5 diciembre, 2021 06:56

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A Irene Montero (33 años) le debe de pasar con Yolanda Díaz (50 años) como a esas pequeñas rebeldes que tienen a una hermana mayor pluscuamperfecta que lo hace todo bien (al menos aparentemente). Se sienta recta y con las piernas cruzadas, coge los cubiertos como Dios manda y no deja de sonreír por mucho que la reunión sea soporífera. Y para la pequeña sólo se oyen en cada ocasión comentarios del tipo "¡Mira qué bien se porta tu hermana!" "¡Mira qué bien se sienta tu hermana!" "¡Mira qué bien sonríe tu hermana!" "¡Mira qué bien negocia tu hermana!"

En verdad, Irene Montero debe de estar hasta las narices de "su hermana" aunque, según cuentan fuentes próximas a la ministra, como hermana (política) suya que es, la quiere aunque la enerve. Con la vicepresidenta del Gobierno ha trabajado, discutido, planificado y "luchado por una alternativa de izquierdas que cambiara las cosas", insisten. El cisma dramático entre las dos comenzó cuando la marcha de Pablo Iglesias abrió el sueño que siempre defendió Irene Montero ["la siguiente líder de Podemos será una mujer" repetía hasta la saciedad] y no es ella la que va a ocupar ese candidatura sino la hermana pluscuamperfecta (bueno, casi).

Además, Yolanda Díaz es una política cuyo estilo no puede parecerse menos al de Irene Montero que un huevo a una castaña y está decidida a tener su oportunidad al margen de Podemos o de cualquier otro partido donde pueda sentirse maniatada. Así que a la ministra de Igualdad, ahora viuda consorte del liderazgo de Unidas Podemos que ejercía Pablo Iglesias, sólo le quedan dos salidas: no respirar o parecerse lo más que pueda a su nueva jefa. Y, por ahora, ha elegido la segunda vía.

Irene Montero y Yolanda Díaz.

Irene Montero y Yolanda Díaz. La Moncloa

"Irene Montero ha rebajado el tono porque hay una ola creciente de entendimiento a pesar de la polarización, que tiene mucho que ver con Yolanda, con que Carmena haya vuelto y en su libro dé golpes para todos los lados... Se ha generado una nueva idea de que la política se tiene que feminizar y pasar por otro tono. Que no se pueden imitar la testosterona y los egos, como dijo la propia Yolanda Díaz. Y lógicamente Irene ha podido entender que esa nueva política, más del acuerdo, más feminizada, no encaja con el perfil que tenía antes ella", explica Alberto Sotillos, director de la consultora Mr President.

El cisma dramático entre las dos comenzó tras la marcha de Iglesias y el nombramiento de Yolanda como líder

El tono de Iglesias

Muchos expertos coinciden en que antes de la marcha de Pablo Iglesias, la forma de hacer política de "Él" marcaba el tono agresivo y enfadado que ha caracterizado hasta ahora a Irene Montero, la mejor alumna de esta escuela, y de Unidas Podemos en general.

"En la izquierda se va imponiendo la sensación de que han estado mucho tiempo enfadados. Y puede ser que motu proprio o sus asesores le hayan comentado a Irene que no puede ser que mantenga siempre ese discurso de regañina al votante. Es evidente que el tono de Yolanda lo evidencia más y ha demostrado que se puede hacer política dura sin tener que estar cabreada", añade el politólogo.

Irene Montero y Pablo Iglesias

Irene Montero y Pablo Iglesias

Pero Yolanda Díaz no sólo no quiere aparecer unida a Podemos por ninguna costura sino que "la ministra comunista" ni siquiera quiere que se la relacione con el espacio que habría a la izquierda del PSOE, reivindicado desde sus orígenes por las confluencias de la formación morada.

Aunque la responsable de Trabajo aún no ha desvelado todos los detalles de su nueva plataforma, que echará a andar después de Navidades, ella sí sabe que tiene el tiempo justo para jugársela fuerte con la reforma laboral que tiene que salir adelante antes del 31 de diciembre, según los plazos que marca la Unión Europea. De hecho, este es el tema que mantiene aún la sonrisa de Irene Montero por si a su pluscuamperfecta hermana no le sale todo como quisiera.

