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Un proyecto gallego transforma los residuos de la industria del pescado en bioplásticos

Biocenplas, liderado por Anfaco-Cecopesca, pretende aprovechar los residuos orgánicos para obtener materiales biodegradables y contribuir a la reducción de plásticos en la Unión Europea
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El proyecto Biocenplas, acrónimo de Biorrefinería centralizada para la  valorización de efluentes del sector transformador de pescado en forma de bioplásticos, liderado por Anfaco-Cecopesca, comenzó el pasado 30 de diciembre y cuenta con un consorcio formado por Cetaqua, Centro Tecnológico del Agua, e investigadores del Centro Interdisciplinar de Investigación en  Tecnologías Ambientales (Cretus) de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).

Se trata de un  proyecto cofinanciado por la UE mediante los fondos de resiliencia Next Generation a través del  Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapama), cuya finalidad es aprovechar los residuos  orgánicos (tanto sólidos como líquidos) que genera la industria transformadora de la pesca para obtener bioplásticos, concretamente polihidroxialcanoatos (PHA).  

Biocenplas quiere demostrar a la industria transformadora de la pesca (conserveras, cocederos,  productos elaborados, congelados…) que, empleando la biotecnología, los efluentes residuales y subproductos que se generan, cuyo tratamiento supone un coste económico y social, son potenciales materias primas para la producción de materiales biodegradables aplicables como sustitutos del plástico  tradicional. Para el año 2030, la UE quiere reducir el uso de plásticos convencionales en un 30%, pero la  demanda de este tipo de material obliga a buscar otro tipo de fuentes para su producción.

Actualmente,  el mercado está dominado por la celulosa y el PLA (ambos con un 18,7%), mientras que la producción de  PHA se halla en un mínimo (1,7%) en relación al total de materiales plásticos y bioplásticos elaborados  en el año 2020, insuficiente para reducir el consumo de la industria en general. 

Mejorar la sostenibilidad del sector

Son varias las empresas del sector interesadas en poner en valor sus residuos y que apoyan este  proyecto, tales como Nueva Pescanova, Pescados Rubén, Ignacio González Montes, Atunlo o Mejillones  Nidal.  

El sistema biotecnológico propuesto en Biocenplas busca contribuir a mejorar la sostenibilidad del  sector disminuyendo la producción de residuos y el consumo energético, como se pretende en los  proyectos financiados con fondos de resiliencia. 

Este consiste en que, en una primera etapa, la materia orgánica del residuo se convierte en ácidos grasos  volátiles, que son el alimento del cultivo microbiano y permiten acumular el biopolímero en el interior  de las células microbianas. Dicho biopolímero, una vez extraído de los organismos microbianos, será convertido a un bioplástico para ser utilizado como material alternativo a plásticos convencionales de  amplio uso en alimentación como el polipropileno (PP) y polietilenos (LDPE y HDPE).  

Es importante resaltar que la principal ventaja de este proceso es que los bioplásticos producidos se  pueden gestionar junto con otros residuos orgánicos ya que se degradan en el medio ambiente en pocos meses, al contrario que los plásticos convencionales, que pueden necesitar cientos de años para  completar el proceso, y son responsables de una importante contaminación química, afectando a los  seres vivos próximos. La sustitución de los plásticos convencionales por bioplásticos reducirá  significativamente el impacto ambiental actual de estos materiales produciendo también un beneficio  social. 

En la actualidad, ya se están generando PHA de otros subproductos como los agrícolas, esto es, a partir  de carbohidratos; sin embargo, aquí radica la novedad de Biocenplas, ya que se trata de generar biopolímeros a partir de corrientes más ricas en proteínas, con lo cual, la composición final del biopolímero será distinta y por tanto sus potenciales aplicaciones.  

Este proyecto supone una inversión total de 811.054,59 €, donde el Ministerio y la UE aportan el 85,25 % del  estudio, a lo largo de 23 meses de trabajo, para obtener las bases científico-técnicas de transformar  proteínas en bioplásticos y seguir con proyectos más ambiciosos en esta línea de sostenibilidad. 

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