-¿Por qué no abandonas esa vida y ese mundo?

Un par de meses antes de morir, una de sus cinco hermanas le planteó esa posibilidad a Hicham. Fue en vano. Él, al que apodaban El Cuchillo, respondió entre lágrimas y con las piernas temblorosas: "Ya no puedo. Sé demasiado. No viviría en paz, irían a por mí".

La misma pregunta le hizo su hermana a Mohamed El Caniche. El chico vino a responder lo mismo que El Cuchillo: "Ahora me es imposible. Me matarían". 

Si alguien está demasiado involucrado, sólo puede abandonar el negocio del tráfico de drogas de dos formas: la muerte o el exilio. El Cuchillo y El Caniche lo hicieron de la primera.

A Hicham, que movía dinero y hachís desde Algeciras para el capo ceutí Hassan Mohamed, apodado Chakor (hacha en árabe), lo mataron el 28 de julio de 2014. Su asesino, o sus asesinos, hicieron desaparecer su cuerpo. Se sospecha que lo enterraron en algún lugar perdido o que lo lanzaron a las aguas que bañan Ceuta. Pero ni rastro de su cuerpo. Tampoco se sabe por qué lo hicieron.

En cambio, a Mohamed, un traficante a sueldo de Hassan, le pegaron un tiro en la nuca. Luego, ya fallecido, lo metieron en el interior del Audi A6 de su padre, regaron el coche con gasolina y, para que prendiera rápido, añadieron un acelerante químico. Fue el 15 de diciembre de ese mismo año. Sabía más de la cuenta.

Por entonces, en la ciudad autónoma se libraba desde hacía años –al menos la Policía Nacional tiene constancia desde 2009, pero se habla de una década- una guerra entre dos bandas para hacerse con el control del mercado del hachís que cruza el Estrecho hacia Europa.  La contienda prosigue hoy, aunque con mayor discreción y sin el estruendo rutinario de las balas. Hizo falta que el GRECO de la Costa del Sol se desplazara hasta Ceuta para imponer cierta paz.

Vista aérea de Ceuta. Mauro Mancebo.

Tafa contra Nene

Hay viento en Ceuta. Desde primera hora, pelotones de militares y policías nacionales corren por entre las calles de la ciudad.

No es fácil adivinar que un lugar tan pequeño como Ceuta (19 kilómetros cuadrados, 85.000 habitantes) tomado por las Fuerzas de Seguridad del Estado (en torno a 1.200 efectivos entre Guardia Civil y Policía Nacional), es el epicentro de la principal ruta mundial del hachís. Es la conocida como ‘ruta sur-norte’. La hegemonía en el Estrecho resulta fundamental para los narcos.

Dos grandes bandas de traficantes operan en ella y, desde 2005, se enfrentan a balazos. Sin embargo, es desde 2009 cuando la guerra entre ambas se ha encarnizado, dejando un reguero de muertos.

Una de ellas la lideraba Tafa Sodia, quien extendió su reinado en la conflictiva barriada El Príncipe. Tafa fue asesinado en 2013 a manos de sicarios de la banda rival, la que hasta su muerte encabezaba Mohamed Taieb El Nene.

El Nene, que antaño fue el mayor narcotraficante del Estrecho, hoy se encuentra desaparecido. La Policía piensa que fue asesinado en agosto de 2014 a manos de sicarios franceses. Desde entonces ocupa su trono Hassan Chakor, su mano derecha y dócil lugarteniente, quien logró extender su reinado por toda la ciudad, incluida El Príncipe, donde los chicos de Taifa tratan de retomar el control.

El culebrón

Esta mañana El Español se ha citado con personas cercanas a Hicham Enfedal, alias El Cuchillo, y Mohamed Aziz El Caniche. Por miedo a represalias, todas ellas han accedido a hablar con el periodista si, a cambio, no se revela la identidad de ninguna de ellas.

"Aquí, todos los asesinatos son por encargo. También el de Hicham".

A bocajarro, lo cuenta alguien que dice ser “amigo íntimo” del propio muerto. El 28 de julio de 2014 Hicham bajó hasta Ceuta en el ferry procedente del puerto de Algeciras, donde vivía desde los 20 años pese a ver nacido en la ciudad autónoma. En Ceuta aún residen sus padres, sus cinco hermanas y sus dos hermanos.

Hicham se encargaba de distribuir y de cobrar en la Península los envíos de hachís que, primero El Nene y después Hassan Chakor, hacían a través de lanchas que partían desde Marruecos. Era un tío de fiar entre quienes conocen el mundo. “Nunca se quedó un solo euro de ninguno de los dos”, dice su amigo. Luego, les bajaba el dinero a Ceuta oculto en dobles fondos de coches que montaba en el ferry que une la ciudad autónoma con Algeciras. “Tenía sus trucos”.

Aquel 28 de julio de 2014, siguiendo el relato de su amigo, El Cuchillo viajó hasta Ceuta porque, a través de un intermediario, lo reclamaba Hassan Chakor. Ese día sólo vio a un hermano y a un cuñado. Por la tarde, acudió a casa de su jefe. Nunca más se supo de él.

