Elon Musk junto con su robot Optimus y su robotaxi Cybercab.

Elon Musk junto con su robot Optimus y su robotaxi Cybercab. Reuters | E.E. | ChatGPT

Tecnología

De una red de taxis autónomos a un 'ejército' de robots: los retos tecnológicos de Elon Musk para cobrar el 'superbonus' de Tesla

Para poder cobrar íntegramente el incentivo aprobado por los accionistas de Tesla tendrá que fabricar 20 millones de coches y un millón de robots al año.

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Elon Musk lo ha vuelto a hacer. Bajo el nada irónico lema 'abundancia sostenible', los accionistas de Tesla han aprobado este miércoles un nuevo y estratosférico paquete de compensación para el magnate tecnológico, valorado en una cifra récord cercana al billón de dólares. Si ya era el hombre más rico del mundo, esto le permitirá mirar a Larry Ellison, Bill Gates, Zuckerberg y compañía por el retrovisor de su Tesla.

Esta descomunal suma de dinero, sin embargo, no es un salario ni un cheque en blanco; es un incentivo condicionado a que Musk cumpla una serie de objetivos extremadamente ambiciosos durante la próxima década.

Además de multiplicar ¡por 24! los beneficios actuales de la compañía, tendrá que fabricar 20 millones de vehículos eléctricos anuales, desplegar una red de un millón de robotaxis y fabricar un ejército de un millón de robots Optimus con IA avanzada.

Elon Musk en la reunión con los accionistas de Tesla, con un robot Optimus a su derecha

Elon Musk en la reunión con los accionistas de Tesla, con un robot Optimus a su derecha Tesla Omicrono

Más del 75% del accionariado de Tesla suscribió la propuesta, respaldando la visión de Musk de transformar la empresa en un gigante de la inteligencia artificial y la robótica. A pesar de la oposición de algunos accionistas institucionales clave, como el fondo soberano de Noruega, la aprobación evita la posible dimisión de Musk, el gran temor de los principales inversores de la compañía.

Musk ha sido claro tras conocer la noticia: el valor futuro de Tesla no reside tanto en vender más Model Y, sino en resolver problemas tecnológicos que hasta ahora pertenecían al ámbito de la ciencia ficción. Como ha dicho en su red social, X, "es la hora de sacar un montón de conejos de la chistera".

No le queda otra que emular a Juan Tamariz (toque de violín invisible incluido) si quiere tener éxito con esta hoja de ruta extremadamente compleja, a la medida de la megalomanía de un tipo que lleva décadas haciendo promesas aparentemente imposibles... y cumpliéndolas en algunos casos, sobre todo con SpaceX, su compañía aeroespacial.

Gigafábricas y conducción autónoma

Tesla se fundó como una compañía centrada únicamente en diseñar, desarrollar y fabricar coches eléctricos. Aunque ahora produzca baterías, paneles solares y hasta robots, ese sigue siendo el núcleo central de su negocio, en el que todavía le quedan por cumplir algunos de los ambiciosos futuros planteados por Elon Musk.

En un mercado tan disputado, sobre todo después de la irrupción de fabricantes chinos como BYD o Xiaomi, y el desplome de las ventas de Tesla en Europa provocado, entre otras cosas, por las veleidades políticas de Musk, no será fácil cumplir con la promesa de la que depende en gran medida el bonus del billón de dólares.

El primer gran desafío logístico es fabricar 20 millones de vehículos eléctricos al año, teniendo en cuenta que en 2025 la producción está en torno a los 2 millones de coches. Las seis gigafábricas de Tesla están trabajando a pleno rendimiento, pero la propuesta en México de momento está parada y la promesa de otra en Cheste (Valencia) está en punto muerto y parece cada vez más lejana.

Una persona soltando el volante en un Tesla.

Una persona soltando el volante en un Tesla.

Más allá de la fabricación, el otro punto importante es la mejora del sistema FSD (full sell driving) para acercarse a la autonomía total de conducción sin supervisión.

Sin embargo, conducir un Tesla aún requiere intervención humana y la fiabilidad del sistema dista de ser perfecta en escenarios complejos, especialmente ante situaciones imprevistas o cuando el clima es adverso.​

Para llegar al FSD prometido por Musk desde hace años, Tesla tiene pendiente perfeccionar el reconocimiento y la predicción del entorno para garantizar mayor seguridad. El entrenamiento de IA y el desarrollo continuo de hardware (nuevas cámaras, sensores, procesadores...) son imprescindibles.

Y relacionado con esto, el gran escollo serán las regulaciones internacionales, ya que el despliegue masivo exige adaptar el FSD a leyes locales, superar homologaciones y garantizar privacidad y protección frente a ciberataques en millones de vehículos conectados, especialmente en mercados tan exigentes como Europa o China.​

Una gigantesca red robotaxis

En octubre del 2024, Elon Musk presentó su polémico robotaxi (Cybercab), un servicio que promete transportar a las personas al estilo VTC, pero sin conductor. Sus grandes rivales, Waymo, Baidu o la propia Uber, van por delante en cuanto a las flotas ya activas y acuerdos para empezar pruebas en países como Alemania.

Desde junio de este mismo año, los primeros robotaxis de Tesla (aunque son Model Y, no Cybercabs) empezaron una fase de pruebas en Austin, Texas. Y aunque el despliegue es muy limitado, con tan sólo 10 vehículos sin conductor, está siendo un desastre: los coches han sufrido diversos incidentes, hasta el punto de que las autoridades locales han abierto una investigación.

