434 millones de euros desaparecidos y 18.500 personas arruinadas por invertir en cuadros que valían un 98% menos de lo que les aseguraron. Es el resumen en cifras del caso Arte y Naturaleza: una estafa piramidal consistente en la compra de obras de arte a un precio inflado y que usó como cebo a personalidades tan importantes como la Reina Sofía o Alfredo Di Stéfano.

La empresa cayó en 2006 y, con ella, todo el dinero de sus inversores. Sucedió hace 10 años y los responsables acaban de ser juzgados en la Audiencia Nacional. Se enfrentan a más de 20 años de cárcel. El caso está visto para sentencia, pero nada se sabe del dinero que se volatilizó.

Por si fuese poco, la empresa se declaró en concurso de acreedores tras la quiebra. La gestión de los administradores concursales ha sido, en palabras de los propios afectados, “muy turbia. No sólo no nos han ayudado ni nos han proporcionado información. Es que además han desaparecido 11 millones de euros, sin explicación alguna, desde que están al frente”.

Tres estafados muestran uno de los cuadros asignados David L. Frías

Los afectados lo tienen claro. "Nos sentimos estafados por dos veces”. El gran timo no les ha hecho perder sólo dinero: el caso Arte y Naturaleza ha dejado un reguero de dramas por el camino: familias enteras arruinadas, personas que enloquecieron y jamás se recuperaron. Otros que resultaron afectados por enfermedades incurables y fallecieron. Entre los inversores se habla incluso de algún caso de suicidio

MÁS BENEFICIOS QUE UN BANCO

¿Qué fue exactamente Arte y Naturaleza? En su momento, la panacea. Una empresa de inversión en bienes tangibles muy popular durante la década de los 90. Prometía un alto porcentaje de beneficios por invertir en obras de arte. El funcionamiento era tan sencillo como inexplicable: los clientes ingresaban una determinada cantidad de dinero. Con ese montante, al inversor se le asignaban X obras de arte que con el tiempo se revalorizarían. Al concluir el plazo del depósito, los clientes recibían una rentabilidad bastante superior a lo que ofrecían los productos financieros de los bancos. Si una entidad bancaria ofrecía un 7 o un 8%, Arte y Naturaleza estaba asegurando entre un 10 y un 20%, en función del tiempo que el dinero permaneciese en esos productos.

El sistema era calcado al de las otras dos grandes empresas de inversión en bienes tangibles: Forum Filatélico y Afinsa. La dinámica era idéntica: los clientes invertían su dinero en sellos que, al tiempo, se revalorizaban. Los clientes percibían pingües beneficios, lo que provocaba que se corriese la voz. Los inversores convencían a sus familias, amigos y allegados para que depositasen sus ahorros en un producto financiero casi milagroso.

EL ESQUEMA PONZI

En realidad, el sistema de funcionamiento de las tres entidades estaba basado en una estructura piramidal. El conocido como “esquema Ponzi”, que es un mecanismo económico insostenible que se inventó el estafador italiano Carlo Ponzi a principios del siglo XX, estafando a sus compatriotas que residían en Estados Unidos. Una estructura de pirámide en la que el que está en lo alto de la cúspide recibe todo el dinero que va entrando. Los nuevos inversores que van entrando van pagando, con sus ingresos, las rentabilidades de los clientes más antiguos.

En el caso de Arte y Naturaleza, a los clientes le prometían elevados beneficios por invertir en obras de arte. Cuando llegaba el momento de cobrar, efectivamente cobraban. ¿De dónde salía el dinero? De la revalorización de cuadros y esculturas desde luego que no, porque apenas se vendían obras. Lo que sucedía era que la empresa utilizaba el dinero de los nuevos inversores para pagar los beneficios de los clientes que ya habían invertido antes. Este sistema piramidal provoca que la deuda se multiplique de forma exponencial. Sin embargo, los propietarios de la empresa juegan con una ventaja: los inversores dejaban su dinero en la empresa para que les siguiese reportando beneficios. De este modo, la empresa siempre tenía reserva de dinero suficiente como para pagar los beneficios prometidos.

DI STÉFANO, AMANCIO Y LA REINA SOFÍA

Como los clientes recibían sus beneficios, se fiaban. Así, Arte y naturaleza contaba con unos activos económicos que le permitían, no sólo pagar los puntuales intereses prometidos, sino contratar a rostros conocidos para promocionar sus obras de arte y captar de este modo a nuevos inversores.

La Reina Sofía fue una de esas personalidades que prestó su imagen a Arte y Naturaleza. Los estafados aún conservan una foto en la que sale Guillermo García del Toro, propietario de la empresa, mostrando serigrafías a la monarca. La influencia de García del Toro era tal, que el acto no se celebró en la sede de Arte y Naturaleza, sino en la misma residencia de los reyes. En uno de los salones de La Zarzuela, la Reina Sofía recibía de manos del presidente de Arte y Naturaleza un facsímil de un antiguo libro como obsequio. La instantánea sirvió como portada de "Singladura", la publicación que Arte y naturaleza enviaba a sus asociados de forma periódica. 

