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#CoruñaSecreta Aeroyoga: Yoga por los aires

Mecerte dentro de una hamaca colgada del techo que te envuelve cual capullo mientras practicas esta mezcla de yoga, danza y piruetas. Llega la última moda en Europa: el aeroyoga.
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“Si cada vez que viajas, te tomas biodramina, esta no es tu actividad”. Es una de las pistas que nos da Carmen Rey mientras descuelga uno de los 14 columpios que, amarrados al techo en una barra diseñada por un ingeniero, pruebas de resistencia incluidas, esperan su turno para caer libres e ir ocupando la clase. Ocho metros de un tejido de nylon rojo, similar al de los paracaídas, nos dan la bienvenida. Carmen, con sus 15 años de experiencia como profesora de yoga, nos guía en el arte de entrar en esta crisálida suspendida del techo sin esnafrarnos. Es el primer paso para practicar aeroyoga, una nueva disciplina que mezcla movimientos de arealistas (los que hacen piruetas en el aire con cuerdas y tela), danza y yoga, y que se ha puesto muy de moda en Europa

Lo primero es entrar con cuidado en el columpio y superar el mareo

Carmen lleva practicando yoga desde 1994, cuando un año de estudios de Ciencias del Mar en Canarias le puso en contacto con esta disciplina y le enganchó, le enganchó tanto que ya de vuelta en Vigo para terminar la carrera decidió formarse como profesora. Y hasta hoy, que lleva 15 años impartiendo yoga en su escuela Saraswati de la Rúa Nova 25, en el centro de A Coruña y, desde hace uno, enseñando aeroyoga en sábados alternos del mes. “Entré en contacto (con el aeroyoga) en 2017 con una profesora amiga mía que tiene su propia escuela de yoga en Vigo y lo hacía. Me gustó tanto cuando lo probé, es una sensación totalmente distinta”, nos cuenta Carmen. 

Ocho metros de tela similiar a la de los paracaídas que te puede envolver por completo

Yoga a un metro del suelo

El aeroyoga, que te mantiene flotando mientras haces posturas y ejercicios, encaja en cierta manera con el estilo de yoga de la escuela de esta profesora, el vinyasa flow, basado en la respiración con el movimiento. También enlaza con su pasado trabajando en una escuela de yoga terapéutico de un médico internista en Madrid. La cuestión es que, una vez probado el columpio, quiso seguir. Junto con otro grupo de profesores, convencieron a Maite Pousada Curros, de Yoga Caledonia (Vigo), para que les transmitiera los conocimientos que ella había adquirido de Gillian Watt.  Formarse sin necesidad de viajar a Reino Unido, según explica entre risas, y convertirse, junto con la viguesa, en las dos únicas profesoras de aeroyoga de Galicia. 

Carmen tira de escalera para descolgar las hamacas, bien sujetas a la barra del techo

“Es yoga en suspensión o yoga antigravedad. Busca la sensación de toma de conciencia corporal y mental pero también trabajas la musculatura en suspensión. A nivel mental consigues relajación, a nivel corporal provoca una descompresión de toda la columna vertebral, las articulaciones…”, destaca Carmen entre sus beneficios. La hamaca sirve de apoyo para el cuerpo, de forma total o parcial, y eso permite por una parte abrir el abanico de ejercicios a realizar y por otra poder practicar algunas posturas, como las de yoga invertidas, con mucho menos riesgo.

14 capullos rojos en la clase de aeroyoga de Saraswati

Las hamacas, que cuelgan a 1 metro del suelo, están sujetas con cuerdas de escalada y mosquetones preparados para aguantar 1000 kilos de peso. En concreto, cada columpio puede soportar hasta 900 kilos. Al cuidado para entrar en el capullo le sigue la percepción de elasticidad de la tela, que aunque parezca que no, acoge y aguanta todo el cuerpo. A continuación, la sensación de mecerse en el aire y, si superas el vaivén y te relajas, a hacer ejercicios, guiados siempre por Carmen, claro.

Ojo con los mareos 

“Esto es como todo. Hay gente que le encanta. Otra que desde el momento que se suben a la hamaca se marean. No está indicado para gente con la tensión baja, tensión alta, glaucomas, embarazadas…”, nos explica mientras va agarrando la tela y modelándola a su gusto, para que le ayude a suspender el cuerpo mientras forma posturas. “Al principio a veces da miedo porque creen que la tela se va a romper. Luego ya se relajan y poco a poco van disfrutando más de la técnica”. 

Un taller de aeroyoga en Saraswati, que imparte dos sábados al mes

Las clases de aeroyoga de Carmen tienen mucho de respiración, concentración y conciencia corporal y van cambiando, al igual que las de yoga tradicional. “Aquí no se corre”, resume la profesora. “Es un camino largo y lo vas descubriendo poco a poco. Se trata de que el yoga te ayude en la vida diaria, la respiración viene bien, llevamos vidas estresadas. Yo veo el yoga con forma de integrarlo en tu vida”, nos dice. No es indispensable saber yoga para ir a aeroyoga, nos asegura Carmen, aunque si que da una base importante para practicar la actividad. “(El aeroyoga) Es una técnica que está cambiando, Depende de tu creatividad. Tu vas haciendo posturas de yoga dentro de la hamaca”.

Ejercicio y confianza

El aeroyoga está indicado para todo tipo de personas que quieran tener una experiencia diferente abriendo nuevas posibilidades en su práctica de yoga y deportiva, nos explica. Porque aquí se hace ejercicio y se lleva uno a casa sus consabidas agujetas. “Te crees que no trabajas pero si, al final te das cuenta de que trabajas musculatura que de otra forma no trabajas”, nos cuenta. Además, asegura, es beneficioso para la confianza en uno mismo.

Carmen se prepara para hacer piruetas de yoga con la hamaca

“Hacer posturas invertidas, ver que uno puede, también relaja y aumenta la confianza. Por eso terminamos con esa sensación de vitalidad”, cuenta Carmen de sus clases, que durante este año impartía dos sábados de cada mes, para ir probando e introduciendo el aeroyoga entre el alumnado coruñés

La hamaca también da para estirar

A partir de septiembre, completará los talleres de los sábados con dos clases semanales de aeroyoga, una en horario de mediodía y otra de tarde. Si te apetece salir volando, comprueba sus redes a principio de mes, que es cuando suele publicar los talleres de los sábados, o infórmate sobre las clases semanales.  Si te animas, ya nos contarás qué de rápido va la vida oscilando lentamente dentro de una hamaca roja. O haciendo piruetas, qué sabré yo.

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