“No sé si iba borracho porque yo no estaba, pero sí sé que seleccionó a las mujeres más débiles; las que no podrían declarar contra él”, dice la hermana de una de las ancianas violadas por el fisioterapeuta de un geriátrico de Arenys de Mar. “Violó a mi hermana, que tiene parálisis cerebral y no habla ni reacciona”, explica. “También a una señora con un ictus, que tampoco se puede comunicar. La única que se enteró de todo es una mujer de 104 años que está en plenas facultades mentales. ¿Qué te parece que uno de los últimos recuerdos en la vida de una persona centenaria sea una violación?”.

La mujer no quiere desvelar su identidad ni la de su hermana. Tampoco la de las nueve mujeres residentes de un geriátrico que fueron brutalmente agredidas en Nochebuena por un trabajador del centro, en uno de los sucesos más crueles de la historia de esta localidad. Cuatro de ellas fueron violadas. Un total de cinco tuvieron que ser atendidas en el Hospital de Mataró a causa de las lesiones producidas. Una de ellas no ha podido resistir las consecuencias del ataque. No fue violada pero sí golpeada. Tenía 80 años y acaba de fallecer de un infarto. 

Los Mossos d’Esquadra arrestaron esta semana al presunto autor de los hechos: un fisioterapeuta de 30 años, sin antecedentes y que lleva cinco trabajando en la Residencia Ítaca. Además de los cargos por agresión y violación, ahora se enfrenta a otro de homicidio tras el fallecimiento de una de las agredidas.

El presunto violador en una foto publicada en el Facebook de la residencia

Según fuentes próximas a la investigación, el detenido se emborrachó la noche del 24 y empezó a sobrepasarse con varias ancianas. Golpeó a nueve de ellas y acabó violando a cuatro. Luego acabó su jornada, se cambió y se marchó a su casa como si nada hubiera ocurrido.

ARENYS, CIUDAD DE DESCANSO

El escándalo tiene conmocionado a este pequeño pueblo costero de 15.000 habitantes de la comarca del Maresme. Un lugar donde no hay discotecas ni bares musicales ni más oferta de ocio para los jóvenes que una pista de skate.

Arenys de Mar aún conserva ese aire de viejo pueblo mediterráneo de pescadores que el turismo y el urbanismo han eliminado en otros puntos del litoral catalán. Es un municipio ideal para el descanso de la tercera edad. En la rambla que baja hasta la playa hay cafeterías, farmacias y bancos para sentarse. También muchas barandillas donde apoyarse a descansar.

En Arenys de Mar hay cuatro centros geriátricos. Uno de ellos es la Residencia Ítaca: un caserón modernista (con un edificio anexo) que funciona desde mediados de los años 90. El nombre del centro es significativo: Ítaca es la isla en la que nació y reinó Ulises, el héroe de la mitología griega. Ulises regresa a Ítaca al final de La Odisea, después de 20 años de guerras, aventuras y desventuras. El nombre de Ítaca simboliza el descanso del guerrero; el reposo en la última etapa de la vida. 

Entrada a la Residencia Ítaca David López Frías

En la Residencia Ítaca de Arenys de Mar viven unos 100 ancianos, la mayoría con un alto grado de dependencia que no les impide cierta actividad. La cuenta de Facebook de la residencia muestra que en noviembre fueron a ver Ocho apellidos catalanes. Unos días antes, un puñado de ancianas se disfrazaron de castanyeres con un pañuelo en la cabeza y se hicieron fotos. Unos días más tarde, todos jugaron al bingo.

“Esta residencia es de lo mejorcito de la comarca”, asegura una vecina. “No nos cabe en la cabeza que haya pasado lo que ha pasado”.

Lo que ha pasado es que José, uno de los fisioterapeutas del centro, agredió a nueve mujeres en Nochebuena. Presuntamente llegó bebido y empezó a sobrepasarse y a proponer juegos sexuales a varias de las mujeres más indefensas. A cuatro de ellas las violó. Nadie se lo imaginaba porque llevaba cinco años trabajando en el centro, no tenía antecedentes y se había ganado la confianza de trabajadores, residentes y familiares.

Nadie dio la voz de alarma. Ni siquiera las dos trabajadoras que compartían con él turno de noche. La Residencia Ítaca consta de dos edificios separados: el caserón modernista blanco y otro edificio de arquitectura ochentera y color salmón. Esa distribución obliga a los tres cuidadores nocturnos a dividirse para poder atender a todos los residentes. Ese aislamiento pudo facilitar los abusos del agresor sin que sus compañeros se percatasen.

BAJO SECRETO DE SUMARIO

Los detalles de las agresiones son un misterio y lo serán siempre porque algunas de las víctimas no pueden contar lo que ocurrió. Los Mossos no han ofrecido detalles y se ha decretado el secreto de sumario, pero el sospechoso fue recluido sin fianza y los análisis médicos corrobora la agresión.

Una foto de una excursión publicada en el Facebook de la residencia

La voz de alarma la dieron los trabajadores del turno matinal del día de Navidad. En cuanto empezaron a levantar a los ancianos se dieron cuenta de que había ocurrido algo durante la noche, porque algunos presentaban lesiones muy evidentes.

Al principio el centro lo achacó a los problemas mentales de algunos residentes, que a veces se levantan y se golpean unos a otros. Pero al inspeccionar los golpes percibieron que algunos eran alarmantes y se decidieron a avisar a los Mossos d’Esquadra.

LA VÍCTIMA NO COME

La hermana de una de las víctimas ilustra su estado de indefensión: “Mi hermana es como un bebé. No está en estado vegetal porque puede caminar, comer y beber. Pero nada más. Es dependiente absoluta. No se comunica y se hace las necesidades encima. Si la dejas dos semanas sentada en una silla, cuando vuelvas va a estar en la misma posición”.