En otra instantánea aparecen Alfredo Di Stéfano y Amancio Amaro (exfutbolistas del Real Madrid) promocionando unas serigrafías del equipo merengue. Entre 'La Saeta' y 'El Brujo' posaba con una amplia sonrisa Guillermo García Del Toro. Sabía que rodearse de personalidades le aportaba una credibilidad imprescindible para continuar con el negocio. “Estaba la Reina, estaba Di Stéfano, había muchos famosos… ¿Cómo no nos íbamos a fiar de la legalidad de la empresa?” se lamenta ahora Vicente, uno de los afectados.

Di Stéfano y Amancio, con el presidente de Arte y Naturaleza David L. Frías

Durante 15 años, Arte y Naturaleza funcionó. Lo que explicaba la empresa a sus clientes era que las obras de arte de autores desconocidos que les habían sido asignadas se habían revalorizado. “Así es el mundo del arte. Un cuadro vale ahora 1.000; mañana, el autor se hace famoso y su obra puede valer 5.000”, les explicaban a los maravillados clientes. A veces les asignaban cuadros, otras esculturas, otras iconos rusos. “Presumían de tener la mayor colección del mundo de iconos rusos del mundo, pero se dice que en realidad los fabricaban en serie en Vallecas. Por eso había tantos”, apunta Manuel, uno de los inversores.

SIN DINERO Y SIN CUADROS

Los inversores cada vez aportaban más capital, por lo que la empresa cada vez tenía más dinero. La única forma que tiene este sistema de quebrar es que todos los clientes soliciten retirar su dinero al mismo tiempo. Y esto es lo que sucedió cuando un juez intervino la empresa en 2006. Las intervenciones de Forum Filatélico y Afinsa (dos entidades de bienes tangibles dedicadas a los sellos) provocaron que los clientes de Arte y Naturaleza reclamasen su dinero. Pero ya no había nada que hacer. A los pocos meses le llegó el turno a Arte y Naturaleza y los afectados se quedaron sin dinero... y sin cuadros. 

Algunos de los afectados (muy pocos) lograron recuperar parte de su patrimonio, consistente en obras de arte devaluadas y sin salida en el mercado. 

LOS TESTIMONIOS

“¿Ves este cuadro tan raro? Me pertenece pero no vale nada. Me aseguraron que su valor era de más de 9.000 euros y que se iba a revalorizar aún más. Ahora, una casa de subastas me lo ha tasado en 200 euros. El precio estaba inflado y yo he perdido todos mis ahorros”, cuenta Francisco, uno de los pocos acreedores que consiguió que le entregasen sus obras de arte.

Francisco muestra una obra de arte con un precio inflado en un 98% David L. Frías

Francisco sostiene en sus manos uno de los cuadros que pudo recuperar y lo mira con el recelo del que se sabe estafado. “Yo soy músico y durante toda mi vida ahorré el dinero que conseguí haciendo bolos por España. Luego lo invertí en Arte y Naturaleza. Ahora no me queda nada más que… este trozo de tela que no vale nada”, se repite.

Francisco es una de las pocas víctimas que, aunque no ha recuperado el dinero, al menos ha podido hacerse con los cuadros que le asignaron. Pero es una rara avis. Casi nadie tiene sus obras de arte. Son cuadros fantasmas que se encuentran hacinados en un almacén de algun punto de la periferia de Madrid. Hay quien dice que en Algete, hay quien dice que en Getafe. Todo el mundo ignora el estado en el que se encuentra todo este patrimonio.

Y es que, en realidad, a nadie le interesaban las obras de arte. Lo que buscaban los clientes eran las ganancias de su inversión. Por eso casi nadie pidió los cuadros, bustos, telas o iconos que les asignaban cuando invertían dinero. “Tanto da. Yo sí que conseguí mis cuadros pero... ¿para qué? No puedo hacer nada con ellos", certifica.

Francisco perdió cerca de 20.000 euros, pero hay clientes que se arruinaron: “Cuando murieron mis padres me dejaron 360.000 euros de herencia. Fue una época bastante mala porque, justo después de que fallecieran, me enteré de que me habían adoptado. Aún con el shock, decidí invertir toda la herencia en Arte y Naturaleza. Tenía la necesidad de darle un buen uso al dinero que ellos habían ahorrado durante toda su vida para dármelo a mí. A los dos años la empresa quebró y lo perdí todo. Me sumí en una profunda depresión que nunca se ha acabado de ir. Llevo diez años en tratamiento psiquiátrico” explica este sevillano de 43 años.

“EL DIONI” DE ALMENSILLA

Enrique no tiene reparos en poner nombre y apellidos a la persona que le introdujo en Arte y Naturaleza: “Me lió Julio Mateos, que era uno de los comerciales de la empresa. Ahora le llaman “El Dioni de Almensilla” porque está en búsqueda y captura, acusado de haber robado 4 millones de euros de otra estafa”.

