La democracia es pluralidad. Esa pluralidad debe producirse en un clima de libertad. Y el doble objetivo de esa pluralidad es el control del poder y que los ciudadanos tengan suficiente información para poder formar su opinión.
Es esencial para ello la existencia de medios de comunicación que informen desde distintas posiciones y con distintas miradas.
EL ESPAÑOL aporta una mirada de la realidad muy diferente a la de otros medios y, a su vez, cada uno contribuye a esa pluralidad y, por tanto, al ejercicio de la democracia. No sobra ninguno.
Hay que exigirles a todos los medios, y a los que los hacemos, el cumplimiento de las obligaciones de veracidad y de profesionalidad, con contraste de fuentes, para lograr credibilidad. Es decir, la asunción de la responsabilidad que supone el ejercicio del periodismo.
Y en eso debemos estar todos los periodistas, cada uno desde su cometido, desde cada uno de los párrafos o titulares de nuestros textos. Los lectores exigen y se involucran con sus suscripciones.
Así es, especialmente, en un clima de polarización en el que impera la mirada del blanco o del negro, sin matices ni contrastes. Hacen falta medios que aporten miradas de otros colores, precisamente porque lo que está en peligro es el contraste de ideas, la tolerancia y la capacidad para convencer y, a su vez, la disposición de cada uno a ser convencido con argumentos inicialmente alejados.
Entre grandes grupos alineados caben medios de otros colores y miradas.
Y ese contraste de pareceres está en peligro, porque detrás de la polarización, como una de las causas de su generalización, están los algoritmos que empobrecen el debate público. Dificulta el acceso a opiniones diferentes.
Los periodistas somos juzgados cada día, porque cada día estamos en el escaparate, antes en el quiosco y ahora en Internet y las cifras de los sistemas de medición aceptadas por todos los medios han otorgado una magnífica nota a EL ESPAÑOL en los últimos años.
Por todo ello, es esencial extender la cultura democrática frente al sectarismo y el empobrecimiento del debate público. Como parte del ejercicio de ese pluralismo esencial está EL ESPAÑOL, con su mirada particular de la realidad.
