Papus, el Rasputín gallego consejero del último zar que profetizó la Revolución Rusa

En 1937, Otto Rahn llegaba a A Coruña, donde permaneció durante varios meses camuflado como parte de la red de asistentes nazis que asesoraban a las fuerzas sublevadas de Francisco Franco. Rahn era un reputado medievalista que Heinrich Himmler, jefe de las SS, había contratado para que encontrara el Santo Grial para la causa nazi, lo que le llevó a visitar España en varias ocasiones. Consideraba a Galicia el reino europeo occidental más antiguo, tras el visigodo, por lo que se dedicó a rastrear las leyendas gallegas del Grial, de la Piedra del Destino y a investigar la teoría de que el hereje Prisciliano y no el apóstol Santiago está enterrado en el sepulcro de la catedral compostelana. Durante su estancia en A Coruña, Rahn visitó una casa en la calle Olmos en la que había nacido, 72 años antes, un médico, sanador, espiritista y ocultista que se creía que había escrito “Los protocolos de los sabios de Sion”, un alegato antisemita cuyo objetivo era justificar ideológicamente las persecuciones a los judíos en la Rusia de los Romanov y que tuvo un papel fundamental en el antisemitismo de regímenes como el nazi y el fascista.​ Aquel coruñés llegaría a ser una referencia mundial del ocultismo además de consejero y espiritista del último zar de Rusia, Nicolás II, años antes del legendario Rasputín. Esta es la historia de Gerard Anaclet Vincent Encausse Pérez, el doctor Papus.

Gerard nació el 13 de julio de 1865 en una vivienda de la céntrica calle Olmos, en A Coruña. Era hijo del químico francés Louis Encausse y de la española Irene Pérez. Su padre quería que recibiera una sólida educación en las mejores instituciones francesas, por lo que, cuando contaba con cuatro años de edad, la familia se trasladó a vivir al barrio de Montmartre, en la capital gala.

Gerard inició su formación en el colegio Rollin y con 17 años comenzó a estudiar en la Facultad de Medicina de París. Mientras sus compañeros se preocupaban de los asuntos políticos de Europa y de leer a los autores de la ciencia oficial, Gerard se pasaba las tardes en la Biblioteca Nacional o en la Biblioteca del Arsenal, en el barrio de la Bastilla, estudiando a autores menos aceptados que hablaban en sus textos sobre alquimia, ocultismo o la cábala, ya que las ciencias ocultas se acabaron convirtiendo en su gran pasión.

Con 22 años publicó su primera obra y tan solo un año después la segunda, en 1888, gracias a la cual alcanzó una gran notoriedad, proporcionándole el reconocimiento de las sociedades ocultistas parisinas de la época, un reconocimiento motivado también por la difusión que llevó a cabo de los manuscritos de una figura emblemática del ocultismo francés, Antonie Fabre d’Olivet, que había participado en la Revolución Francesa.

Ingresó en la Orden de la Rosacruz, de la que llegaría a ser líder, en 1891 fundó la Orden de los Martinistas y dos años después sería nombrado “Obispo de la Iglesia Gnóstica de Francia”.

El Doctor Papus, como se le comenzó a conocer, obtuvo en 1894 el título de Doctor en Medicina cum laude y, obsesionado con el arte de curar, comenzó a viajar por toda Europa investigando la medicina oficial, la alternativa, la homeopatía, los curanderos, el espiritismo o la hipnosis, técnicas que, con 29 años comenzó a aplicar en una clínica que abrió en la calle Rodin, en pleno centro parisino y donde acudían pacientes de todo el mundo atraídos por la mezcla de ciencia y rituales secretos con los que Papus curaba el cuerpo, pero sobre todo el alma, convirtiéndose en un referente mundial.

Rara era la reunión social de carácter esotérico que no contara con la presencia del coruñés, en las que realizaba exorcismos o sesiones de espiritismo contactando con los difuntos de los presentes. Su fama, su buena posición social y su estatus entre los “místicos” europeos, provocaron que un matrimonio real entregado a la superstición decidiera contar con sus servicios: los Romanov.

Papus viajó hasta en tres ocasiones a los límites de la antigua Europa para ponerse al servicio del último zar de Rusia, Nicolás II, y su esposa Alejandra, en calidad de médico, ocultista, espiritista y consejero. 

