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Comer carne de ternera se ha convertido en algo parecido a un lujo. Es lo que advierten los ganaderos y los profesionales del comercio dedicados a la carnicería consultados en A Coruña por Quincemil. Menos oferta, menos explotaciones y enfermedades de la cabaña explican que comprar carne en la tienda o el mercado sea más caro.

Con el pescado ocurre algo similar. Faenan menos barcos, se capturan menos piezas y el precio se dispara ante la demanda estable. También lo han compartido con este medio los profesionales de la venta y del sector pesquero.

El embutido, los fiambres y otros productos de charcutería han experimentado otro aumento de precio significativo en el último año, del 12%, de acuerdo con la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Esta fuente sitúa la carne en la misma categoría e indica unas subidas del 4% y el 1% en las frutas y el pescado respectivamente.

Jamones colgados en una charcutería de A Coruña. Quincemil

El consumidor, según los placeros y placeras y negocios consultados, ha limitado el gasto en estos productos encarecidos: compra menos filetes, menos cantidad de pescado o de otra especie y prefiere piezas sueltas de fruta en lugar de adquirirlas por peso.

Pero en el caso del embutido, o bien los comerciantes han repercutido poco lo que les cuesta en los clientes o bien estos mantienen la cantidad de producto en sus cestas de la compra habituales.

Mercados

Los mercados municipales son un buen termómetro del consumo, si bien no todos tienen el mismo perfil de clientes. En San Agustín, las charcuteras preguntadas advierten subidas mínimas y un consumo estable de embutido.

"La gente tiene asumido que los precios suben constantemente, pero yo aquí veo el mismo nivel de compra y la misma clientela. Los quesos sí han subido, el lomo un poco, pero el jamón serrano no. Yo llevo años manteniendo prácticamente el mismo precio", repasa Maricarmen, al frente de La Quesería desde hace once años.

Aclara que repercute el precio en aquello que a ella le resulta más caro adquirir, pero no lo hace con lo que obtiene márgenes de ganancia pese al incremento de precio.

"El queso del país sí ha subido, pero aquí cuesta lo mismo. Chorizo, lomo y salchichón subieron hace un par de años, 70, 80 céntimos". La placera atribuye el incremento a distintos factores, "de todo un poco", como el encarecimiento de la alimentación de los animales.

Variedad de embutido en un puesto del mercado de San Agustín. Quincemil

Otro puesto de charcutería en San Agustín es el de Rosa Rodríguez, abierto hace casi tres años. Señala que el embutido ibérico, como el lomo y la paleta, es más caro, "ha subido dos veces en lo que va de año", mientras que el pavo es mucho más barato.

"Tras dos años iniciales duros, en este noto más consumo. Veo que pese a la subida de precio de algunos productos, los clientes que los compran no reducen el gasto", cuenta Rodríguez.

Ultramarinos

La impresión que se tiene en el mercado de San Agustín sobre la evolución del precio de los embutidos es parecida a la de ultramarinos y establecimientos de alimentación a pie de calle, aunque ponen en entredicho el aumento de precio recogido por la OCU.

En A Tenda de Albi, en la calle Torre, notan más el aumento de precio en el queso que en el chorizo o la pechuga de pavo. "Tenemos menos fiambre, pero su consumo es el mismo. Si ha subido no se nota en la clientela porque se compra a diario lo mismo", dicen sus responsables.

En Casa Cuenca matizan que "entre lo que menos ha subido de precio está el embutido, salvo los quesos". "En general el fiambre no está caro y nosotros no hemos subido apenas el precio. Sí notamos menos consumo, quizá antes las familias compraban más cantidad, y ahora la reducen porque tienen menos gente en casa", comenta la encargada del ultramarinos de Marqués de Pontejos, Kenia.