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"Burbujas celulares" para poder tratar el Parkinson

5 mayo, 2015 16:42

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Tratar el Parkinson es complicado, pues depende en primera instancia del tipo de Parkinson (juvenil, antes de los 50 años; o el Parkinson en personas de edad más avanzada, y más conocido), y también de sí una vez empezado el tratamiento adecuado, el paciente responde bien a dicha medicación. A veces, más bien en demasiadas ocasiones, aunque se elija el tratamiento adecuado no se consigue mejorar la enfermedad, ni parar su avance, por lo que en muchas situaciones nos quedamos sin tratamientos adecuados con los que frenar la enfermedad (ni curarla, cosa que actualmente no es posible).

Ahora, gracias a unas “burbujas celulares”, un equipo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill ha desarrollado un método para llevar de forma más eficiente el tratamiento directamente a las neuronas del cerebro que sufren los efectos de la enfermedad de Parkinson.

Burbujas celulares contra el Parkinson

El método usado por estos científicos consistiría en exosomas, pequeñas “burbujas” formadas de proteínas y grasas, cargadas de una enzima denominada catalasa (en rojo en la imagen superior), un método que interactuaría de forma mucho más eficiente con las neuronas cerebrales. Así, los exosomas funcionarían de barrera natural entre el antioxidante usado como tratamiento y el medio externo, pudiendo llegar al cerebro de forma directa para tratar el Parkinson.

Ahora bien, tenemos el continente (los exosomas de proteína y grasa, formados de forma natural por las células del organismo) y el contenido (las enzimas catalasa que servirán para tratar el Parkinson), pero… ¿cómo se administran a los pacientes en cuestión? Pues bien, el método elegido para su administración ha sido un spray nasal, según comentan Elena Batrakova y sus colegas de la Universidad de Carolina del Norte y cuyo trabajo se ha publicado en el Journal of Controlled Release.

Batrakova y sus colegas extrajeron los exosomas de células del sistema inmune y consiguieron cargarlos con catalasas, unos potentes antioxidantes que contrarrestarían la inflamación neuronal producida por la enfermedad de Parkinson u otros trastornos neurodegenerativos.

Llevar fármacos al cerebro, una misión complicada

Hasta hoy, este es el primer estudio donde se ha conseguido llevar una proteína como la catalasa, con su potencial terapéutico, de forma directa al cerebro mediante exosomas. Hacer llegar fármacos al cerebro es algo extremadamente difícil como ya hemos comentado en alguna ocasión, pues la denominada barreta hemato-encefálica protege a este órgano y lo aísla del resto del cuerpo, permitiendo pasar de forma selectiva un reducido grupo de sustancias.

Batrakova y su equipo lograron cruzar esta barrera mediante la obtención de los exosomas a partir de macrófagos, las células del sistema inmune responsables de la “limpieza” de los materiales externos de la sangre. Los exosomas están hechos del mismo material que compone las membranas celulares, y de hecho existen enfermedades como el cáncer o el SIDA que consiguen propagarse por todo el organismo gracias a ellos, por lo que poder usarlos también a nuestro favor y dotarlos de la capacidad de transportar fármacos es una buena opción.

En este caso se cargó a los exosomas con catalasa, una proteína grande que sería incapaz de atravesar la barrera hemato-enfecálica por si misma; pero mediante el uso de exosomas de los macrófagos, la catalasa pudo hacerse “invisible” al sistema inmune e interactuar con la barrera hasta poder llegar al cerebro, sin mayores problemas. Allí, la catalasa pudo contrarrestar los efectos de los radicales libres que producen la inflamación en el Parkinson, y en otras enfermedades neurodegenerativas.

El próximo objetivo de este grupo de investigadores es poder desarrollar tratamientos personalizados mediante el uso de exosomas extraídos a partir de macrófagos, como en el estudio comentado hoy. Estos “paquetes” de medicación serían ignorados por el sistema inmune, y podrían ser un transporte idóneo para llegar al cerebro de forma directa.

Vía | Universidad de Carolina del Norte.

Fuente | Journal of Controlled Release.