repite en tres ocasiones. Una mezcla de felicidad y confianza articulan su discurso hasta que un periodista le informa de que sus compañeros -supuestos cómplices de la trama corrupta- han sido puestos en libertad después de pasar la noche a la sombra.

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-No entiendo nada. Pues parece que no sirve de nada denunciar. Yo desde luego no voy a volver a entrenar con ellos.

Esa fidelidad a sus principios de juego limpio es una fotografía que se va repitiendo a lo largo de su trayectoria que Cheikh accede a recordar con EL ESPAÑOL. Pasadas las 21:00 horas y en un restaurante del centro de Elda al que acude habitualmente junto a sus amigos de juego atiende a este periódico después de haber explicado en rueda de prensa por qué decidió denunciar el amaño del “vergonzoso” 12-0. Ensalada de atún y tomate de primero y pollo con verduras a la plancha de segundo para -junto a largas rutinas de gimnasio- mantener el cuerpo atlético y unos abdominales esculpidos.

Emigrar con sólo dos años

Nació en septiembre de 1990 en Mauritania y fue el primero de los cuatro hijos de un matrimonio que decidió emigrar a Europa cuando el ahora delantero sólo tenía dos años. Dice no recordar cómo llegó a España. Tampoco desvela si en algún momento le ha preguntado a sus padres por la travesía que les hizo llegar a Roquetas de Mar (Almería), donde se instalaron durante más de ocho años: abuelos maternos, padres e hijos. Allí, mientras sus padres trabajaban en los invernaderos de la zona, él durante su etapa en Primaria comienza a dar las primeras patadas al balón en el equipo de Roquetas-. Sin equilibrar la balanza: “Siempre he sido un desastre en el tema del colegio, siempre me ha apasionado el fútbol”.

Su abuela materna -que también emigró desde su Mauritania natal hasta España- le regaló su primer balón a los cinco años. No tarda más de tres segundos en recordar ese momento. Así, Cheikh relata cómo sus hermanos más pequeños también quisieron acompañarle en su pasión, pero fueron incapaces de seguirle el ritmo. “Me dijeron que esto no era lo suyo. Eso sí, han salido más estudiosos que yo”, matiza.

Cheikh, arriba a la izquierda, junto a sus compañeros de juego en la adolescencia E.E.

Su segunda mudanza vital -en ese momento aún no sabía el hacer y deshacer de maletas que le aguardaba su sueño futbolístico- fue a los 11 años, cuando se trasladó con toda su familia a Lleida. De los invernaderos almerienses a la industria catalana. Allí se instaló, siempre según su relato, en el barrio de La Bordeta, donde encontró el club al que 15 años después -y tras camisetas de muchos colores- sigue calificando de “su familia”: U.E. Balafia.

-¿Le costó adaptarse?

-Me costó al principio porque todo el mundo con el que me relacionaba hablaba en catalán: ¡Hostia, de esto no me entero! Pero lo aprendí en nada y ahora cuando vuelvo hablo más en catalán que en castellano.

Todo fue rodado hasta que a los 16 años, un tío suyo que se dedica a cazar jóvenes talentos en el Friburgo le hizo viajar hasta Alemania para realizarle una prueba. Los responsables técnicos vieron su talento y le ofrecieron quedarse. De nuevo, la vida a las espaldas. A dos años de cumplir la mayoría de edad se trasladó a Friburgo de Brisgovia, la cuarta ciudad más grande de Baden-Wurtemberg. Pero aquí, la realidad del jugador novato que busca hacerse un hueco lo atropelló. “Me costó muchísimo adaptarme, no hablaba el idioma y tampoco me ayudaron mucho los compañeros”, explica el joven. “Estaba siempre encerrado en la residencia, psicológicamente estaba mal, así que no duré más de tres meses”, añade.