La familia de El Cuchillo está segura de que fue asesinado y su cuerpo fue enterrado o lanzado al mar. El entorno de Hicham, padre de cuatro hijos a sus 35 años, sostiene que Hassan y otras dos personas (dos sicarios, Anuar Mimun Grana y su hermano Fathi) lo trasladaron a casa de El Nene, entonces aún vivo –por poco tiempo- y prófugo de una cárcel marroquí. Una vez en la vivienda del capo, una chalet con zulo, lo habrían asesinado.

Imagen de una calle del barrio ceutí de El Príncipe. Mauro Mancebo.

El porqué aún hoy sigue siendo una incógnita, aunque el amigo de Hicham apunta a que Abdellah El Haj Messi, un narcotraficante marroquí afincado en Algeciras y con buena relación con El Nene, les habría pagado a éste y a su banda para que “lo quitaran de en medio”. “Al parecer”, explica su amigo, “estaban enfrentados desde hacía años por una misma mujer”.

Ahora, casi dos años después de su desaparición, la madre de Hicham El Cuchillo sufre una severa dolencia cardíaca y su padre ha perdido la esperanza de hallar el cadáver de su hijo muerto. “Ha pedido a sus allegados que dejen ya el tema”, dice su amigo. “Pero no podemos dejar que un asesinato se cierre así, sin más, por mucho que Hicham se dedicara a lo que se dedicaba”.

Ambos casos, el de Hicham El Cuchillo y el de Mohamed El Caniche están conectados por una simple grabación de vídeo: las cámaras de vigilancia de la casa de Mohamed grabaron a Hicham la noche de su desaparición acompañado por quienes lo asesinaron, según la investigación de la Policía Nacional. Esas imágenes, a la postre, lo llevarían a la muerte.

Cuando perdió la vida, cuenta una persona cercana, a El Caniche sólo le faltaban cinco días para cumplir los 35 años. Antes de trabajar para El Nene y para su sucesor Hassan Chakor, Mohamed se había empleado para el líder de la banda rival, el fallecido Tafa Sodia.

Pero Anuar Grana y su hermano Fathi, sicarios a sueldo de Hassan, le descerrajaron un disparo en la nuca. Chakor ya no confiaba en él e hizo gala de su apodo, Hacha, y mandó a los suyos a acabar con El Caniche. Y menos desde que las cámaras de seguridad de su casa habían registrado como el propio Hassan, El Nene, Grana y Fathi pasaban por allí junto a El Cuchillo, al que presuntamente asesinarían poco después la noche del 28 de junio de ese año. Con una bala por la espalda terminaba así la vida de un tránsfuga en el mundo del narco.

La reconstrucción de lo sucedido aquel 15 de diciembre de 2014 dice que El Caniche acudió a la casa de Hassan convencido por Saida Mustafá, su propia mujer, de la que iba a separarse con inminencia para “marcharse” de Ceuta con otra chica. Su relación estaba rota desde hacía meses. Él tenía otra pareja y soñaba con abandonar el negocio del hachís. Ella tenía un romance con el sicario Grana. Pero Saida lo drogó con fármacos antes de su muerte para dejarle el terreno allanado a los Anuar y a Fathi.

La investigación policial apunta a que el propio Anuar Grana, con la colaboración de su hermano y de otras tres personas que le facilitaron la gasolina –entre ellas un menor-, lo metió en el coche de su padre, roció el vehículo con gasolina y con un acelerante químico, y le prendió fuego con el cuerpo ya sin vida de Mohamed El Caniche en su interior.

Mezquita en el barrio de El Príncipe. Mauro Mancebo

A principios de enero de 2015, el GRECO de la Costa del Sol se desplazó hasta Ceuta para poner fin a la guerra que vivía la ciudad. Al frente del grupo estuvo su aguerrida inspectora jefe, a quien los narcos detestan.

Desde 2009, inmersos en ese cruce de balas, en Ceuta habrían muerto al menos nueve personas y heridas de gravedad otras ocho. 2014 había sido sangriento. En junio de ese año murieron un chico llamado Sufian e Hicham El Cuchillo. En agosto, en El Príncipe, perdió la vida Mohamed Ennakra. También un marroquí, Said. Dos meses después, en octubre, asesinaron al peluquero Juan. A finales de año, en diciembre, moriría Mohamed El Caniche.

La denominada Operación Hacha se saldó con 11 detenciones. Entre los detenidos figuraron Hassan Chakor; los hermanos sicarios Anuar Grana y Fathi; Saida Mustafá, la propia mujer de Mohamed El Caniche, y también Chorok Mustafá, la hermana de ésta, quien habría colaborado en la muerte de Mohamed. Se intervinieron varios chalecos y protectores antibalas, cinco vehículos de alta gama y 26 teléfonos móviles. El caso recaló en el Juzgado de Instrucción número dos de Ceuta. Ahora se está a la espera de que el magistrado fije fecha para su juicio.

Desde que el GRECO puso pie en la ciudad autónoma, los silbidos de las balas permanecen apagados. 13 meses después de aquella operación, Ceuta no ha vuelto a vivir ningún episodio violento.

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