Robotaxi y robovan Evento Tesla

Los vídeos en redes mostrando a los robotaxis rebasando los límites de velocidad o circulando en dirección contraria han llamado la atención de la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de EEUU (NHTSA, por sus siglas en inglés), la DGT estadounidense, y no se descarta que cancelen estas pruebas o impongan futuras sanciones a la compañía. Pero eso no frena los planes de Musk.

Según lo anunciado por el propio magnate durante la cita con los accionistas de Tesla, la compañía comenzaría a producir su Cybercab en masa en abril de 2026. De momento, sin volante ni pedales, ya que la idea es que el vehículo sea totalmente autónomo. Sin embargo, directivos de Tesla han explicado que harán modificaciones en el diseño si así lo requieren las legislaciones locales.

De nuevo, el gran reto, aparte de escalar la fabricación, es la mejora del software FSD y las barreras regulatorias, que en este caso pueden ser aún más estrictas. Sin la confianza pública y la aprobación de las autoridades tanto en EEUU como en Europa y Asia, el despliegue masivo de robotaxis de Tesla será inviable.

Un 'ejército' de robots humanoides

"Optimus acabará con la pobreza. Optimus proporcionará a las personas una atención médica increíble. Optimus acabará siendo mejor que el mejor cirujano humano, con un nivel de precisión imposible de alcanzar, que va más allá de lo humano". Son palabras del propio Musk durante la junta de accionistas que tuvo lugar en la Gigafabrica de Tesla en Austin, en referencia a su robot humanoide.

De hecho, el magnate también considera que una de las razones por las que era imprescindible que siguiera al frente de la empresa radica en su objetivo de construir un "enorme ejército robótico", siempre bajo su control. "No me siento cómodo construyendo ese ejército de robots si no tengo al menos una fuerte influencia", explicó.

De momento, además de acciones publicitarias en el estreno de películas como Tron Ares con robots teleoperados (es decir, con un operador humano controlando sus movimientos), en lo que se está centrando Musk es en poner las bases para cumplir con la producción de 1 millón de robots Optimus al año, ampliando las líneas de producción en la fábrica de Fremont (California).

El robot humanoide Optimus de Tesla.

El robot humanoide Optimus de Tesla. Reuters Omicrono

A pesar de las promesas y deseos del empresario, quedan muchos retos tecnológicos por delante para hacer realidad su augurio de que los robots "superarán la población humana para 2040". La versión V3 de Optmius sigue retrasándose y uno de los problemas más difíciles de resolver es el diseño y funcionalidad de las manos.

La movilidad, fuerza y precisión de los dedos no son suficientes y han obligado a Tesla a detener temporalmente la producción de Optimus para rediseñar su arquitectura mecánica. Sin manos plenamente operativas, la utilidad real del robot será muy limitada, tanto en tareas domésticas como industriales.

En cuanto al entrenamiento para que estos dispositivos puedan integrarse en procesos de producción o convertirse en mayordomos a nuestras órdenes, Tesla tiene ventaja gracias a la cantidad de datos provenientes de las cámaras de los coches. Aún así, según varios expertos, faltan todavía muchos años para que la demanda sea real y los robots humanoides sean 100% seguros y operativos en distintos entornos.

Pese a todo, Musk confía tanto en el éxito del robot humanoide que ha llegado a asegurar que el 80% del valor de Tesla a largo plazo estará relacionado con Optimus, que pasará a ser el activo principal de la empresa norteamericana.

La infraestructura de IA

Todos los planes de Tesla, tanto con sus vehículos como con los robots Optimus, pasan por la inteligencia artificial. Y en eso están trabajando, construyendo y desplegado centros de datos propios enfocados en el entrenamiento masivo de IA, que serán cruciales para alimentar y mejorar sus sistemas de conducción autónoma, la gestión avanzada de flotas robotaxi y el desarrollo del robot Optimus.

Uno de los proyectos más avanzados en ese sentido era el superordenador Dojo, diseñado para procesar enormes volúmenes de datos recopilados por toda la flota global de Tesla. Sin embargo, el proyecto para entrenar las redes neuronales de conducción autónoma parece abandonado definitivamente con la salida el pasado agosto de Peter Bannon, que estaba al frente de la iniciativa.

A pesar de los avances en chips de IA como los Tesla AI5 y AI6, fabricados por TSMC y Samsung, el gran reto técnico es el de la escalabilidad para llegar a las colosales cifras prometidas en la carta a los accionistas. Para lograrlo, Tesla debe incrementar varias veces la capacidad computacional y el almacenamiento para manejar exabytes de datos generados por millones de vehículos y robots conectados.

Expandir, diseñar y mantener centros de datos energéticamente eficientes y con la potencia necesaria requiere innovaciones tanto en arquitectura de servidores como en sistemas de refrigeración y suministro energético. Por eso no extraña que Musk se haya unido a la creciente apuesta de tecnológicas como Nvidia y Google por construir centros de datos en el espacio, más aún teniendo en cuenta las facilidades que tiene el hecho de ser el dueño de SpaceX.

La latencia y la conectividad representan otro desafío crítico. Una infraestructura verdaderamente global exige centros de datos distribuidos, que garanticen la sincronización casi instantánea de datos y modelos de IA entre continentes, minimizando los retardos y asegurando redundancia y fiabilidad ante caídas o ciberataques.

Starlink puede jugar un papel crucial en ese sentido, pero tener solo 10 años como margen lo hace prácticamente imposible, aunque seas el hombre más rico del mundo y veas a todos los demás por el retrovisor de tu Tesla.