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Cómo saber si te quejas demasiado

10 agosto, 2015 20:32

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¿Sientes con frecuencia que nada te va bien? ¿Esperas que las cosas siempre salgan mal? ¿Te molesta la alegría en la sonrisa ajena? ¿Sigues en Twitter a la Ley de Murphy? Si has contestado con un “sí” rotundo a las cuatro preguntas anteriores entonces podríamos afirmar que padeces de queja crónica (tú o ese amigo o amiga por la cual has empezado a leer este artículo).

Si te quejas mucho seguramente alguien de tu entorno te lo ha hecho notar. Sin embargo, no todas las quejas son iguales. Según la psicóloga Lisa Juliano, PsyD, existen tres tipos de quejas.

La queja efectiva

La queja efectiva es aquella dirigida hacia una situación o evento específico que no cumple con nuestras expectativas. La persona que activamente emite la queja se limita a expresar un comentario al respecto al responsable de su malestar.

Por ejemplo, si hemos pedido una hamburguesa que tenga solamente queso pero nos dan una con medio bote de pepinillo, cebolla y ketchup, al menos nos han puesto el queso, ¿verdad?. Hay que ser positivos… ¡Error! Emitir una queja efectiva sería tan simple como pedir amablemente que nos cambien la hamburguesa por otra como la que hemos pedido.

Normalmente, un “quejica efectivo” posee un nivel de asertividad, autoestima y confianza que le permite obtener lo que busca de una determinada interacción social. Más información sobre cómo decir “no” y otras habilidades sociales aquí.

El desahogo

Desahogarse es “expresar una emoción fuerte con el fin de aliviar la presión que dicha emoción ha causado”. Es un arma de doble filo. Por un lado, desahogarse en un grupo con una mentalidad similar a la nuestra puede favorecer la búsqueda de solución de problemas y la cooperación. Además, como ya comentamos en otro post, es uno de los pasos esenciales para lidiar con emociones intensas. ¡Pero cuidado! Si el desahogo no lleva a la acción o no se ponen en marcha estrategias para afrontar la situación, puede convertirse en protesta.      

La queja inútil

A diferencia de los otros dos tipos de queja, la queja inútil es aquella dirigida a cosas sobre las cuales tenemos poco control. Ejemplos varios podrían ser: “¡Con este calor no se puede estudiar!”, “¡Vaya día más duro de trabajo que he tenido hoy!”, etc. Aunque el calor nos afecta a todos, ambas quejas son inútiles. Sin embargo, al quejarnos sobre este tipo de cosas se crea un falso sentimiento de control. Esta sensación de desilusión que acompaña a la queja no busca solucionar nada sino que genera un estado mental de expectativas bajas. Sería como ver el vaso medio vacío para no sorprenderme si me quedo con sed, o dejar de buscar trabajo porque estamos en crisis.

¿Por qué la gente se queja demasiado? 

La queja inútil con frecuencia lleva el sentimiento de “por mucho que lo diga, nunca me salgo con la mía”. Entre la profecía autocumplida y el auto-sabotaje, el quejica ineficaz se tropieza una y otra vez con la misma piedra: la insatisfacción. En el propio afán por quejarse y repetir hasta el cansancio lo injusta que es la vida, utiliza estrategias poco eficaces que ponen a la otra persona a la defensiva. Ejemplos de estas malas estrategias son la exageración de la situación, ridiculizar a la otra parte, expresar las emociones e ideas de manera irracional o infantil, o hacer demandas en momentos inoportunos. Al no conseguir lo que quieren por el simple hecho de no expresar correctamente su petición, la percepción de insatisfacción y la creencia derrotista se ven reforzadas. El adulto que se queja delante de los demás de que su hijo siempre se olvida algo o es un irresponsable, si luego ve que el niño está de mal humor entonces piensa “no puedo decirle nada que todo se lo toma a mal”. Evidentemente cualquier persona, no sólo los niños, mostramos una mala predisposición al cambio cuando se nos critica negativamente.

Consecuencias negativas de la queja

La queja repetida y continua nos convierte en detectores de fallos, lo cual limita la capacidad de experimentar placer y nos sumerge en un estado de ánimo negativo. El fallo nos hace sentir mal, limitando nuestra capacidad de afrontamiento del problema que tenemos delante. Si entramos en el círculo vicioso de la queja al final nuestra alegría puede verse comprometida.

Cómo hacer frente a la queja

Reconocer el tipo de queja más frecuente puede ayudarnos a detener el círculo vicioso. Según la Dra. Laura Markham, identificar el motivo de nuestra queja y utilizar estrategias de solución de problemas puede romper el efecto negativo de la queja compulsiva. Para Markham, el mejor remedio contra la queja es la gratitud. Si cambiamos el foco de lo malo de la situación y nos centramos en aquello que nos genera bienestar, la consecuencia natural es una emoción positiva diferente de agradecimiento por todo lo bueno que sí nos ocurre en nuestra vida. No es fácil ni lo cambiaremos de un día para el otro, pero practicar un poquito de gratitud a menudo traerá más beneficios a largo plazo que la queja continua por el calor, el frío o los impuestos.

Si estás dispuesto a romper definitivamente con el hábito de la queja puedes probar con este desafío

Fuente: PsychologyToday, Ahaparenting

Imágenes: Google, Flickr, Wikimedia,