El día de Navidad fue a buscarla porque cada año pasa esa festividad en su casa: “Mi marido llegó a la residencia por la mañana para recogerla y ya la vio amoratada. En el centro sólo explicaron que alguien le había pegado pero no dieron muchos más datos. Dijeron que no sabían qué había sucedido y que lo estaban investigando, pero que pensaban que algún residente se había levantado por la noche y le había golpeado”.

Recogieron a la mujer y se la llevaron a casa. “En cuanto nos sentamos a la mesa nos dimos cuenta de que algo no iba bien”, dice. “No comía ni bebía. Era raro. Creo que era la forma que tenía ella de explicar lo que había pasado. Yo sólo la miraba y pensaba: ‘Pobrecita, qué paliza le han pegado”, porque tenía la cara hinchada y deformada, y los ojos y la nariz totalmente amoratados. Igual que una de las nalgas, donde llevaba un buen golpe. Lo que no imaginaba es que la hubieran violado”.

Dolorida y sin poder explicarlo, aquella mujer pasó todo el día de Navidad con su familia y por la tarde fue devuelta a la residencia. Su hermana cuenta que dos horas después recibieron la llamada de los Mossos d’Esquadra, que les dijeron que estaba en el Hospital de Mataró.

Se la habían llevado a hacerle un reconocimiento y allí detectaron lesiones en sus partes íntimas que desvelaron la violación. “Tuvimos que enterarnos así”, dice la hermana de la víctima. “Por la tarde ya lo sabían todo en el centro, pero no nos lo explicaron”.  

Al día siguiente, todas las víctimas recibieron el alta y el fisioterapeuta fue detenido. Los agentes no creyeron las declaraciones de José, que según cuenta La Vanguardia, habló al principio de una pelea entre internos. Ese día pasó a disposición judicial.

EL CENTRO REIVINDICA SU ACTUACIÓN

La directora del centro, Mertxe Aguilar, está destrozada. Dirige la Residencia Ítaca desde hace 13 años y asegura que “nunca ha pasado nada”.

“Estoy desolada por lo que ha sucedido, por las fechas en las que se ha cometido y porque el agresor es una persona de nuestra confianza”, explicó tras las agresiones. “Llevaba cinco años trabajando con nosotros. No tenía una plaza fija y hacía sustituciones. Pero no venía de forma esporádica sino que trabajaba muy a menudo con nosotros”. Tras el fallecimiento de la anciana de 80 años, Aguilar se ha transmitido públicamente su pesar a la familia.

Residencia Ítaca David López Frías

La directora define al agresor como un hombre “cordial y afable” y explica que había entablado “una relación de amistad” con algunos compañeros del centro. “Teníamos tal grado de confianza en él”, dice, “que le habíamos confiado el turno de la noche, que es donde menos personal trabaja”.

Esa visión la comparten otras empleadas del centro que ayer salían de la residencia sin poder creerse lo que había sucedido.

“José siempre ha sido un chico muy majo y no entendemos nada”, decía una. “Es muy fuerte y muy atento. Se le ha tenido que girar la cabeza por algo. Dicen que bebió mucho pero no lo sabemos”.

Directora y empleadas coinciden en aclarar que no es una residencia donde se maltrate a los ancianos. “Se trata de un caso aislado, una persona que se ha emborrachado o se ha vuelto loca. Eso puede pasar en cualquier lado. Aquí los tratamos a todos muy bien”, defendían dos trabajadoras del turno de la mañana.

La directora Aguilar también defiende la forma en que comunicó lo ocurrido a los familiares: “Logramos contactar con todas las familias menos con una, que nos dijo que no había cogido el teléfono porque estaba de vacaciones. Luego la vimos por la tele diciendo que se había enterado por la prensa. Eso no es justo”.

DUDA HASTA DE LA BORRACHERA

La hermana de la agredida no acaba de creerse que José estuviese borracho: “Eso es lo que se suele decir para atenuar una condena, ¿no? Cuando uno hace algo malo, en el juicio dice que iba borracho o drogado y le rebajan la pena. Yo no sé si iba borracho porque no lo vi, pero eligió muy bien a sus víctimas: personas débiles e indefensas que no pueden declarar contra él. Siempre me quedaré con la duda de saber si ha sido la primera vez. ¿Y si lo ha hecho más veces sin llegar a este grado y nunca nos hemos enterado?”.  

A la hermana de esta víctima, José también le parecía un tipo muy agradable. “No sé qué pena le van a poner pero cualquiera me parece poca. Violar a alguien es lo más bajo que puede hacer un ser humano, pero es aún peor si la víctima es alguien que no se puede defender”.

Ahora lo único que quiere es que se sepa lo que ha ocurrido y que se identifique al autor de la agresión. “Seguro que pronto sale a la calle”, dice. “Pero ojalá que nunca más nadie le dé un empleo y se acabe muriendo de hambre”.

En el Ayuntamiento de Arenys de Mar están consternados por unos hechos que han perturbado la paz de un pueblo en el que casi nunca pasa nada.

Al conocer la noticia, han puesto a disposición de las víctimas un servicio de atención psicológica para residentes, familiares y trabajadores del centro. El alcalde por ahora prefiere no hacer declaraciones porque el caso aún se encuentra bajo secreto sumarial.

Este miércoles no quedaba casi nadie en la puerta de la residencia. Los medios ya se habían marchado y en la puerta habían descolgado el cartel luminoso de “Feliz Navidad”. En el pueblo seguían cuchichando sobre lo que había ocurrido allí dentro. “Pobres yayos”, resumía una octogenaria que paseaba sola por la rambla que baja hasta la playa de Arenys de Mar.

Noticias relacionadas