Publicada

Loly trabaja desde hace 20 años en la cafetería Centro Real, justo en la mitad del pasadizo con el mismo nombre entre las calles Real y Olmos. Raúl empezó hace 29 años en la peluquería que lleva su nombre, en el piso superior. Debajo de su local, Rafael respira el olor de los libros antiguos de Incunable desde 1984, cuando abrieron estas galerías comerciales del centro de A Coruña.

Son tres de los veteranos comerciantes y hosteleros de Centro Real, una vía de paso entre dos de las arterias peatonales más transitadas de la ciudad. De Olmos a Real hay en ese pasadizo más de una veintena de establecimientos, comercios, oficinas o almacenes. Resisten los más antiguos, los clásicos, otros se marcharon hace tiempo tras una larga etapa, y algunos en alquiler o venta esperan un nuevo uso.

Entre esos clásicos hay añoranza por tiempos pasados, "cuando no había centros comerciales" en A Coruña; pero también hay orgullo de persistencia, satisfacción por "un clima cooperativo" entre comerciantes.

Propietarios de locales de Centro Real delante de la peluquería Raúl y la librería Incunable. Quincemil

"Estas galerías fueron lo más de lo más al principio, en el 84 y esa época. Llegamos a hacer conciertos, desfiles de ropa con modelos, actuaciones", recuerda el librero Rafael Díaz. "Más recientemente hicimos mercadillos, con discos en el piso de arriba y libros y comics abajo".

"Es hora de jubilarse y dejar pasar a una nueva generación", reflexiona Díaz, que destaca que en el mundo de los libreros han abierto propuestas interesantes en la ciudad: "Alita, Arcadia... Debemos traspasar los negocios para que la gente joven los disfrute".

Raúl Doval es peluquero de cuarta generación en su negocio y vive su estancia en Centro Real con "sentimientos encontrados": "Me encanta este espacio, en un entorno fantástico con tradición y antigüedad, pero me da pena que no esté más explotado, tengo la impresión de que está un poco desaprovechado".

El Gran Café Moderno de 1919

Las galerías tienen 41 años de existencia y la mayoría de sus usuarios son propietarios de los locales. El bar de Loly Lago a medio camino de Olmos y Real ocupó en 1984 el antiguo patio de luces que separaba dos inmuebles. Por Real se entraba hace más de un siglo al Gran Café Moderno, obra de 1919 del arquitecto municipal Antonio de Mesa y Álvarez.

Había creado un gran espacio de planta baja con salón desde donde se accedía por escaleras al piso superior en el que estaban los billares. La fachada se enmarcaba en el estilo cultivado por De Mesa, un modernismo y eclecticismo que ornamentaba la fachada con elementos vegetales e iconografías humanas.

Interior de Centro Real, en el espacio donde estaba el Gran Café Antiguo. Quincemil

Las posteriores modificaciones del frente y de la distribución interior acabaron con gran parte de los rasgos arquitectónicos del edificio. Una vez construida la galería comercial se asentaron los primeros negocios: Incunable, Raúl Peluqueros, el bar Centro Real.

Ropa, mercería, joyas, música, un minimuseo

La mercería Marta tomó el relevo de la mercería Gelines, otra comerciante de los orígenes, y se reubicó en la librería y juguetería situada antes en la entrada por Olmos, que usaban quiosqueros con otros puestos en la ciudad.

En el otro extremo, con escaparate a la calle Real, Garrote tiene tienda, al igual que Amasarte, donde una pastelería despachó durante mucho tiempo variedad de dulces.

Irina vende ropa de mujer en Mimosa, donde también hace arreglos textiles. Una psicóloga tiene despacho, un local lo usa una asociación provincial de pensionistas y jubilados y otro, una empresa de suministro de productos químicos y de higiene. También está O Museo Pequeno, una diminuta sala de 11 metros cuadrados con exposiciones temporales que se ven en su escaparate.

Acceso a Centro Real por la calle Olmos, con la mercería Marta en primer término. Quincemil

En lo alto de las escaleras centrales hay acceso a más locales: algunos están vacíos y en alquiler o se usan como almacén; Begoña es asesora de ropa interior, Ruper es grabador de joyas a mano, y Nonito Pereira Rey tiene su mercadillo de discos desde hace siete años, también sede de la asociación cultural y musical que lleva el nombre de su padre.

Todos dan vida a estas céntricas galerías que los visitantes descubren en sus paseos por la ciudad, entre los comercios de la calle Real y los restaurantes de Olmo.