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La historia de Salviano, un joven mozambiqueño que estudia en A Coruña

Llegó en agosto del año pasado a la ciudad herculina para estudiar un FP de Informática gracias a la ayuda de la Fundación Khanimambo, que ofrecen a los niños de Praia de Xai-Xai las claves para mejorar su situación
Salviano salta en la playa de A Coruña
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Salviano salta en la playa de A Coruña
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Salviano tiene 20 años y es de Mozambique. Llegó en agosto a A Coruña para estudiar un FP de Informática. Abandonar su país supuso un antes y un después en su vida. Una vida que ya había experimentado un gran cambio 11 años antes. Con tan solo nueve años, un día Salviano se acercó hasta un puesto de bocadillos ubicado en la Ciudad de Xai-Xai, al sur de Mozambique. Sus compañeros de clase le habían dicho que "había una blanca repartiendo bocadillos" y él no lo dudo ni un solo momento. Pero esos bocadillos, además de quitarle el hambre, le cambiaron la vida. Así comienza la historia de este joven mozambiqueño.

Esta "blanca" a la que hacían referencia los amigos de Silviano es Alexia, una portuguesa que hace 13 años tomó rumbo hacia Mozambique, donde vio en primera persona las necesidades de los más pequeños en uno de los países más pobres del mundo. Lo que empezó siendo una ayuda concreta a un niño terminó, en septiembre de 2007, en el nacimiento de Fundación Khanimambo, cuyo único objetivo es ofrecer a los niños de Praia de Xai-Xai y alrededores las claves para mejorar su situación.

Salviano es uno de estos niños. "Un día mis amigos me comentaron en el cole que había una blanca que vendía bocadillos", comenta. Tenía tan solo 9 años y, por aquel entonces, solo comían bocadillos en fiestas; así que Salviano no podía dejar escapar esta oportunidad. ¿Quién le iba a decir que unos bocadillos iban a cambiarle tato la vida?

"Yo no me podía perder esos bocadillos", cuenta entre risas este joven mozambiqueño, que cada día después del colegio iba a ayudar a su madre a la tienda de la familia. "Tuve que hablar con mi madre y explicarle la situación sin decirle que daban bocadillos (risas). Al principio no me dejó", cuenta Salviano, quien hizo todos los esfuerzo necesarios para poder disfrutar de esos ricos panes.

Salviano de pequeño

Charlas comiendo bocadillos

Una vez en el puesto de comida, la charla fluyó con Alexia. "Ella siempre intentó entender las dificultades que teníamos y, poco a poco, fuimos abordando nuestra principal preocupación: el cole", explica. En ese momento, al ver que necesitan un refuerzo educativo, Alexia comenzó a darles clase.

Después, con el paso del tiempo, esta joven solidaria se percató de otras necesidades que tenían estos niños. Decidió volver unos meses a España para recaudar fondos para ayudarlos. Eso fue el comienzo de Khanimambo, la fundación que trajo a Salviano hasta A Coruña.

Al principio, los padres de Salviano no veían bien que su hijo acudiese a clases por la tarde, tenía que ayudar a la familia. "Me costó un poco, Mi madre nos dejó ir a mi hermano y a mí, pero mi padre no lo aceptaba. Poco a poco él también fue cediendo", comenta Salviano en un perfecto español.

Al principio solo acudían al centro de Khanimambo a estudiar, pero después también se quedaban a comer allí. Poco a poco fueron creando una pequeña familia en este centro. De este pequeño espacio dieron el salto al Centro Munti, que "es la casa donde todos aprendemos a ser y a estar", según nos explica Salviano. No solo se adquieren conocimientos escolares, también aspectos de cultura general. Khanimambo crecía y también Salviano.

Un sueño cumplido

Además de aprender, Salviano también enseñó. Durante un año trabajó como profesor de matemáticas. "Tuve que empezar a trabajar con gente en condiciones diferentes: antes como alumno y después como profesor. Yo me lo tomé como un desafío", asegura. Durante ese año que trabajó como maestro, Salviano empezó a pensar en cómo conseguir cumplir su sueño: estudiar fuera de Mozambique.

"Estuve una semana pensando en cómo decírselo a Alexia. Yo ya esperaba un no. Le escribí un email contándole toda mi vida y al final le dije: me gustaría estudiar fuera", cuenta este joven, a quien ya desde un principio le propusieron ir a estudiar a España. Salviano, de aquella, no sabía hablar español; así que inmediatamente empezó a ver películas y a leer libros para adquirir conocimientos de este idioma. Por si esto fuese poco, Salviano trabajaba por las noches limpiando una piscina en un hotel. Todo un trabajador.

Barcelona sería su primer destino, sin embargo por circunstancias personales de la familia de acogida terminó en Galicia. ¿Por qué en A Coruña? Aquí tuvo mucho que ver Isabel, trabajadora de Khanimambo y quien acompaña a Salviano en nuestra entrevista. Los padres de Isabel, que residen en Cambre, no dudaron en abrirle las puertas a Salviano cuando su hija les contó su historia.

Salviano posa en la playa del Orzán de A Coruña

"No pensé que me fuese a adaptar tan bien"

El paisaje gallego le recuerda al de su ciudad natal. "Cuando echo de menos Mozambique, voy al monte", cuenta este joven, que se encuentra "encantado" en la ciudad de A Coruña. "No pensé que me fuese a adaptar tan bien", añade.

Además de cursar un FP en el centro Liceo La Paz, Salviano dedica su tiempo libre a estudiar idiomas (inglés y francés), formarse como monitor y practicar taekwondo​.

"Si no fuese a Khanimambo, ahora estaría trabajando", señala Salviano, a quien aquellos bocadillos que tomó con tan solo 9 años le cambiaron la vida: le dieron una educación inimaginable para cualquier otro niño de su país.

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