9 diciembre, 2021 03:09

No es fácil entrevistar al vulcanólogo Vicente Soler Javaloyes (Jacarilla, Alicante, 1954), pero no precisamente por su falta de accesibilidad. Todo son facilidades desde el primer contacto vía correo electrónico. "A su disposición", "cuando quiera"... Pero después cuesta retenerle mucho tiempo. Normal; a sus espaldas tiene -de forma literal- un volcán en erupción que no tiene ninguna pinta de dejar de estarlo en breve, aunque la sismicidad continúa baja a niveles intermedios, lo mismo que el tremor, que está en niveles bajos y con poca variabilidad y no hay tendencia de deformaciones. 

Pero en La Palma sigue habiendo a 9 de diciembre más de 500 personas que viven en albergues por haber perdido su hogar, engullido por la lava. Paradójicamente, la lava del volcán ha acabado con el único cementerio con crematorio -el de Las Manchas- hace apenas dos semanas. Parece como si hubiera dicho que sólo él tiene derecho a convertir cosas en ceniza. En definitiva, el volcán de Cumbre Vieja sigue causando destrucción desde que despertó el 19 de septiembre tras 50 años dormido. Casi 2.000 horas sin parar de rugir minuto a minuto, durante 82 días. 

Soler se trasladó a La Palma desde Tenerife -donde reside y trabaja en el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA)- al día siguiente de la erupción, el 20 de septiembre, pero ya unos días antes comenzó a elaborar desde su despacho unos videos divulgativos sobre lo que estaba pasando en La Palma y lo que se preveía que podía suceder. "Yo no tengo redes sociales", aclara, "todo eso lo ha hecho el IPNA". 

Vicente Soler, haciendo trabajo de campo junto al volcán.

Vicente Soler, haciendo trabajo de campo junto al volcán.

Quizás sea por esa actividad divulgativa -que ha caracterizado a Soler toda su carrera y en la que acompaña muchas veces sus explicaciones con gráficos-, por su pelo cano y a veces despeinado o por su tono de voz entre aflautado y ronco y sin duda similar al de Fernando Simón, por lo que alguien decidió que se parecía al director desde 2012 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad y la cara visible de la pandemia de Covid-19 hasta antes del verano. 

Pero, a diferencia del conocido epidemiólogo, nadie ha criticado de momento a Soler, que sigue en La Palma, confía -sin mucha convicción- en poder pasar la Navidad en casa y reconoce que, aunque lo de las ocho horas de trabajo no se cumple ni de lejos, en su tarea diaria en la isla bonita se mezcla el interés "personal y profesional". 

Pregunta.- Usted es de las pocas personas con plaza de vulcanólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ¿recuerda cómo empezó su interés por los volcanes?

Respuesta.- El interés propiamente dicho, que no el conocimiento o la idea, empezó la primera vez que pisé Canarias a finales de 1978. Sólo con ver la geografía, el Teide y las Cañadas, surgió el interés. Un año después, en 1979, surgió la primera posibilidad de contacto.

P.- Pero usted ya se había formado como tal...

R.- Yo estudio Ciencias Físicas, con una especialidad de dos años en Geofísica, la carrera la acabé en Madrid. En esa época el servicio militar era obligatorio y yo fui pidiendo prórrogas -aplazando el ingreso en el ejército- mientras estudiaba. Cuando al fin supe que me tocaba Tenerife, renuncié a la prórroga. Ya había terminado los estudios y si uno no renunciaba a la prórroga le volvían a sortear y prefería Canarias, que estaba lejos. 

El veterano científico,  en primera línea de la investigación sobre la erupción volcánica.

El veterano científico, en primera línea de la investigación sobre la erupción volcánica.

P.- ¿Pero su intención era quedarse en el archipiélago? 

R.- No. Yo fui allí con la intención de regresar y retomar mi vida previa. 

P.- Y tuvo un flechazo con Tenerife...

R.- Yo no lo llamaría flechazo. Vi un territorio que me era desconocido y fue así como surgió el interés, más de forma espontánea que un flechazo. 

Como la entrevista ha sido interrumpida por labores más importantes como la vigilancia de un volcán en erupción, a los pocos días y al modo de Fray Luis de León y su atribuida frase "como decíamos ayer", Soler aclara a EL ESPAÑOL | Porfolio que ese "no flechazo" no afectó sólo a los volcanes. "Yo soy más de pensar las respuestas y quiero puntualizar que tuve una atracción por los volcanes y por las islas. Me enamoré de la orografía, las plantas, el color y el cielo; sentí una atracción de decir: 'Éste es mi sitio'", puntualiza.

Su atracción volcánica aumentó con su mili en Tenerife: "Me enamoré de la orografía, las plantas, el color y el cielo"

Playa Santiago, en Tenerife.

