Publicada

El largo apagón que afectó a casi toda España este lunes dejó, después de las primeras explicaciones y los análisis iniciales, varias reflexiones en la población: la dependencia de la electricidad, la necesidad de comunicación e información, el papel de las energías renovables, el futuro de las centrales nucleares... Un sector del comercio, de los que más facturó durante las horas del apagón e incluso el día siguiente, apunta su reflexión al valor de su propia actividad, la de proporcionar a los ciudadanos artículos fundamentales en situaciones de emergencia.

"De lo que ha pasado tenemos que aprender todos. Debemos valorar la importancia del comercio local, que ante problemas como este siempre tiende la mano". Soraya Aller resalta así la relevancia que durante más de 24 horas ha tenido su establecimiento para los vecinos de A Coruña, sobre todo los del entorno del antiguo mercado de Santa Lucía.

Artículos electrónicos que vende Puerto Libre. Quincemil

Aller es la propietaria de Puerto Libre, un bazar con productos electrónicos y de hogar de la calle Doctor Fleming que, debido al apagón, agotó radios, linternas y pilas para clientes necesitados de estar informados y con el temor a quedarse a oscuras mucho tiempo, como ocurrió en otros comercios parecidos de la ciudad como La Luna o Lagares.

"Desde que desayuné a las seis y media de la mañana hasta la noche no pude comer nada. Cerramos a las diez de la noche", cuenta Aller, que desde el mostrador de su negocio vio formar colas de personas hacia un lado y otro de la puerta. "Fui al almacén a por más radios y linternas, y se agotaron todas. Vino mi hijo a ayudarnos a mí y a mi empleada Sonia, también una vecina. Pero la gente se comportó con mucha paciencia y se dejó aconsejar. A los clientes habituales les apuntamos su gasto para que paguen en otro momento porque no pudimos aceptar pagos con tarjeta. Eso no lo hace Amazon ni un centro comercial, lo hace el comercio de toda la vida".

Los Reyes Magos venían a por videojuegos

Un cliente le dijo a Soraya el lunes que la tienda le devolvió "a los años ochenta", a la época de Navidades en que "se llenaba para hacer regalos", una estampa que el barrio añora a diario y que vincula al tiempo en el que el mercado de Santa Lucía, un punto de encuentro vecinal, atendía en muchos puestos a muchos vecinos. Entonces en Puerto Libre, además de radios, relojes y calculadoras, se vendían videojuegos de Super Nintendo y Game Boy, y los Reyes Magos sabían dónde encontrarlos.

Menaje de cocina en Puerto Libre. Quincemil

El negocio abrió hace 44 años y Aller, que tiene 58, empezó con 17 a ayudar a su madre, que antes regentaba un puesto con los mismos productos en el mercado y venía de vender caramelos a las puertas del teatro Rosalía de Castro. "Más adelante añadimos artículos de iluminación, menaje de cocina y pequeños electrodomésticos", explica la dueña.

Puerto Libre ofrece diversos modelos de radios y transistores, relojes y despertadores; reproductores de DVD, teléfonos fijos para el hogar, incluso walkmans de primera mano "que mucha gente aún se cree que ya no existen"; auriculares, altavoces, máquinas de afeitar; sartenes, potas, cubiertos, bombillas... Dice Aller que "el 80% de su clientela es de siempre: gente fiel y muy buena".

Soraya y Sonia lamentan solo que la zona haya perdido el dinamismo comercial del pasado desde el cierre del mercado de Santa Lucía, donde la Xunta y el Concello planifican desde hace una década su transformación en centro de salud y centro cívico con algún puesto comercial. "Nos han puesto el caramelo en la boca muchas veces, pero también nos han engañado", dicen escépticas. La licitación del proyecto debería convocarse en breve. Enfrente, desde Puerto Libre, esperan verlo convertido en realidad.