Ione Belarra llama "genocidas" a los israelíes, Irene Montero les acusa de violar el derecho internacional, y el Gobierno de Israel, haciendo un gran esfuerzo de comprensión, entiende que la postura oficial de España es la de su presidente y no la de algunos de sus ministros.

Se lo alabo. Porque a mí me cuesta entender que los ministros sean parte del Gobierno, pero no sean el Gobierno. O vamos hacia una forma de presidencialismo desconocida o hay algo que no encaja.

Las voces discordantes con Hamás me hacen ver que entre las grietas del proyecto de Pedro Sánchez se cuela la oscuridad. A mí me cuesta formarme una opinión global del conflicto. Entiendo la dificultad. Por eso sólo le pido al Gobierno que su posición no sea equívoca.

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, junto con Isa Serra en una manifestación en contra de Israel.

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, junto con Isa Serra en una manifestación en contra de Israel.

No es fácil dilucidar hasta qué punto hay que intervenir en Gaza. Son líneas difusas que se mueven al paso de las circunstancias. Tampoco es fácil formarse una opinión cuando se desconocen los detalles de la situación. ¿Dónde están ubicados los depósitos de armas subterráneos y los refugios de los terroristas, y adónde conducen los cientos de túneles excavados bajo la ciudad?

Si no lo sabemos, no podemos saber dónde y cuándo debería pararse el ataque.

Un Estado tiene derecho a eliminar la amenaza que cae sobre él, más aún después de haber sido víctima de un atentado terrorista como el del 7 de octubre. No es un ataque preventivo por parte del Estado de Israel. Es un acto de legítima defensa. 

Es bueno no albergar en el corazón el deseo de venganza y es justo exigírselo a los demás. Que la venganza no anime nuestras acciones.

¿Pero cómo se pueden fijar los límites si se niega lo más obvio?

Hay algunos aspectos que son fáciles de distinguir. Si cualquier argumentación en torno a la guerra de Israel no parte de los hechos del 7 de octubre y de su brutalidad, el resto da igual. Pero un sector del Gobierno en funciones no lo tiene claro y aplica sus análisis de bisturí, haciendo distinciones dentro de las distinciones, para terminar equiparando refugiados, terroristas y víctimas.

Y así nos encontramos con que nuestro presidente condena a Hamás mientras algunas de nuestras ministras lo justifican. El presidente pide a Israel que utilice también el bisturí y distinga dentro de la distinción, y que entienda que Ione Belarra, Yolanda Díaz o Irene Montero, son ministras, pero que no son "el Gobierno".

Me cuesta afinar tanto y distinguir entre las personas que son parte del Gobierno, pero que no son el Gobierno. Y como no sé cuándo un ministro habla en su nombre, o en nombre del Estado al que representa, propongo, o bien un Gobierno uniministerial presidido por Pedro Sánchez, o que dejen de ser ministros los que no pueden representar al Estado.

Una de dos.

Conviene señalar el principio de que la responsabilidad de tener a ciertas personas en el Gobierno, y de lo que dicen, es del presidente del Gobierno. No vaya a ser que la culpa acabe siendo nuestra por no entender tanto matiz.