Playa Santiago, en Tenerife. Gtres

P.- ¿Y cómo surgió lo de trasladarse a trabajar allí?

R.- Una vez que ya estaba en el territorio empecé a leer el trabajo del vulcanólogo Juan Carlos Carracedo y tuve la oportunidad de participar en la realización de perfiles geofísicos sísmicos hechos desde la Cátedra de Madrid, el primero con el investigador Juan José Dañobeitia. Ahí se inició la relación directa con la investigación en vulcanología. Al estar yo en Canarias, esto supuso participar y conocer a las personas que estaban involucradas en ese mundo. Al año siguiente terminé el servicio militar, vino un paréntesis en el que trabajé en prospección petrolífera y surgió una oportunidad para hacer ya aquí la tesina y la tesis, gracias a una beca del Cabildo. Eso fue en 1982. 

Basta con echar un vistazo a cualquier buscador para ver que antes de ser el Fernando Simón de los volcanes, Soler ha sido y es mucho más que una de las caras más reconocibles de la tragedia de La Palma. A lo largo de su carrera ha estudiado, por  ejemplo, el yacimiento de Altamira, ha ayudado a predecir movimientos sísmicos en la zona de la falla de la Alhama de Murcia y participó, por supuesto, en la vigilancia y estudio de la última erupción volcánica en España, la de la isla de El Hierro en 2011.

P.- He estado viendo el listado de artículos y proyectos en los que ha trabajado e incluye zonas volcánicas de varios países, desde las Azores a Cabo Verde. ¿Alguno le ha impresionado más que éste de La Palma?

R.- Hice una pequeña colaboración con Carracedo y unos colegas en el Vesubio [frente a Nápoles, en Italia], un registro del campo geomagnético. Ver el Vesubio impresiona de una manera especial, sabiendo su historia. En la zona de la Macaronesia [nombre colectivo de cinco archipiélagos del Atlántico Norte, más o menos cercanos al continente africano: Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira y las islas Salvajes], aunque las islas son parecidas, hay diferencias. Por ejemplo, en Azores hay más sismicidad y Cabo Verde es parecido pero en otra dimensión. Pero lo que me atrajo del Teide es que no tiene un parangón en Canarias, lo ha tenido en el pasado. Eso me atrajo a Los Andes, la parte de la cordillera volcánica es como una sucesión de Teides. Chile es una sucesión de estratovolcanes, de los que están activos más de una veintena. Parte de la minería del norte de Chile está asociada a la actividad volcánica, es resultado indirecto de la actividad volcánica de la zona. 

"Ver el Vesubio impresiona de una manera muy especial, sabiendo su historia", dice sobre el volcán napolitano

Imagen de la erupción submarina de El Hierro en 2011.

Imagen de la erupción submarina de El Hierro en 2011. Guardia Civil / Involcan Europa Press

P.- Usted estuvo en El Hierro cuando la erupción volcánica de 2011, ¿no? ¿Se sospechó que iba a haber una erupción volcánica no subterránea?

R.- El que la erupción fuera submarina fue una sorpresa, empezó en el centro de la isla para desembocar en una erupción en el mar. Se pensaba que mayoritariamente habría ocurrido en tierra. Pero al final no fue así. 

P.- ¿Esperaba vivir una erupción volcánica en La Palma? 

R.- Esto empezó en 2017 y no estaba claro que se fuera a producir en cinco años, tengo 67 y pedí la prórroga [de la jubilación], no tenía claro si lo iba a vivir. 

El vulcanólogo Vicente Soler, en una salida nocturna cerca del volcán de La Palma.

El vulcanólogo Vicente Soler, en una salida nocturna cerca del volcán de La Palma.

P.- ¿Y cuándo empezó a pensar que iba a haber una erupción en La Palma? ¿Recuerda qué hacía y dónde estaba?

R.- Había un comité científico en el que parecía que todo apuntaba a la inminencia, pero no teníamos la certeza. El volcán empieza sin causar daños personales, unas horas después del comité. Al día siguiente nos trasladamos a La Palma todo el IPNA, vinimos todos juntos el día 20. 

P.- ¿Y cuál es su rutina diaria aquí en La Palma? 

R.- Soy representante del CSIC en el Pevolca (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias). Mi trabajo tiene un carácter muy científico, aporta la visión científica de lo que está pasando. Mi día a día empieza con una reunión larga que comienza entre nueve y media y diez y acaba entre las doce y la una. Luego se come de manera rápida, la verdad es que lo de la jornada de ocho horas no funciona, la verdad. Por la tarde vamos a campo y nos dedicamos a la observación del fenómeno, a atender a los parámetros geofísicos y geoquímicos. La toma de muestras y cenizas la hacen otros compañeros. Pero tengo que reconocer que se mezcla el interés personal y el profesional. 

P.- Y a pesar de toda su experiencia, ¿le ha impresionado este volcán?

