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"Solos ante el virus": tres maneras de vivir la cuarentena sin compañía en A Coruña

Alrededor de 283.000 personas viven solas en Galicia y 126.000 son mayores de 65 años, unas circunstancias que hacen cuesta arriba pasar el confinamiento de manera solitaria pero en la ciudad herculina hay entretenimientos para todos los gustos dependiendo de las edades
Lucía Verea, Pedro Busto y María José Pérez.
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Lucía Verea, Pedro Busto y María José Pérez.
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El confinamiento decretado ya ha superado la barrera de los 20 días y entre la población las maneras de llevarlo son muy diferentes: en familia, en pareja, con amigos...pero una de las opciones más complicadas en este momento para muchos es, principalmente, la de la soledad. En la comunidad 283.000 personas viven solas (una cifra que ha aumentado en casi un 2% respecto de 2018) y 126.000 de estos gallegos tienen más de 65 años. En A Coruña hay viviendas unipersonales con inquilinos de todo tipo y en las residencias de mayores internos que llevan separados de su familia varias semanas, es decir, personas que han visto alteradas sus circunstancias vitales y cuya realidad a día de hoy es la siguiente:

Lucía Verea: Vecina de la Falperra de 26 años

La joven coruñesa lleva sola en su piso desde que hace tres semanas se decretó el estado de alarma y ha tenido un mes "muy movido" ya que el estallido de la crisis del coronavirus le cogió de viaje familiar en Canarias y se vio obligada a cambiar vuelos para poder regresar. Trabaja como responsable de comunicación y diseño en su empresa familiar, Tejas Verea y estos días cuenta al menos con la compañía de su inseparable gata Arya.

Admite que su vida ha cambiado "radicalmente" desde que se agravó la situación con la enfermedad, ya que ahora está las 24 horas del día en casa y antes pasaba "casi 12 horas fuera del piso". "Mi rutina consistía en trabajar prácticamente todo el día, me levantaba a las 07:00 horas y salía de trabajar sobre las 19:00, además de que tres veces por semana solía ir al gimnasio", cuenta, a la vez que reconoce que cuando peor lo pasó "fue la primera semana". "Al inicio de todo esto me costó adaptarme y viví la situación como una catástrofe. Ahora ya me he habituado y me he establecido unas rutinas que hacen que los días se me pasen más fácilmente", explica.

La mayor parte de su día lo ocupa el teletrabajo y en sus ratos libres ve series y películas, lee libros, juega con su gata y hace entrenamientos online. "Este exceso de tiempo para mí también me ha hecho recuperar el hábito de cocinar que siempre me ha encantado y me entretiene al menos un par de horas", detalla. Si hubiera podido elegir y organizarse previamente al decreto del estado de alarma reconoce que le hubiera gustado pasar esta etapa con su pareja pero como no ha podido ser admite que "se mantiene positiva y ha aprendido a no aburrirse a pesar de estar sola además de ser feliz con las pequeñas cosas".

En cuanto todo esto acabe tiene claro que lo primero que hará será "irse de cañas con sus amigas y celebrar por todo lo alto varios cumpleaños que tiene pendientes". Si sirve de ayuda para más gente que se encuentre en su situación recomienda como entretenimiento las series de Netflix Rétame y Las chicas del cable y libros como Toda la verdad de mis mentiras (Elísabet Benavent) o La verdad sobre el caso Harry Quebert (Jöel Dicker).

María José Pérez: vecina de Los Rosales de 59 años

La coruñesa lleva sin salir de casa después de que el pasado 13 de marzo hiciese una compra mensual. Su rutina diaria se centraba en levantarse a las 06:45 horas para acudir a su puesto de trabajo en el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) hasta las 15:30 que volvía a su domicilio para comer y descansar un par de horas hasta que iba a clases de yoga o a nadar, las dos actividades a las que le dedica gran parte de su tiempo de ocio.

Con el estallido de la crisis del coronavirus ha notado un cambio drástico en su día a día ya que antes se movía a todos los sitios caminando y echa de menos mover las piernas más tiempo del que a día de hoy ocupa en ir de la habitación al salón, del salón a la cocina y de la cocina al baño. "Desde que empezó todo me levanto a las 08:00 horas, leo un rato, hago ejercicio hasta las 10:00, me ducho, desayuno, hago tareas de casa hasta el mediodía y como y por la tarde dedico las horas a escuchar música, leer, hablar con mis allegados por Skype o videollamada y a veces hasta intento manualidades para relajarme", cuenta al mismo tiempo que confiesa que "extraña a su gente y estar todos juntos" pero la meditación le está ayudando a sobrellevar esta etapa y seguir adelante cada día.

Cuando se levanten progresivamente las restricciones tiene claro que irá a caminar cerca del mar, se reunirá con sus amigos y familia, en definitiva "se rodeará de quien la hace feliz". Para sobrellevar el confinamiento recomienda series gallegas como Néboa o series como The Young Pope y para ponerle melodía a la cuarentena se sirve desde heavy hasta chill out pasando por salsa, blues, soul y música tradicional.

Pedro Busto: interno en la residencia Domusvi de Oleiros, 86 años

El anciano lleva diez meses en la residencia coruñesa y su familia acudía a visitarlo asiduamente todas las semanas, sobre todo su nieta Miriam. Debido al confinamiento y que las personas de avanzada edad son un grupo de riesgo, la familia de Busto no acude a verle por precaución además de porque deben cumplir las normas decretadas por el gobierno y quedarse en casa. Vivir alejados no es fácil y su nieta afirma que llevan sin verse desde el decreto del estado de alarma, además de que los días previos su abuelo los pasó hospitalizado.

"Estamos llevando bastante mal la distancia, a pesar de que hablemos con él por videollamada y le veamos bien. Tenerlo lejos de nosotros y no poder verle hace que se complique aún más la situación y se hace muy cuesta arriba el cambio de rutina", comenta Miriam, que detalla que su abuelo vive en una habitación individual en la residencia porque utiliza un concentrador de oxígeno, a parte de que padece deterioro cognitivo y otras patologías como una Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), disfunción renal, fibrilación auricular, diabetes y tiene un holter subcutáneo para controlar los síncopes. "Es un guerrero", asegura emocionada.

Lo positivo de esta situación según la familia de Busto es que "la residencia ha puesto a disposición de las familias de los usuarios un número de Whastapp para poder hacer alguna videollamada y verles" y explican que Busto "sólo está pendiente de que pasen los días para poder abrazarles". "Cuando hablamos con mi abuelo siempre hace la misma pregunta: "Xa os soltaron?", dice Miriam entre risas.

Mientras no termina el confinamiento obligatorio, el día a día de Busto en la residencia pasa por estar la mayor parte del tiempo en su habitación "como medida preventiva" aunque en determinados momentos se organizan actividades de estimulación y terapias, según su familia. Un día a día muy diferente al que tenía antes y que está deseando recuperar ya que distribuía su tiempo entre las comidas del día, hacer gimnasia, dormir la siesta y ejercicios de todo tipo con el resto de internos.

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