"Al principio se veía a Irene bastante agresiva y nada conforme con las pautas que daba Yolanda sobre la reforma laboral. No estaba de acuerdo con la táctica de la ministra de Trabajo. Pero los datos están a favor de Yolanda y ha visto que su liderazgo y su estilo están bien valorados así que ha decidido modificar el lenguaje. No se la ve con la misma dureza y, de cara al público, representa un mayor apoyo a Yolanda. Incluso ha asumido el estilo de la vicepresidenta que es muchísimo menos agresivo que el que tenía en su inicio Pablo Iglesias", advierte Guadalupe Talavera, consultora política en Dialoga Consultores.

Ione Belarra e Irene Montero.

Ione Belarra e Irene Montero. E.E.

Las dos 'Íes' de Podemos

La verdad es que, como reconocen fuentes próximas al partido, después de meses de reajustes, las dos Íes (Irene e Ione Belarra) han aceptado el punto que impone Yolanda pero a regañadientes y en vistas de que la gran guerra está por venir. Ambas ministras llegaron juntas a la política y, si no cambian las cosas, ambas pueden acabar pagando la factura del desgaste de su formación si Yolanda Díaz decide, finalmente, que llevar rostros tan quemados en sus listas puede ser más un lastre que una ayuda.

Mientras, Irene e Ione tratan de no desentonar ni en el fondo ni en la forma con la nueva música. Si Irene Montero ha suavizado su tono y su estilo, Ione Belarra acabó participando en la III Asamblea de Catalunya en Comú, celebrada en Barcelona el pasado 21 de noviembre, (otro acto de alabanzas a Yolanda) aunque fuera por videoconferencia y con un mensaje grabado.

"Si Yolanda habla de consenso, no se puede presentar con Irene llamando casta a medio mundo"

"Si Irene va a tener que llegar tácticamente a un acuerdo en el futuro necesita estar más acorde a lo que Yolanda pedirá. La vicepresidenta no hará una plataforma abierta con tonos contradictorios con el que ella lleva. Si habla de consenso y acuerdos no se puede presentar con Irene Montero llamando casta a medio mundo. Al final para ser visible en ese nuevo proyecto tiene que mostrar que encaja y su capacidad de ser parte de él. Si eres rupturista, pues lógicamente te estás excluyendo de entrada", advierte Sotillos.

Su aspecto

Eso sí, Irene Montero, que ha criticado en privado muchas veces la frivolidad en la forma de hacer política, casi sin mirar a nadie, parece haber entendido en los últimos meses que es mejor limar ciertas formas, rebajar la agresividad de sus declaraciones y adoptar un estilo Yolanda aunque tamizado por su historia política y apartar así un poco el foco que hay sobre ella mientras trata de agrandar la sonrisa.

Irene Montero, en el acto de presentación del Orgullo en junio.

Irene Montero, en el acto de presentación del Orgullo en junio. Efe

"Aunque Irene ha intentado tener un perfil propio es verdad que las maneras, el tono, la forma y algunos discursos eran muy parecidos a los de Iglesias. Ese tono que imponía el líder del partido se tiende a copiar. Pero una vez que el liderazgo "desparece", se corta la melena, y es más reflexivo, permite a Irene estar más relajada o intentar nuevas cosas, probar un tono diferente", apunta Sotillos.

En el cambio de postura entra en juego también una imagen más suavizada con trajes de chaqueta, camisas, pantalones conjuntados, vestidos... y en las últimas apariciones, ha querido aparecer con el pelo recogido y una cara más despejada, o si no, una melena alisada, un poco más trabajada, pero sin perder su esencia: la naturalidad elegante sin llegar a la sofisticación.

"Ella no busca estar sofisticada, al revés es fiel a su imagen muy natural. Se ha cortado el pelo, las puntas más redondeadas, pero no es un cambio de estilo de diseño. Los recogidos se los hace ella. Es verdad que antes se hacía la coleta y ahora se hace unos recogidos con trenzas, pero siempre es fiel a su imagen de un pelo que se hace ella", explica María Baras, directora del famoso salón madrileño Cheska.

La voz

Sin embargo, es en la voz y en su gestualidad donde más se ha notado el efecto Yolanda. Para muestra, muchos señalan su última intervención en televisión española por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el pasado 25 de noviembre. Si se compara con la del año pasado, en Las cosas claras, ese mismo día, el discurso sigue siendo el mismo, pero la voz y su gestualidad son muy diferentes.

