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¿El poder es adictivo?

8 marzo, 2014 20:43

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¿Qué dirías si te hicieran esta pregunta? Pues bien, si le preguntáramos a Nayef Al-Rodhan, filósofo y neurocientífico, nos diría que el poder, algo insustancial en el sentido “físico”, parece ser que si que tiene bastantes repercusiones “físicas”, tantas que incluso su falta, tras un periodo de habituación a él, puede provocar bastantes repercusiones.

El poder, al igual que todas aquellas cosas placenteras para el ser humano, ejerce una respuesta de recompensa en nuestro cerebro. Esta respuesta es la que ha permitido sobrevivir a nuestra especie, es decir, actos beneficiosos para el ser en cuestión, como puede ser alimentarse o reproducirse, son recompensados para que sean repetidos tras un refuerzo positivo en nuestro cerebro. Es  aquello que determina que las dos mayores fuerzas que mueven al hombre, y a la mayoría de animales, sean el sexo y la comida.

Este refuerzo químicamente se traduce en la liberación de una sustancia llamada dopamina, la cual ejerce muchas funciones en nuestro cerebro e interviene en circuitos neuronales relacionados con el control del movimiento. De ahí su relación con el parkinsonismo, pero en el tema que nos concierne a nosotros, hay que destacar su función de aprendizaje en el circuito de recompensa del que hemos hablado, la producción de una sensación placentera.

Desgraciadamente este circuito de recompensa que tanto nos ha ayudado a lo largo de nuestra existencia, como persona y más que todo, como especie, también puede ser activado por otros elementos como las drogas, véase la cocaína, y en el supuesto en el que estamos, el poder. Según Nayef Al.Rodhan este aumento de dependencia hacia el poder, provoca un estado megalomaníaco y una pérdida de la empatía, lo que se cree, ha llevado a varios dirigentes a grandes tragedias al llevar a la muerte a miles de personas inocentes, algunos ejemplos serían Stalin, Napoleón y una larga lista; al parecer potenciaría unos rasgos determinados, basales, más que una despersonalización total. En pequeñas cantidades, la dopamina puede mejorar las capacidades cognitivas. Sin embargo, cuando la dosis es mayor, puede provocar los rasgos mencionados anteriormente.

El cese fortuito de una sustancia de este tipo suele provocar en el sujeto un síndrome de abstinencia. No es para menos que esto ocurra también en el poder, una emoción químicamente mediada como acabamos de ver,  o como mínimo la existencia y puesta en marcha de muchos comportamientos para evitar la pérdida del mismo y por consiguiente, el descenso de los niveles de dopamina.

Personalmente, me parece una idea interesante e invito a nuestros políticos a que se ofrezcan como sujetos de estudio, y que no se echen a correr. Y no, no hablo de biopsias cerebrales, ya hay otros métodos menos cruentos para medir la concentración de sustancias en el interior de nuestros cerebros

Vía | Politic Inspires.