Hoy os traemos a la sección de leyendas de la astronomía una bonita historia sobre una constelación que realmente no se encuentra entre las más conocidas del globo celeste.

Se trata de Coma Berenices o, lo que es lo mismo, “cabellera de Berenice” y, como su propio nombre indica, hace referencia al hermoso pelo de Berenice, la esposa de Ptolomeo III, rey de Egipto.

En este caso el mito se entrelaza con la historia real, dotando a la leyenda de un matiz distinto a las anteriores, que la hace, si cabe, aún más interesante. Pero, para comenzar, veamos quiénes fueron Ptolomeo III y su esposa Berenice.

La historia de Ptolomeo III y Berenice

ptolomeo y berenice

Ptolomeo III, conocido como el benefactor, fue el tercer faraón egipcio de la dinastía ptolemaica, reinando de los años 246 a 222 a.C.

Su reino fue aún más extenso que el de los anteriores, pues contrajo matrimonio con Berenice de Cirene, entonces soberana de Libia, uniendo con ello ambos territorios.

Poco después de su casamiento el faraón tuvo que marchar a Siria con el fin luchar contra el rey Seleuco II y vengar las muertes de su hermana y su sobrino.

Durante su ausencia, Berenice vivía con el corazón en un puño, pues no tenía constancia de las victorias de su marido, por lo que decidió acudir al templo de Afrodita y prometerle que si traía sano y salvo a Ptolomeo ella se cortaría su cabellera, cuya hermosura era comentada por todo el mundo.

Y fue dicho y hecho, pues el mismo día que su esposo regresó de la batalla, la reina no dudó en hacer la ofrenda, cortándose el pelo y depositándolo en el templo de la diosa.

¿Cómo llegó la cabellera al firmamento para dar lugar a Coma Berenices?

cabellera

La misma noche que Berenice realizó la ofrenda, se supo que la cabellera había sido robada del templo. Los rumores apuntaban a un sacerdote adorador de dioses egipcios, que estalló preso de la ira porque la reina orase a una diosa griega, pero no había pruebas de que fuese él y los soberanos estaban enfurecidos por lo sucedido.

Por suerte, el astrónomo Conón de Samos supo calmarles, indicándoles que un conjunto de estrellas en forma de cabellera había aparecido esa misma noche en el firmamento, por lo que lo más probable era que la propia Afrodita hubiese elevado la ofrenda de Berenice hasta allí.

Esto calmó los ánimos de los reyes y dio paso a la leyenda de Coma Berenices, despertando la creatividad de poetas y pintores, que desde entonces dedicaron algunas de sus obras a esta constelación.

Nadie como un astrónomo para calmar las aguas cuando se avecina un enfrentamiento, ¿verdad?