Durante su segunda visita, realizó una extravagante sesión de espiritismo en el palacio real a petición del zar que quedó recogida en las memorias del embajador francés en tierras rusas. Nicolás II solicitó a Papus que invocase a su padre, Alejandro III. Según el testimonio del embajador, el espíritu hizo acto de presencia y fue consultado por el zar sobre si debía reaccionar contra la corriente liberal que amenazaba a Rusia, a lo que respondió: “Debes extirpar la incipiente revolución, más un día volverá a brotar de nuevo y será más violenta cuanto más dura sea la represión”.

Papus llegó a predecir la llegada de Lenin al poder, afirmando que, mientras él estuviera vivo, podría contener los efectos de la terrible predicción que acababan de escuchar.

Como consecuencia de esta sesión, el 22 de enero de 1905, día conocido como “Domingo Sangriento”, una marcha pacífica de obreros en San Petersburgo intentó hacer llegar al zar una petición de mejoras laborales, pero la manifestación fue salvajemente aplastada por los soldados del zar apostados frente al Palacio de Invierno, que dispararon contra la multitud desarmada y a la que luego persiguieron por toda la ciudad durante horas y cobrándose al menos 2.000 muertos.

El coruñés manifestaba una genuina preocupación por sus aliados rusos, manteniendo durante años correspondencia con ellos y dejando constancia de la preocupante influencia que estaba adquiriendo en la corte una figura con la que se le comparaba continuamente: Grigori Yefimovich Rasputín.

Debido a sus visitas a Rusia, se le llegó a atribuir la autoría de un texto antisemita que provocó un gran impacto sobre Hitler, Franco o Henry Ford y que es considerado el más importante e influyente de la Historia Contemporánea, “Los protocolos de los sabios de Sion”. Esta obra fue publicada en 1903, cuando Papus, cuyo antisemitismo era conocido públicamente, asesoraba a Nicolás II. Además, años antes, ya había publicado varios artículos que mantenían la existencia de un complot judío para alterar las relaciones entre Francia y Rusia.

Su última visita al zar fue en 1911, tras la cual continuó ejerciendo como médico, publicando artículos y libros (más de 160) y acumulando cargos en distintas organizaciones ocultistas.

En 1914, Papus se alistó en el ejército francés para combatir en la Primera Guerra Mundial como médico de campaña. Durante la contienda contrajo tuberculosis, una enfermedad que acabó con su vida el 25 de octubre de 1916, a los 51 años de edad. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio Père-Lachaise, en París, junto a célebres figuras como Oscar Wilde, Jim Morrison o Maria Callas.

¿Y qué ocurrió con Rasputín, el sucesor de Papus? El 29 de diciembre de 1916 fue invitado al palacio en San Petersburgo del príncipe Félix Félixovich Yusúpov, marido de una sobrina de Nicolás II, donde fue recibido a medianoche con la promesa de una velada especial y una mesa regada de dulces llenos cianuro, pero el veneno no hizo efecto, por lo que le dispararon hasta cuatro veces y le golpearon con barras de hierro. Resistiéndose a morir, fue arrojado al río Nevá atado con cadenas.

El pueblo ruso, escandalizado por la superstición de sus gobernantes y su dependencia de alguien tan poco honorable, respetable y noble como Rasputín, salió a las calles. El 12 de marzo de 1917 estallaba la Revolución rusa, el Octubre Rojo.

En sus memorias, el príncipe Félix Félixovich Yusúpov, recoge una carta de Papus a la emperatriz Alejandra escrita hacia finales de 1915 y que concluía así: “Rasputín es un jarrón similar a la caja de Pandora, que encierra todos los vicios, todos los crímenes, todos los pecados del pueblo ruso. Si ese jarrón se rompe, inmediatamente veremos verterse sobre Rusia su espantoso contenido”.

El 17 de julio de 1918, menos de dos años tras la muerte del gallego, era fusilado el último zar de Rusia, el último Romanov, Nicolás II, cumpliéndose el vaticinio de Papus, quizá la predicción más acertada que jamás realizó.

Así fue como un gallego, nacido en A Coruña, se convirtió en uno de los ocultistas más influyentes del siglo XX, fue consejero del zar de Rusia antes que Rasputín y profetizó el fin de la dinastía Romanov.

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

• es.wikipedia.org
• lavozdegalicia.es
• levante-emv.com
• ordenmartinista.org
• farodevigo.es
• laopinoncoruna.es
• elecodelmisterio.wordpress.com
• laprensa.com.ar
• lasoga.org
• laopiniondezamora.es
• bne.es
• revistavanityfair.es
• americaeconomia.com