Debajo de uno de los inmuebles residenciales más altos de A Coruña, los 78 metros que alcanza el edificio Torres y Sáez en la avenida Linares Rivas, hay una veintena de pequeños locales que conforman, según indica el acceso por la calle Federico Tapia, un "centro comercial". Es otro de tantos pasadizos casi ocultos bajo viviendas que tiene la ciudad.
Las galerías del viento, las llaman algunos de sus ocupantes, porque los accesos por un lado y por otro, más abierto en Linares Rivas frente al puerto, crean molestas corrientes de aire en cualquier época del año.
La torre, construida en 1974 con proyecto del arquitecto Santiago Rey Pedreira, tiene desde esa fecha los locales comerciales para alquilar, en dos niveles, en la base del edificio central y de otros cuatro de menor altura que lo circundan. Más de la mitad están vacíos; unos pocos suman dos, tres y cuatro décadas de actividad.
Las peluquerías Souto y Lourdes abrieron a finales de los años setenta y a mediados de los ochenta, y tienen su cartera estable de clientes. La floristería Madreselva comenzó en el año 2000 y la mercería y tienda de ropa para bebés Lazos, en 2005.
Acceso a las galerías comerciales por la calle Federico Tapia.
Son más recientes un negocio de alquiler de chaqués, el estudio fotográfico Carlos y un bajo que suministra material deportivo diverso para la práctica del hockey sobre patines. También hay un despacho jurídico y oficinas.
El resto de bajos se ofrecen en venta o alquiler, como una peluquería, o llevan bastante tiempo cerrados, en algún caso tras el fallecimiento de sus responsables. Alguno se usa como almacén.
En el pasado, según cuentan las comerciantes más veteranas, en el pasadizo hubo otra mercería y otra peluquería, una carnicería, una tienda de golosinas y un obrador de tequeños.
Y en una de las esquinas del lugar en Linares Rivas está en reforma un bajo que muy pronto se convertirá en Sammy Pet Friendly, un negocio que ofrecerá menús de comida y bebida para perros.
Flores, fotos y ropa de bebés
"Cuesta mucho hacerse un hueco y asentarse en los pasadizos comerciales". Lo dice alguien que lleva ocho años en su negocio. Ha sido testigo de entradas y salidas, aperturas y cierres. Como también Maite Naya, dueña de Lazos.
Entrada a las viviendas de la torre residencial por Linares Rivas, con los bajos comerciales en los laterales.
"Buscaba un bajo para vender ropa de bebé hecha a mano y encontré el traspaso de este local, que era una mercería que llevaba, como yo ahora, 20 años abierta", cuenta Naya, que tiene como clientes a "gente de todas las edades", aunque sobre todo jóvenes.
A su lado está Simón Jiménez en Carlos Fotógrafos, que desde hace tres años realiza diversidad de trabajos fotográficos en un bajo que antes pasó por varias manos.
Y a continuación, Madreselva, donde Marga Boga, que antes estaba en el quiosco de la plaza de Ourense, vende flores desde hace 25 años y prepara decoración floral para bodas, fiestas, pazos, restaurantes y edificios de administraciones públicas e importantes empresas de la ciudad y su área.
"Trabajo sobre todo con encargos personales hechos por teléfono", comenta, y reflexiona sobre su trabajo: "Hoy en la floristería hay nueva competencia. La gente joven se fía más de las fotos y de las redes sociales, no es de ir a las tiendas para ver y oler las flores. Nuevos negocios hacen cosas distintas, pero yo tengo un estilo y una trayectoria que ya no me van a hacer cambiar".