Enrique se refiere a Julio Mateos Palacios, un empresario involucrado en otras presuntas estafas. La que menciona Enrique se refiere a unas obras en el sector F de Almensilla, un pueblo de Sevilla donde se tenían que acometer obras de urbanización. Mateos adminstró el dinero de los parcelistas y declaró haber realizado gastos por algo más de 3 millones de euros, pero la policía ha confirmado retiradas por valor de más de 7 millones de euros. Esto significa que faltan casi 4 millones de euros que Julio Mateos habría retirado. Actualmente se halla en paradero desconocido, prófugo de la justicia. Hay sospechas que apuntan que se está fundiendo ese dinero en el caribe, concretamente en la República Dominicana. Allí fue fotografiado en septiembre de 2015, tomando cócteles con una mujer.

Además del “Caso Almensilla”, a Julio Mateos le atribuyen otras estafas, como una relacionada con la venta de aceite de oliva adulterado que habría colocado como “virgen extra” a dos grandes cadenas de supermercados con las que firmó contratos valorados en más de 2 millones de euros.

EL COMERCIAL QUE LEVANTÓ UN IMPERIO

No obstante, el cerebro de la trama Arte y Naturaleza no fue Julio Mateos. El fundador y propietario de esta empresa de inversiones es Guillermo García del Toro: un antiguo empleado de Afinsa. Allí aprendió todo lo que necesitaba saber de las estructuras piramidales. Cuando consideró que tenía los conocimientos suficientes como para emanciparse, se marchó de la empresa y montó Arte y Naturaleza siguiendo los mismos patrones que Afinsa.

El negocio que montó García del Toro era redondo. Además de recibir grandes cantidades de dinero por parte de los inversores, basó su negocio en un mercado tan volátil y fluctuante como las obras de arte. En función del dinero que aportaba el nuevo inversor, García del Toro le asignaba una serie de obras de arte que el cliente no podía elegir y a las que les atribuía un valor ficticio. “A mí me colocó 42 cuadros de autores que desconozco” cuenta Enrique, el chico que perdió la herencia de sus padres. 

Un cuadro tasado en 7.282€ que ahora sólo vale 1.000. David L. Frías

Ahora, García del Toro se sienta en el banquillo de los acusados y sostiene que no entiende de qué se le acusa. Negó conocer que la Ley de Inversiones Colectivas prohíbe ese tipo de prácticas, así como la existencia de un ordenador en su empresa en el que se registraban las aportaciones en negro. En total, la empresa de García del Toro dilapidó parte de los 430 millones de euros que suman el dinero aportado por los clientes y las rentabilidades prometidas.

LA SEGUNDA (PRESUNTA) ESTAFA

La pesadilla de los inversores no acabó con la intervención judicial. Todo lo contrario. La empresa solicitó un concurso de acreedores voluntario, Esto es que, una vez caída la cúpula dirigente, un juez nombró a tres administradores concursales que debían encargarse de vender las obras de arte. Con el dinero que obtuviesen, repararían los daños económicos a los clientes.

Nada más lejos de la realidad. A los administradores concursales, según cuentan los afectados, les asignaron un sueldo de 24.000 euros mensuales por realizar las gestiones. Además, según cuentan los inversores, vendieron un número irrisorio de obras a un precio muy depreciado. “La tasación de Arte y Naturaleza estaba muy inflada, pero la de las casas de subastas estaba muy por debajo del valor real de los cuadros” cuenta Toñi, una de las portavoces de la asociación de afectados. Para conocer cuál era el valor real de los cuadros, la Audiencia Nacional recurrió al Museo Reina Sofía para que realizase una tasación más fidedigna.

Los resultados se hicieron esperar 15 meses, pero las cifras que les dieron fueron sorprendentes: “Los precios de tasación estaban a medio camino entre lo que nos decía Arte y Naturaleza y lo que nos señalaban desde las casas de subastas. Sin embargo, los administradores concursales consintieron la venta de estos cuadros a precios incluso más bajos que los que fijaban las casas de subasta. "Además de los 11 millones de euros, faltan en inventario 4.306 obras de arte sin explicación", afirma Vicente, uno de los afectados

Una de las sorpresas desagradables con la que se encontraron los afectados fue ver cómo uno de los cuadros pertenecientes a Arte y Naturaleza fue vendido en una subasta a un precio ínfimo. Después lo vieron en un catálogo de arte puesto a la venta por una cantidad tres veces superior a lo que se pagó en una subasta. Lo había adquirido una empresa de compra y venta de arte vinculada a… uno de los administradores concursales.

DINERO MANCHADO DE SANGRE

Diez años después de la estafa, los propietarios de la empresa se sientan en el banquillo de los acusados, pero los miles de estafados denuncian una situación de desamparo absoluto. "No tenemos interlocutores, no hay un responsable al que dirigirse, los administradores concursales se siguen llevando el poco dinero que queda, pero a nosotros nadie nos repone nuestro dinero", cuenta Vicente, uno de los portavoces de los afectados. Enrique, el chico que perdió el dinero de su herencia, va mucho más lejos. "Si fuese sólo el dinero... Yo lo que he perdido ha sido la salud. Y mucha otra gente. Las secuelas que nos ha provocado han sido tan grandes que ha llevado a mucha gente a la muerte. No sabemos dónde está ese dinero, pero está manchado de sangre". 

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