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Un coruñés confinado por coronavirus relata su lucha diaria en Twitter

Tras una semana de malestar, Javier Varela se sometió a una PCR que fue positiva y lleva 14 días de aislamiento en su domicilio con síntomas leves y la tecnología como principal conexión con el mundo
La ventana de la habitación donde está confinado Javier Varela.
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La ventana de la habitación donde está confinado Javier Varela.
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El coruñés Javier Varela es voluntario de Cruz Roja y en los últimos días su historia ha llegado a decenas de personas, ya que ha relatado en twitter su confinamiento por coronavirus y su evolución diaria. El objetivo de su iniciativa es "mantenerse conectado con el mundo y desahogarse" desde la pequeña habitación que ahora es su mundo, además de concienciar a la gente sobre la enfermedad y hacer hincapié en que las precauciones son clave.

Tras una semana de malestar, el pasado 29 de enero Varela decidió llamar a la línea 900 de la Xunta para contar sus síntomas (molestias de garganta que no remitían, calentura...) y el día 30 le realizaron una PCR en la Casa del Mar de A Coruña que fue positiva. Desde ese momento, hace hoy justo dos semanas, está aislado en una habitación de su vivienda de la ciudad herculina, en la que vive con su mujer y su hijo y su vida ha cambiado en estos 14 días, sobre todo por la soledad.

Ha pensado mucho sobre cómo ha podido contagiarse pero no encuentra explicación porque sigue todas las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y de la Xunta (mascarilla, higiene de manos, gel hidroalcohólico, distancia social...) y va de casa al trabajo diariamente, haciendo parada únicamente en el supermercado. De lunes a viernes iba en autobús de A Coruña hasta Santiago pero, por suerte, cuenta que ninguno de los compañeros que viajaban con él o su familia se han contagiado.

La ventana como escaparate al mundo

A través de su perfil de twitter, Varela cuenta la evolución de su confinamiento por días, así como el cambio en los síntomas leves que sufre. "Mi día a día es en mi habitación en mi casa, tenemos dos baños y uno solo lo uso yo. Me dejan la comida en una silla en la puerta que recojo y dejo la bandeja ahí una vez finalizo, que se desinfecta con lejía y va al lavavajillas a 60 grados", detalla. "Tengo todo lo que necesito en mi habitación: un ordenador, una tablet y un teléfono. Me mantengo conectado prácticamente todo el rato para enterarme de cómo va el mundo porque aunque yo esté aislado las cosas siguen ocurriendo.", explica.

"Decidí escribir porque me ayuda a desahogarme, desconectar, contextualizar como me encuentro dentro de mi particular nueva normalidad. Quería que la gente viese que aunque hay casos graves, tampoco tenemos que pensar que si te contagias vas a evolucionar mal", comenta, al mismo tiempo que reconoce que su primer pensamiento el 30 de enero con el positivo "era todo lo peor". La ventana se ha convertido en un elemento clave en este aislamiento porque es su único contacto con el exterior y la mantiene siempre abierta para ventilar.

Suele caminar 45 minutos todos los días aunque sea entre las cuatro paredes de esta estancia de su casa, un ejercicio motivado porque los médicos le aconsejaron que es bueno para la circulación "porque el virus coagula la sangre y hay que prevenir". "La habitación es grande pero después de 14 días de aislamiento ya se va haciendo un poco pequeña. Con mi familia tengo la costumbre en el desayuno, comida y cena de hacer videollamada y charlar, mi pareja y mi hijo en la cocina y yo en mi dormitorio", afirma con ilusión.

La tecnología es la mejor aliada para Varela en esta situación, ya que a pesar de todo no desatiende sus obligaciones e incluso ayuda a su hijo con los exámenes a través de la plataforma Meet de Google. Asimismo, subraya la importancia de los pasos a seguir una vez se confirma el positivo, que en su caso tras la PCR fueron llamadas a todos los compañeros de trabajo (tanto del coche como de la oficina), además de a los rastreadores para facilitarles todos los contactos que tuvo en los últimos días e inscribirse en la app Radar Covid como positivo aportando el número de su PCR.

Gran fatiga, fiebre y tos

Varela recuerda que durante los primeros días la fiebre llegó a subir a 38 grados, pero logró contenerla con paracetamol. Su tos era bastante persistente y le dieron un antibiótico, además de una pastilla para el dolor de garganta. El dolor muscular es una de sus principales molestias y apunta que empezó con un dolor agudo en la rodilla izquierda, algo que le comentaron que era normal porque el coronavirus ataca principalmente a las articulaciones que han sido operadas y él se ha intervenido dos veces del menisco.

Sobre el dolor de cabeza, asegura que al principio "era continuo y le empezaba en la nuca hasta la parte posterior de los ojos", "Ahora, en momento puntuales tengo unos segundos un dolor en la parte izquierda de la cabeza que tan pronto como viene se va", concreta. El lunes es un día importante para el coruñés, porque recibirá la llamada de su médico, que será quien decida si le realiza una nueva nueva PCR para comprobar si todavía tiene carga viral o no.

Tras su experiencia, que no está siendo fácil, aunque se siente afortunado de la levedad de los síntomas que no han requerido que fuese hospitalizado, Varela recomienda "no asustarse con un simple dolor de garganta pero tampoco perderlo de vista", al mismo tiempo que es consciente que de haber seguido su propio consejo él hubiera llamado días antes a las autoridades sanitarias tras detectar los síntomas.

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