Entrevista a Irene Montero en la televisión pública

Entrevista a Irene Montero en el programa de Jesús Cintora 'Las cosas claras' de TVE

"En el primer vídeo está como más acelerada, respira más frecuentemente, el habla es más rápida y más aguda. En el segundo está más pausada y respira con más tranquilidad. Es como que el año pasado se quería transmitir indignación y en este tiene un tono como de condescendencia", aclara Pilar Lirio, directora del Instituto Español de la Voz tras analizar las dos intervenciones.

Si bien es cierto que cuando habla de violencia de género en ambos casos tiene una aceleración parecida, el tema lo requiere, cuando se le pregunta por otros asuntos, Irene Montero es capaz de calmar la velocidad con la que habla hasta las 5 sílabas por segundo, todo un récord para quien solía meter 7 u 8 sílabas por segundo en sus buenos tiempos, un ritmo parecido al del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, según un estudio de la Universidad de Córdoba. Yolanda Díaz no pasa de las cuatro sílabas por segundo, más o menos, una gran diferencia de discurso entre ambas políticas.

Excluida

Irene Montero puede ahora incluso no perder los nervios ni sacar la artillería dialéctica más pesada cuando le preguntan por el principal gesto de aislamiento que Yolanda Díaz ha hecho con Podemos y con ella en especial: no invitar a ninguna de las líderes o portavoces de la formación morada al acto de Valencia con Ada Colau, Mónica Oltra, Mónica García y Fátima Hamed bajo el lema "Otras Políticas" que se celebró el pasado 13 de noviembre.

"No voy a entrar en esa cizaña, en ese mal rollo. Creo que todo el mundo sabe que Yolanda puede ser la próxima presidenta de nuestro país. Cuenta con todo nuestro apoyo. Cuenta con nuestro respaldo. Cuenta con nuestro trabajo, el de la ministra Belarra, que además es la secretaria de Podemos, y el mío como ministra de Igualdad, y ahí vamos a estar sumando", responde ante esta cuestión en TVE con términos cuquis como "cizaña" o "malos rollos" sin perder la sonrisa que ahora le acompaña siempre.

Ni una mala palabra. Ni fruncir el ceño ni apretar los labios como cuando se le enciende la vena rebelde. (¡Ahí sí se parece un poco a la hermana pluscuamperfecta!)

Pero ¿será verdad eso de que aunque Irene Montero se vista de seda, Irene Montero se queda? ¿O el cambio puede resultarle exitoso a la ministra de Igualdad?

"El problema es que Irene Montero forma parte de la historia anterior de Unidas Podemos por más que intente cambiar. Ella puede servir de apoyo pero su figura está totalmente ligada a la de Pablo Iglesias y es difícil romper eso. Sería muy complicado diseñar una nueva estrategia de imagen para ella. Necesitaría mucho tiempo y con una nueva imagen totalmente diferente a la de Pablo Iglesias que está conformada por Yolanda. A Irene le supondría mucho trabajo entrar en esas nuevas dinámicas", añade la analista Guadalupe Talavera.

Irene Montero, en un acto en Moncloa.

Irene Montero, en un acto en Moncloa. Efe

Liderazgo ¿femenino?

Así que se avecinan tiempos convulsos para la sonrisa de Irene Montero y hasta para la de Yolanda Díaz, según se desprende de sus últimas declaraciones. La confluencia de ambas puede acabar en una guerra donde, por ahora, la que más tiene que perder es la pequeña rebelde, según los analistas.

"No me gusta que me etiqueten a la izquierda del PSOE. Yo no quiero estar a la izquierda del PSOE. Le regalo al PSOE esa esquinita", dejó claro la vicepresidenta del gobierno el pasado jueves rompiendo cualquier vínculo que buscara siquiera encajonarla. Y es que, para las pretensiones de Yolanda Díaz, ese espacio (69 diputados en el mejor resultado de Unidas Podemos) es "muy pequeño, muy marginal" y no cabe todo lo que ella quiere para España. Quien sabe si lo que no cabe en realidad es la propia Irene Montero.

