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Opinión

Twitter ha perdido las elecciones gallegas

La campaña de comunicación del BNG ha sido extraordinaria, pero en Internet se ha centrado sobre todo en una red social medio muerta, poco representativa y alejada de la realidad. Las urnas han arrollado la dimensión alternativa que se había construido en la plataforma de Elon Musk
Pablo Grandío
Por Pablo Grandío

Las elecciones autonómicas del pasado 18 de febrero han protagonizado uno de los domingos más emocionantes de los últimos años en Galicia. Lo ajustado de las encuestas, la sensación de auge constante del BNG y la alta participación hacían pensar que pudiese haber un vuelco en Galicia. Al final, la baja abstención no favoreció a la izquierda, como se pensaba, sino al Partido Popular, que batió las perspectivas de los últimos sondeos e incluso subió en intención de voto en la provincia de Pontevedra, lugar de origen de Rueda.

En realidad, el vuelco político se dio a la izquierda del PP y en cómo se configura su alternativa de izquierdas, porque el BNG ha aniquilado a cualquier tipo de competencia por su electorado, y se ha comido parte del del PSOE. En lo que al partido de Alfonso Rueda se refiere, tan solo bajó 6 décimas respecto a los resultados del 2020 y, si no se cuenta la provincia de Ourense con la irrupción de Jácome, el descenso del PP es de tan solo dos décimas agrupando los resultados de A Coruña, Lugo y Pontevedra.

¿Por qué esa sensación de cambio y esos artículos en los periódicos de toda España, incluso en medios internacionales, hablando del posible -incluso inevitable- vuelco en la Xunta de Galicia? Mi teoría es que, a medida que avanzaba la campaña, se ha ido creando una realidad alternativa en la red social Twitter debido a la inversión publicitaria desplegada por el BNG en ella. Periodistas, simpatizantes y similares se han ido retroalimentando animados por la brillantez de los vídeos de campaña de Ana Pontón y las contadas encuestas que ponían en duda la victoria de Rueda.

Concretamente, solo tres sondeos llegaron a considerar que el presidente de la Xunta podía perder el gobierno, pero también dándole la posibilidad de mantenerlo. 40db (El País) le daba 36-40 (en tres de los cinco casos, mayoría absoluta), Sociométrica (El Español) 37-39 (en dos de los tres la mantenía) y el CIS 32-38, con una horquilla amplísima en la que la perdía en casi todos los casos. La realidad alternativa de Twitter se aferró como un clavo ardiendo al CIS, como si todo el resto de encuestas estuviesen manipuladas, y no lo estuviese precisamente la que se ha convertido en un icono de la manipulación y el uso malintencionado de los medios públicos.

Esta fe ciega en lo que casi toda la prensa nacional llama “el CIS de Tezanos” vino acompañada, naturalmente, de algunos insultos a todos aquellos medios de comunicación que osaron publicar encuestas que le confirmaban la mayoría a Rueda. Todos tenemos derecho a la salud mental, menos los trabajadores de la prensa.

¿Por qué en Twitter se creía en la presidencia de Pontón y se palpaba una sensación de cambio que el resto de la sociedad gallega no percibía? En primer lugar, Twitter es una red social minoritaria. Aquellos que la utilizan mucho sienten que el mundo gravita en torno a ella, pero en realidad Twitter/X lleva años cayendo en uso en España, y en Galicia no tiene más de 200.000 usuarios activos o, mejor dicho, cuentas. No lo digo yo, lo dicen los informes de transparencia de las campañas publicitarias que se hacen en Galicia. Por poner un ejemplo, Instagram y Facebook tienen casi 10 veces más público, que además pasa una media de minutos por semana mayor. Twitter es en estos momentos la séptima red social más usada de Galicia, por detrás de Instagram, Facebook, Tiktok, Youtube, Linkedin y Pinterest.

Esas 200.000 personas no son pocas, pero en el caso de Twitter no representan una muestra extrapolable al resto de la sociedad gallega. Ese público está compuesto de periodistas, políticos, “expertos” en política, hinchas del Dépor y del Celta, aficionados a los eSports, criptomonedas y similares, y gente que está ahí por unos intereses concretos o porque le tiene un gusto especial a la red social. Pero no es ni una radiografía fidedigna de la sociedad gallega que se pueda escalar a su totalidad, ni tampoco tiene el suficiente número de usuarios para poder cambiar un número relevante de votos. Es una cámara de eco con gente muy ideologizada que difícilmente cambia de opinión y mucho menos de orientación política.

Para convencer a esas 200.000 personas de que iban a ganar y había que votarles, el BNG invirtió una enorme cantidad de dinero en casi 8 millones de impactos publicitarios en la red social durante las últimas tres o cuatro semanas. La campaña ha sido espectacular, pero sobre todo cara. Un usuario de Twitter en Galicia ha visto de media 40 anuncios de Ana Pontón en las tres semanas previas al 18-F. Esos vídeos tan espectaculares de “Fabricando luz”, el del autobús de Rueda o el último que parecía un anuncio de Gadis han tenido éxito orgánico, pero una gran cantidad de sus reproducciones proceden de la inversión publicitaria realizada por el BNG.

En efecto, Ana Pontón conquistó Twitter. Por poner un ejemplo, ni Sumar, ni Podemos ni el PSOE hicieron campaña en esta red social, y la del PP tuvo solo 2 millones de impresiones, una cuarta parte del rodillo publicitario del BNG en la plataforma. Así que la experiencia por parte del usuario de Twitter era que Pontón iba a hacer la mudanza a Monte Pío, pero el resto de la sociedad gallega no se dio cuenta de nada de esto, porque no usa esa red social moribunda. La experiencia del gallego normal, de a pie, es que las encuestas que publicaron todos los medios gallegos acertaron, que Ana Pontón es muy buena política, y que el PSOE se ha pegado un batacazo en Galicia por culpa de la amnistía, de lo mal que cae Pedro Sánchez aquí y de lo poco conocido que era su candidato.

Hay otras cosas que considerar. Es cierto que la campaña del BNG en Twitter difícilmente captó algún voto del PP, pero probablemente sí contribuyó a diluir a Sumar y Podemos y que hiciesen el ridículo de tal manera el día de las elecciones. Quizás esas decenas de miles de euros no ensancharon el electorado del BNG hacia el centro, pero sí terminaron de matar a esas dos opciones que en su día le robaron muchos votos por la izquierda. La paz entre hermanos ideológicos se rompió el lunes, cuando comenzaron los reproches e incluso las burlas, y se recuperó un término muy divertido y peyorativo para referirse a los partidos de izquierda nacionales que se presentan en Galicia: “izquierda colonial”.

Otro tema curioso es por qué un partido que está en las antípodas ideológicas del capitalismo se gasta tal cantidad de dinero en una multinacional propiedad de Elon Musk, de ideología ultraliberal, buen amigo de Santiago Abascal y fan confeso de Milei. Muchas empresas como Apple, Disney, Warner Bros, IBM o Paramount han retirado su publicidad de Twitter por los posicionamientos ideológicos ultraderechistas de su nuevo dueño. Sin embargo, un partido de izquierdas y nacionalista gallego se ha gastado decenas de miles de euros en su empresa sin que se haya levantado una sola ceja. Aunque hay ejemplos peores, como lo de Outbrain. Cousas veredes.

Pablo Grandío
Pablo Grandío
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Pablo Grandío es fundador y director de Quincemil, consejero de El Español y fundador y director del portal de videojuegos Vandal.