Y en el mercado de invierno cuando acaba casi de cumplir la mayoría de edad llegó su oportunidad. Lo fichó el Lérida para jugar en la Segunda División B. “Imagina un chaval de 18 años jugando entre tanto profesional”, dice mientras recuerda la primera vez que saltó al campo de césped en esta categoría en un partido contra el Alcoyano. “Unos nervios en la barriga de locos, se me movía todo por ahí. Entré, pegué dos carreras y ya estaba asfixiado”, asegura.

Y llegaron los 25.000 euros al año

En 2011 Cheikh Saad recibió una llamada del San Roque de Lepe con una oferta económica “que no podía rechazar”: un contrato anual de 25.000 euros. “Imagina”, exclama de nuevo. “Me fui volando”. Dejó a su familia en Cataluña y se trasladó a Andalucía con su novia, pero no tuvo suerte. Nada más comenzar, se lesionó. Un incidente que le llevó a estar tres meses de baja y que se sumó a los problemas de cobro de las nóminas. “Me volví… de nuevo al Lérida”, dice pareciendo excusarse.

Cheikh Saad tiene un hijo de dos años y nueve meses: Leo

-¿Cómo lleva viajar de un lado para otro?

-Cansadísimo. Es un mareo. He estado dando muchas vueltas. Y lo que queda..

Y en ese ir y venir, el delantero aterrizó en el Eldense -tras una breve experiencia en Letonia- “sin saber por qué”: “Tenía que dar una respuesta en 12 horas y decidí venirme a Elda”. Se mudó en esta ocasión sólo, sin su mujer ni su hijo Leo -cuya elección del nombre nada tiene que ver con Messi- de tan sólo dos años y nueve meses.

-“Si llego a saber esto…no hubiese venido”

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Cuando llegó “la ruina”...

Su primer entrenamiento en el Estadio Nuevo Pepico Amat fue a principios de este mismo año y a los tres días -literales- ya comenzó a “ver cosas extrañas”. “El entrenador se fue sin más explicaciones que el no querer estar con los nuevos inversores que habían entrado en el club”, asegura. El “problema” viene cuando el sustituto del primer entrenador tampoco duró más de dos semanas al frente del equipo. Una sucesión de técnicos hasta que llegó “la ruina”: Filippo Vito, en libertad con cargos desde el miércoles.

Aunque sus sospechas fundadas -tras escuchar comentarios de compañeros de vestuario- empezaron hace dos jornadas en Cornellá, no fue hasta una hora antes de saltar al terreno de juego en el Miniestadi, cuando sus peores presagios se evidenciaron. Él, uno de los delanteros que no se caía del 11 inicial fue avisado media hora antes de que no jugará contra el Barça B. “Hay jugadores que han vendido el partido”, dice que le dijo un compañero de vestuario una vez finalizada la goleada. Fue entonces cuando bajó del autobús -al que se había dirigido antes que sus compañeros- y se lanzó al vestuario a “liar la marimorena”: “Casi hubo agresiones

Pero no fue hasta el día siguiente, el domingo ya desde su casa cuando vio un tuit de uno de los jugadores -detenido y acusado de estar implicado en la trama-, lo que hizo que incendiara la mecha por completo. “Leo que sentía mucho la goleada por la afición y que era un día muy duro para él. Exploté”, recuerda el delantero. Y entonces, vinieron los tres tuits en forma de dardos. "Saldrá todo porque el 12 a 0 es irreal y al final todo saldrá a la luz”, primero. "Los que menos pensáis son los que han hundido al club”, segundo. “A mí nadie me va a joder la carrera por cosas como estas, puta vergüenza”, tercero.

La Policía comenzó horas más tarde las investigaciones del posible amaño del partido mientras que Cheikh recibía el apoyo de la mayoría de sus compañeros de equipo tal y como relata a este diario. Ahora, el jugador de origen mauritano sólo espera que las aguas vuelvan a su cauce, que el club recupere el prestigio perdido durante esta semana a base “de trabajo y honradez”. Él no hace planes a futuro muy lejano: sólo pide “estabilidad” en un equipo en el que la piña trabajase lejos de las apuestas futbolísticas a las que tilda de “cáncer del deporte”.