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¿Por qué nos ruborizamos cuando sentimos vergüenza?

25 febrero, 2016 09:08

¿Recordáis aquella sensación cuando éramos pequeños y el maestro nos hacía una pregunta en clase? La simple mención de nuestro nombre hacía que nuestras mejillas empezaran a encenderse, aumentando el color poco a poco a medida que pronunciábamos la respuesta y, si esta no era correcta, ¡boom! . Un color rojo carmín se adueñaba de nuestra cara, en la que podíamos sentir como el calor subía y subía. Siendo adultos seguimos ruborizándonos al sentir vergüenza.

Cuando hablamos en público, al sentir la mirada de la persona que nos gusta, en las entrevistas de trabajo… cualquier momento vale. Y si encima sois de piel clara, vuestra cara delatará la vergüenza antes de que vosotros mismos seáis conscientes de ella.  Vale, todos hemos sentido la sensación, ¿pero sabéis a qué se debe?

Las causas del rubor

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Para entender correctamente el motivo del enrojecimiento, basta con revivir en nuestra mente algunas de las situaciones en las que nos hemos ruborizado. Si hay un factor común en todos esos momentos, probablemente sea el deseo de salir corriendo. Cuando sentimos vergüenza, quizás por convención social nos tengamos que quedar a apechugar en el sitio, pero lo que nosotros quisiéramos sería huir y no mirar atrás.

Sin embargo, nuestro organismo no entiende de convenciones sociales y se prepara a conciencia para la huida. Los latidos de nuestro corazón y nuestra frecuencia respiratoria se aceleran, liberamos altas cantidades de adrenalina y los vasos sanguíneos se comprimen, permitiendo que la sangre circule a mayor velocidad, de modo que los nutrientes y el oxígenos llegan más eficientemente a las células, que se preparan “por lo que pueda pasar”. Es precisamente este aumento de la circulación sanguínea el que causa el rubor, por un mayor flujo de sangre en los vasos que irrigan la cara.

Otros tipos de rubor

Como veis, el rubor es una reacción totalmente normal, de la que no hay por qué preocuparse. Sin embargo, también aparece a consecuencia de mecanismos como la fiebre y existen algunos casos en los que funciona como señal de algún otro tipo de trastorno. Por ejemplo, ya os contamos en otro artículo que  hay personas cuya piel se enrojece enormemente al consumir alcohol, dando lugar al conocido como rubor asiático.

Si os pasara, debéis tener mucho cuidado con este tipo de bebidas, pues significa que el alcohol os está afectando más gravemente que a otras personas. Por otro lado, resulta curioso que a veces el propio enrojecimiento  llega a convertirse en trastorno, en aquellos pacientes que sienten fobia a ruborizarse. En estos casos la situación se retroalimenta y puede ser necesaria la ayuda de un psicólogo para solucionarlo.

Por lo tanto, ahora sabemos que es muy posible que Heidi estuviese en un continuo estado de alerta. Que si os paráis a pensarlo, viviendo en mitad de los Alpes, podría tener su explicación.