Sinceramente, no tengo la más mínima idea de cómo explicar "¿Por qué EL ESPAÑOL?".

Me gustaría expresarme con la locuacidad y la mordiente de Lorena G. Maldonado. Me gustaría tener la fluidez narrativa de Dani Ramírez para contar historias. Me encantaría lograr alguna vez la capacidad analítica de Cristian Campos para extraer conclusiones. O acercarme mínimamente al conocimiento político de Fernando Garea, que muchas veces nos abre los ojos sobre lo necesario de la pluralidad.

Sería maravilloso tener la precisión en el dato de Charo Izquierdo y el tono personal de Ana Núñez-Milara, eso que llaman la 'huella dactilar' del escritor. Me 'putofliparía' como dice él mismo a sus cuarenta y diez, estar tan enamorado de esta profesión como lo está Alberto Prieto. Obviamente, sería glorioso si pudiera moverme en la zona gris de la sociedad como lo hace Jorge Calabrés para servirles casi una exclusiva diaria, lo que da mejor media que los 0,76 goles por partido de Cristiano Ronaldo.

Y por supuesto mi cabeza explotaría si tuviera el amor por esta empresa -perdón, por esta casa- que destila nuestra vicepresidenta, Cruz Sánchez de Lara, en su columna de esta serie.

Reunir todos esos dones en uno solo, como en las películas de superhéroes, me convertiría en un titán del periodismo, pero en EL ESPAÑOL ya tenemos a Pedro J. Ramírez, así que me conformo con lo que tengo, que no es mucho pero no está mal, y me enfrento con mis escasas armas a la tarea que nos ha traído aquí.

Siguiendo con la metáfora futbolera, podría decirse que soy el técnico interino de EL ESPAÑOL. Llevo en la casa desde el día uno. Hoy piso con soltura los despachos, pero resumamos mi trayectoria anterior en que fui cocinero antes que fraile. Es decir, pasé por todas las plantas y por todos los puestos; serví a todos los mandos y de todos ellos aprendí y sigo aprendiendo.

He aprendido que discutir es la clave. A diferencia de los que imparten doctrina, en EL ESPAÑOL se debate cada enfoque, cada titular. A veces pareciera que nos va la vida en cada noticia, pero soy incapaz de encontrar mejor forma de informar que dejarme las meninges discutiendo con PJ en cada reunión por lo que considero el enfoque bueno. Y les aseguro que eso pasa con cada tema de nacional que publicamos, con la mayoría de los de Invertia y una enorme cantidad de las secciones de internacional y reportajes. Cada reunión. Cada día.

He aprendido de Miguel Ángel Mellado lo necesaria que es la creatividad, lo diferencial en cada información. Pero sobre todo he descubierto que no sirve de nada sin método. Él hoy dirige nuestro Máster de Periodismo en la Universidad Camilo José Cela y no se me ocurre nadie mejor para enseñar a las nuevas generaciones.

He aprendido de Fernando Baeta a jerarquizar, a priorizar, a ordenar, a coordinar, a gestionar... todo a mil por hora, con las pulsaciones saliéndose de la tabla sin perder la calma ni la compostura. También he aprendido de él lo importante que es cuidar a las personas. No a los periodistas, no. A las personas. Probablemente nunca me acercaré a su maestría, pero la procesión va por dentro.

He aprendido de Mamen Vázquez, nuestra directora general, que la mesura es fundamental en una empresa. Ella pone la pausa, intenta sosegar la locura que es el día a día de un periódico, aporta razón cuando los demás nos obcecamos. No sé si es consciente de que nos hace (mucho) mejores, pero aquí lo dejo por si nadie se lo ha dicho antes.

He aprendido de Vicente Ferrer, de Arturo Criado, de Quique Lavilla, de Carmen Serna...

He aprendido de Cruz lo que es la profesionalidad, el compromiso y lo necesario del sacrificio para que la rueda siga girando.

Y sobre todo he aprendido y aprendo cada segundo de Pedro J. Cada reunión es un máster, cada día una batalla. Dice mi admirado Agustín Pery, hoy en otra trinchera, que "Nunca hubo capitán con mejor tripulación" y en el caso de PJ es cierto, pero la tripulación de EL ESPAÑOL no puede tener queja del capitán. El director está a primera hora, a mediodía, en las reuniones, está al teléfono, está en los eventos, está en cada toma de decisión, está con la redacción, está con publicidad, está con Mamén, está conmigo, está con todos, está por la tarde, por la noche...

Creo que su frase favorita es "hasta las 07.00 de la mañana hay tiempo". Así que a veces creo que no duerme ni hace otra cosa que no sea respirar periodismo. Pero he aquí la respuesta a "¿Por qué EL ESPAÑOL?".

La dedicación, el entusiasmo, el compromiso, la responsabilidad del director es la de todos nosotros con el diario. La que transmitimos de arriba hacia abajo, la que queremos enseñar, la que queremos que 'usted, querido lector' perciba cada vez que entre en nuestro periódico.

No sé si somos regulares, buenos, muy buenos o buenísimos, pero sí sé que he trabajado en otros medios, que muchos de mis compañeros han trabajado en otros periódicos y que lo que hoy les he relatado aquí no lo tiene ninguno. Sólo EL ESPAÑOL.