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Educación sexual: Todo lo que deberías saber

11 abril, 2015 20:54

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Como siempre comentamos, hablar de sexo es algo que nos gusta a todos, nos divierte y nos ayuda a conocer cosas nuevas. Pero…¿alguna vez nos hemos parado a pensar dónde hemos aprendido todo lo que sabemos acerca de la sexualidad?. La educación sexual en nuestro país pasa a un segundísimo plano apenas con charlas concertadas a ciertas entidades sobre sexualidad, y ésta siempre enfocada desde una perspectiva negativa, es decir, prevención con métodos anticonceptivos e infecciones de transmisión sexual, cuando sabemos que la sexualidad es algo positivo y se puede ir mucho más allá.

Deberíamos abogar por una educación afectiva y sexual, basada en la diversidad y en el conocimiento de uno mismo, no sólo de los peligros, sino también de la vivencia de forma positiva de nuestra sexualidad. Pensamos que dar información sobre sexualidad es incitar a los jóvenes a llevar a cabo prácticas sexuales, más allá de esta falsa creencia: cuanto mayor conocimiento tenemos de una cosa, mejores decisiones podemos tomar.

Nuestro pasado en sexualidad

En España el sexo ha sido un tema tabú (al menos los últimos 200 años) generando así mucho desconocimiento y mitos en torno a nuestra sexualidad. Por ello, a lo largo de los últimos años la sexualidad se ha vivido de una forma muy diferente a como la conocemos hoy en día:

  • Ha sido vista como una función meramente reproductiva, donde cualquier tipo de práctica sexual que no fuera entre hombre y mujer y llevando a cabo penetración vaginal, era una desviación y algo vergonzoso o patológico.
  • El sexo sin amor no era aceptado, es decir, para poder mantener relaciones sexuales debían ser en pareja heterosexual, y además como obligación, por tanto matrimonio era sinónimo de relaciones sexuales, aunque éstas no fueran satisfactorias ni placenteras. Las mujeres “solteronas” estaban mal vistas y “no mantenían relaciones”, mientras que los hombres promiscuos eran unos “machotes”.
  • El sexo era visto como un peligro, siempre rodeado de pecado, considerándose una degeneración, una enfermedad, promiscuidad, etc.
  • El hombre era el activo en las relaciones, una mujer que tomara la iniciativa sexual era considerado socialmente como negativo. El deseo y placer del hombre era lo importante, la mujer podía ser deseada pero “no tenía deseo propio”.

Traducidos a otras palabras, las relaciones sexuales estaban totalmente genitalizadas, la única práctica normal era la penetración en el matrimonio y con la finalidad de tener hijos, así como la sexualidad femenina relegado a un segundo plano y una visión totalmente negativa de la sexualidad. Obviando, por supuesto, relaciones homosexuales, otras prácticas como sexo oral, anal o masturbación, sexualidad en la infancia o la vejez, patologización de todo aquello no considerado “normal” y privación a cualquier información acerca de sexualidad.

¿Cómo debe ser la educación sexual?

Cuando hablamos de educación sexual damos por hecho que está enfocada a adolescentes en épocas de máxima curiosidad, de iniciación y de hormonas alteradas. Pero lo que debemos tener presente es que hablamos de una educación afectiva y sexual, desde la infancia hasta la vejez, porque hablar de sentimientos, de emociones, de vivencias, de relaciones interpersonales, es hablar de nuestra sexualidad, es decir, algo que dura desde que nacemos hasta que morimos.

Sí es cierto que la educación sexual así como está planteada en España, está dirigida a los adolescentes y jóvenes, como prevención y nociones básicas en torno a las relaciones sexuales y anatomía. Según el libro blanco de la educación sexual, ésta debería estar basada en:

  • Actitud positiva hacia la sexualidad: fomentar el conocimiento y la empatía, el respeto y la diversidad, la comunicación y el disfrute.
  • Relación entre varias disciplinas: desde el ámbito social, biológico, psicológico, pedagógico, filosófico, etc., fomentando actitudes críticas y que inviten a reflexionar, que promuevan la construcción de valores y la toma de decisiones.
  • Perspectiva de género: explicar el tipo de relaciones y comportamientos que se dan entre hombres y mujeres, sus funciones, sus roles y sus posiciones sociales. Así como una visión crítica de la realidad social, de las posibles semejanzas y diferencias y cuestionando desigualdades, haciendo una prevención de violencia de género.
  • Diversidad e interculturalidad: no sólo basarnos en la dicotomía hombre mujer, sino también otras formas de concebirse como explica la teoría Queer, y teniendo presente las diferentes culturas en nuestro país, basándose en el respeto de los derechos humanos.
  • Placer: disfrutar de nuestro cuerpo como un todo, no sólo genitales y relaciones sexuales, y como un derecho, no como un castigo.

¿Qué se debe enseñar?

La educación afectiva-sexual debe ser un todo, cuando hablamos de sexualidad no sólo hablamos de relaciones sexuales, de genitales y de riesgos (que también hay que conocer), sino de un mundo mucho más amplio. Basándonos en el libro blanco de la educación sexual y de lo compleja que es la sexualidad debemos tener presente:

  • Entender la sexualidad en sí: sexo, identidades, género, erotismo, placer, intimidad, reproducción y orientaciones afectivas y/o sexuales.
  • Cómo expresamos nuestra sexualidad: pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles que adoptamos y relaciones interpersonales.
  • Cómo ésta se ve influida: factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, culturales, políticos, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.

¿Por qué es importante la educación afectivo-sexual?

Son muchas las razones por las cuales deberíamos tener una educación afectiva-sexual adecuada a lo largo de nuestra vida, pero hay algunas que debemos tener en cuenta principalmente:

  • Somos seres sexuados y no podemos dejar de serlo, por tanto es necesario conocerlo y entenderlo, así como aceptarlo e integrarlo.
  • La sexualidad puede y debe ser una fuente de felicidad, es placer. Sentirnos bien en nuestra identidad sexual y disfrutar de nuestras relaciones con los demás es un básico, no debemos sentir miedo, angustia, culpa ni vergüenza.
  • Es necesario conocer, aceptar y respetar las identidades sexuales, entender que hay diferentes formas de ser hombre y mujer y de vivir la masculinidad y la feminidad.
  • Hay tantas sexualidades como personas, por tanto se puede vivir la sexualidad de formas muy diversas y todas igualmente aceptables, ya sea de forma individual o en pareja.
  • La sexualidad no es solo genitales y coito, nuestro órgano sexual es el cerebro y no lo que hay entre las piernas.
  • Existen demasiados mitos en torno a la sexualidad basados en la desinformación en todos los ámbitos y a todos los niveles (embarazo, relaciones sexuales, anticonceptivos, relaciones de pareja, valores, respeto, orientaciones, identidades, its, etc.)
  • Los modelos de educación que nos presentan no siempre son los más veraces ni fiables (pornografía, películas, revistas, internet, etc.)
  • Muchas de las disfunciones sexuales son causadas por una mala educación sexual o falta de ésta, entendiéndose como algo sucio, malo, vergonzoso, etc.

La educación sexual debe ser una parte más de nuestra educación. A cuanta más información tengamos mejores decisiones podremos tomar a la hora de mantener relaciones sexuales o de pareja, y que éstas sean satisfactorias. Privarnos de cierta información, evitar hablar del tema o conocer conceptos básicos, no hará que dejemos la sexualidad de lado, sino que no podamos disfrutar de ella.