Emilio Eyre, sacerdote gallego, amigo de los Borbones, al servicio de la CIA, de Franco y de la Virgen de Fátima
Exactamente un año después del fin de la Guerra Civil española, el 1 de abril de 1940, Francisco Franco firmaba la orden para la construcción de un monumento funerario en el que perpetuar la memoria de los muertos durante el conflicto, al que se le conoció como “Valle de los Caídos”. 30.000 metros cuadrados en San Lorenzo de El Escorial cuya construcción se alargó durante diecinueve años con dinamita y miles de trabajadores (algunos presos políticos). La idea del régimen era que este lugar fuera el lugar de reposo de los héroes y mártires de la “Cruzada”, llamada así por el franquismo debido al respaldo que el bando nacional tuvo por parte de la Iglesia Católica durante la guerra. A pesar de ello, más adelante también se enterraron miles de cuerpos republicanos, dando lugar a una fosa común de 33.833 personas, cifra que el 23 de noviembre de 1975, aumentó con un cuerpo más, el del mismísimo Francisco Franco, que permaneció allí hasta el 24 de octubre de 2019, cuando fue trasladado al cementerio municipal de Mingorrubio. Durante aquellos días hubo quien creía que existía otro lugar mejor donde dejar descansar al dictador, un fabuloso santuario abandonado en Galicia, promovido por un cura que trabajó para la CIA, que era amigo de los Borbones, del propio Franco y que quiso erigir en su tierra el primer templo dedicado a la Virgen de Fátima en España: Emilio Francisco Eyre Lamas.
Emilio Francisco Eyre Lamas nacía en el Pazo de Abral, en Chantada, en la provincia de Lugo, el 27 de junio de 1905. Estudia en el seminario y en 1931, con 27 años de edad, parte rumbo a Buenos Aires donde, iniciada la Guerra Civil española, comienza una labor de reclutamiento de combatientes profranquistas entre el colectivo gallego en Argentina.
El padre Eyre participaba en un órgano conocido como “Fe Gallega”, que se encontraba en la vanguardia propagandística de los sublevados en América, un entramado civil y religioso que utilizaba el idioma gallego y la “morriña” para ensalzar a Franco y el bando nacional.
Finalizada la Guerra Civil, funda iglesias y asociaciones con las que obtener financiación para ayudar a los españoles de la posguerra, fondos que eran canalizados nada más y nada menos que por la esposa de Francisco Franco, Carmen Polo, de la que se ganó el favor y la amistad que le ayudaría a alcanzar puestos de poder y confianza a lo largo de toda su vida.
A su regreso de Argentina es destinado a Portugal como profesor del Instituto Español, donde permaneció tres años moviéndose entre Lisboa y Fátima, lugar donde descubrió la enorme devoción a la Virgen de Fátima, a raíz del Milagro del Sol, que llevó a Portugal a la construcción del legendario Santuario de Fátima, visitado por millones de peregrinos al año.
Contagiado por esa devoción, decidió trasladarla también a España y se propuso construir el primer santuario a la Virgen de Fátima fuera de Portugal. A su regreso de tierras lusas encontró el lugar idóneo. Levantaría su imponente templo sobre los restos de un antiguo castro medieval fortificado, en lo alto de una colina, cerca de su lugar de nacimiento, en Centulle, Chantada.
Así que puso sus contactos a trabajar, consiguiendo que Franco y la iglesia le dieran permiso y el privilegio de Santuario Nacional, lo que implicaba que no podía haber en España otro santuario a Fátima, además de poder organizar peregrinaciones desde cualquier punto del estado.
Con los donativos que conseguía, con las ayudas del gobierno de Franco y con sus propios recursos, empezó a levantarse el templo, en el año 1944, bajo la dirección del arquitecto Pedro Muguruza, arquitecto de cabecera del Generalísimo Franco, arquitecto también del Valle de los Caídos. El templo fue concebido como una fortaleza, coronado con cruces gaélicas, al estilo de los castillos irlandeses, mezclando elementos arquitectónicos mozárabes, románicos y de la cultura celta.
El 13 de mayo de 1945, la Iglesia de la Virgen de Fátima de Chantada se convertía en el primer santuario dedicado a esta virgen en toda España, en una multitudinaria ceremonia a la que acudieron ministros, embajadores e incluso representación de los Borbones, haciendo suponer que Centulle iba a convertirse en un nuevo lugar de peregrinación similar a Santiago de Compostela.
Sin embargo, a pesar de inaugurarse, las obras tuvieron que detenerse por falta de recursos, a pesar de que el padre Eyre se pateó toda España en busca de financiación que nunca consiguió. Finalmente, en 1957 se dio por vencido y el templo se quedó paralizado en el tiempo, algo que no impidió peregrinaciones anuales y misas con motivo de la festividad de la Virgen.
Pero mientras buscaba aquella dichosa financiación, se le ocurrió otra singular idea, que quizá podría revitalizar el interés por su templo: construir justo al lado una residencia para personas con discapacidad.
Con la ayuda de Carmen Polo, consiguió que el Ministerio de Trabajo aprobara su proyecto y recibiera los fondos necesarios para su construcción a través de la Asociación de Inválidos de España, pero la muerte de Franco y la entrada de la democracia, provocó que la Xunta de Galicia no quisiera destinar más fondos a este enorme edificio de miles de metros cuadrados, por lo que se quedó tal y como se puede ver actualmente.