En la entrevista en La Cafetera, la ministra de Trabajo dio el primer paso para marcar posiciones e Irene Montero tiene que buscar acomodo si quiere sobrevivir en un molde que habla de "consenso", "transversalidad" y "proceso de escucha" con "la sociedad española" que no se adapta tan bien a su figura como a la de Díaz.

"Irene puede servir de apoyo pero su figura está ligada a la de Pablo Iglesias y es difícil romper eso"

"Irene Montero estará ahí porque sigue siendo ministra y tiene una cuota interna de poder dentro de Unidas Podemos, pero si Yolanda decide presentarse con una nueva marca [como ella misma ha anunciado] Irene Montero sería, a mi modo de ver, un recuerdo de los fracasos de Podemos y no creo que pueda beneficiar a la estrategia electoral de la nueva plataforma", concluye la consultora de Dialoga Consultores.

Sólo le vale hacer poco ruido y tratar de que no se rompan muchas nueces, puesto que ni siquiera la apuesta por el liderazgo femenino ayuda a Montero a asegurarse un puesto en la nueva plataforma de Yolanda Díaz, en la nueva apuesta de una izquierda "transversal".

"No creo que haya una diferencia de liderazgo más asignada a roles femeninos que a masculinos. Es verdad que la figura de Pablo Iglesias siempre ha estado alrededor de Irene, pero en ningún momento ella ha asumido roles de género masculino para mantenerse dentro del poder. Todo el mundo observa a Yolanda como una líder que favorece el consenso, pausada y nada revolucionaria a pesar de su historia como miembro del Partido Comunista, pero que alguien sea más sosegado no es exclusivo del liderazgo femenino. Su discurso tiene más que ver con más participación de la mujer en cuotas de poder", aclara Talavera.

Y si hablamos de participación de mujeres en el futuro proyecto, Yolanda Díaz, como ha demostrado con actos como el de Valencia, está más que servida y no ha quedado muy claro que quiera cargar con su pequeña rebelde, al menos por ahora. Los tiempos y las negociaciones van a ser duros, pero mientras tanto, los expertos coinciden en que a Irene Montero más le vale seguir con guante de seda si quiere tener voz, y voto, en la nueva plataforma de izquierdas. Ella y sus asesores lo saben.

Errejon, Montero e Iglesias, en un congreso de Podemos.

Errejon, Montero e Iglesias, en un congreso de Podemos.

Las listas, las siglas

Las listas en todos los partidos siempre desencadenan una guerra de guerrillas que, en los partidos de izquierdas, suelen celebrarse más en los medios de comunicación que en las sedes. Familias, egos, allegados, favores debidos, apoyos desde el principio de los tiempos, cargos orgánicos... todo vale para poder colocarse en un buen puesto de salida que garantice el sillón. Pero en el caso de Unidas Podemos, aún hay una variante que complica más la cosa: las confluencias y su peso dentro de la coalición.

Este año, si Yolanda tal y como ha anunciado presenta su plataforma de izquierdas después de Navidades ajena a siglas como Unidas Podemos, Podemos o Más País, el embudo para conseguir un puesto va a tener sólo un desatascador: la propia Yolanda Díaz, que elegirá con quién quiere vivir esta aventura. Y eso lo saben ya Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.

La cúpula de Unidas Podemos tiene claro que sus siglas están tan desgastadas que lo normal es que se caigan del cartel de la ministra de Trabajo. Y la incógnita es quién va a ser repescado por Yolanda y en qué posición. De hecho, ya se habla de que Errejón podría ir de número 2 por Madrid, si acepta entrar en la plataforma como le pide Mónica García, e Irene Montero tendría que aspirar, como mucho, al número 3 y a asumir la humillación de tener a Íñigo por delante. La lucha está garantizada.

"Unidas Podemos es una marca personalizada por Pablo Iglesias e Irene Montero y todos los aciertos y fracasos que cometieron han afectado mucho a su relevancia. Yolanda ha abierto una ventana de oportunidad, con un liderazgo bien valorado. Al final, en el partido se han dado por vencidos y han decidido que lo mejor es Yolanda. Han aceptado que sea la nueva imagen para hacer borrón y cuenta nueva", aclara la consultora Guadalupe Talavera.

¿Hasta cuándo durará esta pax social?