Equipo de la churrería de Bonilla a la Vista en Juan Flórez.

Equipo de la churrería de Bonilla a la Vista en Juan Flórez. Quincemil.

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Reabre en A Coruña la churrería de Bonilla a la Vista de Juan Flórez: "Los clientes son fieles"

Fernando Bonilla ha presentado todos los detalles poco antes de abrir de nuevo. Duplica su superficie y destina todo el espacio nuevo a mesas y atención a público

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Bonilla a la Vista ha reabierto su churrería de la calle Juan Flórez, en A Coruña. Tras un cierre para acometer obras de ampliación, desde las 10:30 los clientes han podido degustar uno de los productos estrella: los churros acompañados de un chocolate caliente.

El nuevo espacio duplica casi su superficie disponible, superando los 100 metros cuadrados. De ellos, 50 se han ganado con el añadido del local adyacente, que se destinan a servicio de atención a mesa, incluso instalando unos bancos polivalentes que darán mucho juego a la hora de que grandes grupos puedan disfrutar alrededor de la mesa.

"Le hacía mucha falta. El local quedaba pequeño y por esta zona hay mucha gente. Quedó muy bien la reforma", explicaba emocionado su responsable, Fernando Bonilla, a escasos minutos de subir de todo la verja del nuevo local, que cuenta incluso con acceso con rampa de minusválidos.

"Este local llevaba tiempo cerrado. Hablamos con la dueña, nos lanzamos y pienso que es un acierto. A ver si es así. Estos primeros días serán de mucho trabajo, las navidades, y luego día a día. Aquí estamos trabajando bien. Este es el primer año que Juan Flórez gana a Galera en tres meses en facturación. Aquí vive mucha gente, el centro quedó más para el fin de semana, no hay tanta gente en los bancos y esto se nota. Como decía mi padre, cuanto más trabajo, más suerte tengo", insiste.

"Yo nací en la churrería podríamos decir, en la calle Galera. Toda la vida haciendo churros. Pensamos en hacer el mejor producto que podamos, los churros siempre fueron los mismos. La calidad es nuestro estandarte. Eso prima, la gente lo valora y los clientes son fieles", reflexiona sobre el producto.

Esa fidelidad la quiso ejemplificar con una anécdota: "El otro día un señor se hizo un tatuaje con la bolsa en la pierna. Se lo mandaba a gente de fuera y me preguntaban si era yo. Eso es amor a la marca. Me da pena que no esté mi padre hace dos años que murió y a mi madre".

La expansión a Australia y el viaje de dos meses del producto

La llegada a Australia tiene sus complicaciones, plenamente controladas: "Estamos venciendo mucho en el resto de España, fuera de Galicia, Madrid sobre todo. Extranjero en Australia, en un mes llevamos tres contenedores. Como tardan dos meses en llegar, por la campaña de Navidad, ya mandamos. Inglaterra, EEUU, siguen llevando producto".

"Este año vamos mucho mejor, bajó el precio del aceite. El pasado fue complicado, pagamos el aceite a 9 euros y todo es aceite de oliva. No subimos los precios y costó, pero este año estamos recuperando lo del año pasado, que fue duro", aseguró respecto al coste del aceite.

La producción y un refuerzo del servicio en Galicia

Fernando Bonilla puso también el foco sobre el trabajo en Galicia. "Tenemos mucho campo de crecimiento, podemos fabricar más en Sabón. Estuvimos dos meses a doble turno y ya estamos a un turno. Se hacen muchas patatas en un turno, se fríen cinco toneladas, que en fritas quedan en uno y pico, porque todo es agua", declaró.

Una de las claves, es su personal: "Contamos con un personal muy fiel y comprometido, es de agradecer. Repartimos churros, patatas todas las mañanas. A Coruña lo hacemos nosotros y ahora tenemos vendedor en Vigo y vamos a coger Ourense y Lugo. Se nota mucho llevarlo nosotros a un distribuidor y Galicia siempre es nuestro punto importante".

Su producción alcanza récords: "Solemos freír 2 millones de kilos de patatas. La fábrica el año pasado nos dejó poco beneficio porque el aceite consumió mucho. Seguimos trabajando, no subimos precios, somos una de las marcas más caras, en Galicia siempre hacemos una rebaja, fuera vendemos más a tarifa porque hay que enviarlo".

Sobre la reciente subida de precios, argumentó que "Tuvimos que subir los precios porque no nos queda otra: chocolate, cacao, no podemos aguantar. Si no la gente va a pensar que no es chocolate".

¿Volver a Ramón y Cajal?

"Me dio pena cuando cerramos Ramón y Cajal, al final fue un acierto, por aquella zona necesitaba un local nuevo pero en los tiempos como están es una osadía", concluyó.