El chicharrón como esencia, como identidad y como negocio. Este alimento tradicional, elaborado con la piel y la grasa del cerdo de las granjas gallegas, ha sido merecedor de un premio empresarial gracias a la reivindicación que de él han hecho Graciela Castro y Darío Capelo al frente de Chichalovers.
Esta marca ha obtenido el Premio Iniciativa Emprendedora 2025 en la XXVI edición del Premio Emprende AJE Coruña, un reconocimiento al talento, la innovación y la capacidad de liderazgo del tejido emprendedor de la provincia.
Con un local en Santiago, Chichalovers crea bocadillos de chicharrones que tienen su base en la elaboración tradicional "y la esencia de Galicia" e incorpora un enfoque moderno y de vanguardia. Nació hace 16 meses y a los cinco de trayectoria fue reconocido con un solete Repsol: "un subidón", cuenta en Quincemil Graciela Castro Bea.
¿Cuál fue el chispazo que encendió la idea de Chichalovers?
Surgió en una conversación banal con Darío, hablando de lo mucho que gustaban los chorizos y los chicharrones de su carnicería. Decíamos que era una pena que no se vendieran tantos chicharrones, por lo que cuesta elaborarlos. Ahí se nos encendió la bombilla, cayó la bomba. ¿Y si hacemos esto?
Y se pusieron en marcha.
Lo vimos claro. Al día siguiente fuimos al mercado, hicimos una carta improvisada, la probamos, nos gustó y empezamos a invitar a amigos a casa los fines de semana durante dos meses para que la probasen también.
Un bocadillo de chicharrones de Chichalovers con receta de vanguardia.
¿Qué fue lo mejor que les dijeron en esas catas?
Una amiga se echó a llorar de la emoción al probar uno de esos bocatas, elaborado como si fuera un cocido. "Estou volvendo á casa da miña avoa os domingos de cocido cos meus pais", me dijo. Valoramos mucho cuando la gente entra en nuestro local y dice: Esto es casa. Ese es el objetivo con el que nacimos.
¿No veían bocadillos de chicharrones en Santiago o en otros lugares?
Lo típico eran las tostas o revueltos con chicharrones, pero no veíamos un bocata clásico o con algún enfoque más moderno.
"Todo es bienvenido, pero inventamos demasiado en un mundo desbordado por tanto 'fast food' y hamburguesería experimental"
¿Cómo es el chicharrón clásico y cómo es el moderno, por llamarlo así?
Un clásico, que llamamos Miña Naíña, es pan del país con chicharrón, queso de Arzúa y pimentón. Con chorizo o con grelos también hay bocatas clásicos. Arre Demo, más moderno, lleva pan brioche, salsa chipotle y pepinillos agridulces. Una vez al mes viene un chef vanguardista y diseña otro moderno.
Haga una semblanza del chicharrón.
Comer chicharrones es volver a la esencia de Galicia en un mundo que se desborda con tanto fast food y hamburguesería experimental. Todo es bienvenido, pero estamos inventando demasiado y perdiendo el sentido de los alimentos. Mejor producto que en Galicia casi no hay.
¿Es una reivindicación del producto tradicional?
El relato lo tenemos aquí, son nuestras raíces y creemos en ellas. Demostramos que un producto tan tradicional como el chicharrón puede ser vanguardista, no hay que inventar mirando al extranjero.
Un bocadillo creado en Chichalovers.
¿Es también una defensa del rural como fuente de emprendimiento?
No queremos que se pierda lo rural. Darío y yo pensamos que la esencia es recuperar nuestra raíces. Si sufrimos otro apagón, ¿qué comemos? Con nuestro huerto en casa y la cocina de leña, tenemos con qué abastecernos. No podemos abandonar el campo, no queremos dejar de sembrar.
Tras el premio AJE, ¿qué perspectivas tienen para el negocio?
Queremos crecer. Nuestro primer local está en Porta do Camino y hemos tenido un local efímero de temporada en O Grove. Repartimos auténtico sabor de aldea con una food truck allí donde nos dejan y tenemos un carrito de chicharrones como el de los helados con el que vamos a bodas. Nos gustaría estar presentes en las cuatro provincias gallegas y estamos trabajando en la creación de un obrador un poquito más grande para proyectarnos y surtir a las tiendas.
