Hospital de Oza.
Juan Ramón Silveira, psiquiatra gallego: "No hay que minimizar una depresión"
El jefe de servicio de psiquiatría del CHUAC y presidente de la Asociación Galega de Psiquiatría subraya la importancia de acudir a profesionales y abandonar ideas preconcebidas
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Pese a que la salud mental ocupa cada vez más un espacio predominante en las conversaciones, los estigmas y las ideas preconcebidas en torno a enfermedades como la depresión son, todavía, muy frecuentes. A escasos días de la conmemoración del Día de la Salud Mental el próximo 10 de octubre, Juan Ramón Silveira, jefe de servicio de psiquiatría del CHUAC y presidente de la Asociación Galega de Psiquiatría, incide en no restar importancia a la depresión y tratarla con profesionales.
"La depresión es una enfermedad. No es un padecimiento del alma, un malestar o una queja. Es una enfermedad y no hay que minimizarla", define tajante el psiquiatra.
Silveira pone el foco en la importancia de distinguir la tristeza, una emoción completamente normal, de la depresión, que supone una alteración del pensamiento.
Como admite que "es muy difícil distinguir la tristeza depresiva de la tristeza normal, como es difícil distinguir un dolor de barriga de un cáncer de estómago", el psiquiatra subraya que ante la posible aparición de síntomas, hay que "acudir a un profesional".
No minimizar una enfermedad
El psiquiatra insiste en la importancia de no minimizar la depresión: "Se ve como un 'bajoncillo' y se intenta tirar para adelante, pero si el malestar persiste, si pasa mucho tiempo sin que podamos pasarlo bien, eso indica que algo en el sistema neuroquímico está fallando".
Para explicar cómo actúa la depresión, Silveira pone un ejemplo: "La mente es un órgano más del cuerpo, en un sentido figurado. Son núcleos de neuronas que se relacionan y se comunican y tiene la función de pensar. Todas las enfermedades mentales son enfermedades de cómo pensamos y cómo esto se altera".
Por eso, pedirle al entorno de una persona que lo identifique no es, para el psiquiatra, algo adecuado. De todas formas, "si hay que dar una señal es que, aparte de estar triste, la persona no piensa igual que antes, no ve más allá o no tiene ganas porque, ¿para qué? Ahí sí que tenemos que consultar a un profesional".
"Si una persona no piensa igual que antes, no ve más allá o no tiene ganas, ahí sí que tenemos que consultar a un profesional"
El jefe de psiquiatría del CHUAC también pide dejar ya de lado ideas preconcebidas como que una persona con depresión "es un vago o actúa así porque es un jeta. Con la depresión y la ansiedad todavía llegan pacientes que no han venido antes porque no querían coger la baja, porque se sienten unos vagos o unos aprovechados por tener una enfermedad, que es lo que realmente tienen".
El forzar seguir adelante cuando se está mal, sin embargo, no hace más que complicar las cosas. Por eso el psiquiatra insiste en que es preferible tratarla cuanto antes y evitar así secuelas de una mala cura que puedan dar lugar a episodios peores.
"Al ocultarse, no querer ponerle nombre, no querer sufrir, no querer estar loco, no querer sufrir una enfermedad mental, lo vamos ocultando, lo vamos dejando y mal curando", apunta. El resultado es que "es ya la segunda causa de incapacidad y se prevé que en el 2030 sea la primera causa de discapacidad".
¿Influyen las estaciones en la depresión?
La base de una enfermedad como la depresión está en la biología.
"Tener una estructura neuronal propensa o anómala son los factores más importantes, mientras que situaciones sobrecargantes o estresantes, como fue la pandemia, ponen el sistema nervioso a prueba", explica. Así, detonantes como el alcohol o malos hábitos a la hora de dormir, o el estrés del ambiente laboral, sumados a los factores neurológicos es la combinación que puede dar lugar a una depresión.
El estilo de vida puede ser un detonante de esta enfermedad y con él también los cambios de las estaciones.
"El invierno es una etapa más dura e introspectiva, nos relacionamos menos y eso influye en personas más vulnerables", explica. De hecho, existe un trastorno afectivo estacional que, más que con la luz o el clima, se relaciona con los cambios en las relaciones sociales.
"El invierno es una etapa más dura e introspectiva, nos relacionamos menos y eso influye"
En todo ello juega un papel la resiliencia, "cómo el cerebro es capaz de soportar unas situaciones mucho mejor si está entrenado".
A modo de ejemplo, Silveira apunta a cómo sociedades más empobrecidas pueden presentar niveles de depresión menores a otras más ricas, teniendo en cuenta también que puede existir una infrarrepresentación de los datos por falta de diagnóstico.
En este sentido, los aspectos culturales también inciden: "Hay depresión en todos lados pero, por ejemplo, la manifestación de una depresión de alguien del Caribe podría ser el estado basal de un gallego normal".
En España, según los datos de la última Encuesta de Salud, el 36,19% de gallegos asegura tener una sintomatología depresiva, siendo la región con el dato más alto solo por detrás de la Comunidad Valenciana.
El presidente de la Asociación Galega de Psiquiatría relativiza estas cifras, precisamente aludiendo a las diferencias culturales a la hora de identificar síntomas depresivos.
Prevalencia en mujeres
Estos mismos datos también muestran diferencias por género. En el caso gallego, la prevalencia de cuadros depresivos activos graves es unos 3 puntos superior en mujeres que en hombres, con un 8,3% en el caso de ellas y un 5,21% entre ellos.
Al respecto, Silveira apunta a dos razones: infradiagnóstico entre los hombres y una carga mental y responsabilidad mayor entre las mujeres.
"Los hombres son más orgullosos y no se quejan, así que acuden menos al médico por este motivo", explica, mencionando también las diferencias en los datos de suicidio, que afectan en mayor medida a los hombres.
Por otra parte, culturalmente a las mujeres se les exige "un trabajo mental superior. El hombre tiene la herencia educacional de desconectar, sin embargo con la mujer pasa al contrario, esta educación la lleva a estar pendiente todo el rato de lo que pueda hacer falta", dando lugar a más situaciones de estrés y detonantes de una depresión.