Una propuesta que ha llegado al Parlamento Europeo haría que los robots fuesen considerados personas electrónicas, con todo lo que ello conlleva.

Ya podemos decir con seguridad que estamos en los primeros años de una revolución robótica, que continuará durante varias décadas.

Si bien hasta ahora los robots sólo eran herramientas para automatizar tareas, poco a poco están evolucionando tanto que parece claro que no podremos seguir tratándolos de la misma manera. No digo que los robots se vuelvan humanos, pero sí que las cosas van a cambiar mucho en esta generación.

El problema de los robots en la sociedad

¿Deberíamos prepararnos ya para el cambio? Una propuesta que llegó al Parlamento Europeo el pasado 31 de mayo dice que sí, que deberíamos replantearnos seriamente el papel que tienen los robots en nuestra sociedad, y cómo vamos a adaptarnos a ello.

En concreto, uno de los miedos, compartido por mucha gente, es que los robots vayan a quitarnos nuestro trabajo, algo comprensible teniendo en cuenta que hemos visto de primera mano cómo los robots industriales han provocado innumerables despidos.

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Cuando esos robots sean capaces de realizar tareas más complejas, como atendernos en un restaurante, transportar nuestros bienes o escribir artículos en una web, ¿qué pasará con todas esas personas que viven hoy de eso? Y, ¿es que los robots no son nada más que mano de obra barata?

El impacto en el empleo, la desigualdad y la seguridad social puede ser muy grande si la tecnología baja lo suficiente de precio y hay barra libre para instalar un robot en todos sitios. Al menos esa es la visión que ofrece la propuesta, que presenta la necesidad de implementar un marco legal que evite esos problemas.

Por qué los robots deberían ser personas electrónicas

En un principio este nuevo marco legal sólo afectaría a los robots más avanzados, con capacidades autónomas, e implicaría la creación de un nuevo estatus en la sociedad, el de “persona electrónica”, que conllevaría sus propios derechos y obligaciones.

No, los parlamentarios europeos no están considerando seriamente que un robot puede ser lo mismo que una persona. Cuando digo “obligaciones” en realidad quiero decir “obligaciones para su propietario”; por ejemplo, las compañías tendrían que declarar la cantidad de dinero que se ahorran al cambiar personas por robots en sus puestos de trabajo, y una agencia europea se encargaría de regular aspectos técnicos y éticos.

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Además, estos robots estarían registrados en una especie de seguridad social, que contaría con sus propios fondos para cubrir los posibles problemas que puedan tener o causar; por supuesto, los propietarios y los fabricantes de los robots tendrían que pagar este seguro.

Por lo tanto, no estamos ante una idea fantasiosa de equivalencia entre robots y humanos, sino ante soluciones reales ante problemas muy reales. Y de hecho, las críticas que la propuesta se ha llevado hasta ahora no se centran en que estas leyes no hagan falta, sino que es demasiado pronto para implementarlas.

¿Burocracia innecesaria o un marco legal inevitable?

Evidentemente, los fabricantes y creadores de robots son los que más han criticado esta propuesta, ya que creen que la innovación y el desarrollo de robots se verían seriamente perjudicados al añadir burocracia innecesaria.

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No les falta razón, si las empresas tuviesen que pagar ya esta seguridad social para robots, probablemente su adopción se alargaría mucho más, y cualquier nuevo desarrollo en este sector tendría que pasar por muchos trámites para seguir adelante.

Como apuntan en el fabricante alemán VDMA, un marco legal para personas electrónicas será necesario en el futuro, pero dentro de 50 años, no 10.

Por contra, hace diez años no nos imaginábamos que los robots fuesen a avanzar tanto como han hecho; la industria está rompiendo todas las expectativas, y por eso tal vez puede ser buena idea que la UE se prepare para la inminente llegada de robots a nuestros trabajos.