R.- Siempre impresiona, sobre todo el tamaño del cono volcánico y el del cauce de lava.

P.- Entiendo que es la pregunta del millón pero, ¿cuándo espera que acabe esto? 

R.- Obviamente no tenemos bola de cristal, pero parece que disminuye la sismicidad, la tasa de lava parecía estable pero se abrió una tercera colada. Ya van 76 días [ya son 82] y la actividad continúa. Se acaba de abrir un tercer salidero. Ojalá se acabe pronto, pero nadie lo puede saber. 

Una casa cubierta por cenizas en La Palma el pasado 1 de diciembre.

Una casa cubierta por cenizas en La Palma el pasado 1 de diciembre. AP Photo / Emilio Morenatti Gtres

P.- Tras tanta destrucción, ¿se podría sacar algo bueno de esta erupción? ¿Por ejemplo, empezar a aprovechar la energía geotérmica?

R.- Lo primero que le quiero aclarar es que éste no es mi campo de experiencia, por lo que quizás no sea yo la persona más indicada para responder. Dicho esto, creo que hay iniciativas, pero hasta ahora no se daban las condiciones para crear campos geotérmicos. En Lanzarote sí hay temperaturas de 600 grados a ocho metros de profundidad, pero no hay el fluido necesario. Ahora quizás se puedan aprovechar las anomalías. 

La energía geotérmica o geotermia es aquella que se obtiene mediante el aprovechamiento del calor interno de la Tierra. Podemos ver ejemplos de este tipo de energía en las erupciones de los volcanes, el calor que contienen las fuentes calientes naturales o los géiseres. En Islandia, por ejemplo, proporciona el 66% de la energía primaria -es la fuente de calefacción de más del 80% de los hogares- y se trata de un recurso inmenso, una fuente de energía renovable, sostenible e inagotable. Según han declarado distintos expertos a medios de comunicación, a pesar de que España sería un país potencialmente idóneo para el desarrollo de este tipo de energia renovable, la realidad es que aquí no ha terminado de despegar por, entre otros motivos, la alta inversión inicial que requiere para ser utilizada. 

P.- Está claro que ustedes estaban desde 2017 en alerta por lo que podía pasar en La Palma, pero a la gente lega en el asunto le ha sorprendido la erupción. En España ha habido zonas volcánicas hace miles de años. ¿Podría suceder que nos sorprendiera una erupción inesperada? 

R.- El volcán más reciente de la península ibérica fue en Olot. [Según una investigación del Departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), la última erupción del volcán Croscat habría ocurrido hace unos 13.000 años]. En general, los volcanes siempre avisan con sismicidad. Los terremotos son distintos porque no avisan. O sea, no podría haber una erupción en la región volcánica de Campo de Calatrava (Ciudad Real), no funciona así.

P.-  Ahora que ya concluimos la entrevista, una última pregunta. ¿Cómo lleva que le comparen con Fernando Simón? 

R.- Pues no me molesta en absoluto; es más, me hace gracia. Yo no tengo redes sociales, los videos y tal los subo a través del CSIC. Pero por él siento gran respeto, aunque sólo lo he visto en la tele, sólo le conozco de eso. Una vez, hablando con mi mujer, me dijo que ella creía que lo había conocido en una época que pasó en un pueblo de Zaragoza, pero vamos, de pasada, no sé los detalles. En cualquier caso, es una persona a la que respeto y nunca me ha molestado la comparación. 

Las otras caras del volcán de La Palma

Carmen López.

Carmen López.

Carmen López. Es la directora del Observatorio Geofísico Central del Instituto Geográfico Nacional. Como Soler, participa en el Comité Científico y está desplazada a La Palma desde que comenzó la erupción. Es una de las portavoces más activas con los medios de comunicación y de las que más insiste en que es imposible predecir el final de la erupción del volcán. 

David Calvo.

David Calvo.

David Calvo. Es el portavoz del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), con base en La Laguna, Tenerife. Es geólogo, nació en Lugo y lleva 18 años en Tenerife trabajando en volcanes activos. Su primera erupción fue hace veinte años justos, en el 2001, en el Etna, según contó a La Voz de Galicia.

Alicia Felpeto.

Alicia Felpeto.

Alicia Felpeto. Otra de las caras visibles de la erupción del volcán de La Palma es esta vulcanóloga del Instituto Geográfico Nacional, que lleva estudiando el fenómeno desde 2017, cuando las señales empezaron a indicar que se podría producir la tragedia. Es la creadora de una herramienta para la generación de mapas de peligrosidad volcánica basada en modelos de simulación numérica.

María José Blanco.

María José Blanco.

María José Blanco. Doctora en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid, es la directora en Canarias del Instituto Geográfico Nacional (IGN). Ya fue una cara visible para los medios en la anterior erupción volcánica de Canarias, la submarina de El Hierro.